Durante los últimos cuatro años, una serie española de Netflix llamada “La casa de papel” ha atraído la audiencia más grande mundialmente de una serie de habla no inglesa. La trama curiosa gira alrededor de un atracador meticuloso —“El Profesor”— que entrena a un grupo de inadaptados criminales para tomar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, imprimir 2400 millones de euros en el transcurso de once días y escaparse con el dinero. Sin embargo, la incorporación de temas políticos en un género apolítico crea algunas inconsistencias extrañas en la trama que llaman nuestra atención a la posibilidad de que la serie se inspirara en algo más que una banda de atracadores.
Después de todo, ¿por qué correría un grupo no ideológico de criminales el riesgo enorme de tomar edificios y defenderlos de la Guardia Civil de España por semanas? Aún más estupefacto es que, en la segunda temporada, los atracadores toman el Banco Nacional de España no para enriquecerse más, sino para negociar la libertad de su compañero ladrón “Río”, quien había sido detenido y estaba siendo torturado por las autoridades españolas.
¿Por qué le tiene el estado tanto miedo de una banda de atracadores? ¿Y por qué se convertirían tales ladrones en unos símbolos de resistencia política? La mezcla de atracos y la política resulta extraña. La incorporación del tema de los derechos humanos y la repopularización del himno italiano antifascista “Bella Ciao” parecen fuera del lugar.
Estas rarezas parecen derivar de la certeza casi absoluta de que la serie se inspiró en un movimiento guerrillero heterodoxo de Colombia, el M-19, que fue activo desde 1974 hasta 1990. Como el intelectual colombiano Darío Hidalgo notó, los dos atracos se parecen mucho a dos operaciones audaces del M-19 en 1978 y 1980. Además de eso, los atracadores de la serie exhiben tácticas, actitudes y una estructura de roles que son similares a las del liderazgo del M-19.
El guionista de la serie, Álex Pina, admitió en una entrevista con el canal colombiano RCN que Colombia ha desempeñado un papel importante dentro del proceso creativo de sus guiones. En la primavera de 2020, él concedió que escribió los dos últimos capítulos de la segunda temporada en Santa Marta, que es el lugar de nacimiento del líder original del M-19, Jaime Bateman Cayón.
El argumento que la serie se inspiró en el M-19
La primera indicación de que “La casa de papel” se inspiró en el M-19 aparece temprano en el primer episodio, cuando el Profesor busca impresionar a sus reclutas la importancia de entrenar meticulosamente para el gran atraco. Para convencerlos de pasar meses ensayando el plan, él les pregunta retóricamente: ¿Qué son cinco meses si vosotros y vuestros hijos no tendréis que trabajar nunca más? Sin embargo, el razonamiento del Profesor para toda la formación es extrañamente política. Él insiste que el grupo evite el derramamiento de sangre para ganar la opinión pública, advirtiendo que en el momento en que haya una gota de sangre, “dejaremos de ser unos Robin Hood para convertirnos simplemente en unos hijos de puta.”
Existen múltiples capas de significado en la charla inicial del Profesor. Primero, el guionista parece tomar una señal de las legendarias operaciones “robinhoodescas” del M-19 en las que sus militantes requisarían camiones de leche, comida o juguetes y repartirían el botín en los barrios urbanos más pobres de Colombia. Sin una inspiración del M-19, la referencia inicial del Profesor a Robin Hood no sería muy comprensible porque no hay un plan en la primera temporada para repartir el botín a las masas. No es hasta la segunda temporada que el Profesor orquesta una operación robinhoodesca, vertiendo 140 millones de euros de un zepelín en el centro de Madrid.
Segundo, el énfasis que pone el Profesor en la opinión pública nos recuerda de Jaime Bateman, el líder original del M-19 que murió en un accidente de avión en 1983. Bateman fue único entre los líderes guerrilleros de Colombia en que él estaba muy en sintonía con los símbolos, valores y creencias populares. Como el Profesor, Bateman entendió el atractivo popular de las operaciones audaces y las acciones robinhoodescas en su tiempo. Las habilidades de Bateman en la publicidad y la propaganda le permitieron manejar con éxito la comunicación política sobre sus operaciones.
La evidencia: coincidencias extraordinarias con dos operaciones del M-19
En la primera temporada, el atraco de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre parece estar basada en tres partes de la historia del M-19: su robo de cinco mil fusiles del Cantón Norte de Bogotá el 31 de diciembre de 1978; la relación de trabajo entre Bateman y los operativos del movimiento guerrillero; y la figura controversial de Iván Marino Ospina, el segundo al mando del M-19.
La coincidencia más obvia entre el atraco de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y el robo del Cantón Norte es que, en ambos casos, los atracadores construyeron túneles para escaparse con el botín. Además de eso, la relación entre el Profesor y su segundo al mando “Berlín” es similar a la entre Bateman y Marino Ospina en la manera que Bateman daba las órdenes desde la distancia mientras que Marino Ospina participaba en operaciones. Y como Berlín, Marino Ospina fue una figura problemática. A principios de 1985, Marino Ospino se vio obligado a ceder su liderazgo del M-19 luego de ser repudiado por haber aplaudido las amenazas de los narcotraficantes contra los diplomáticos norteamericanos radicados en Colombia. Marino Ospina murió poco después en medio de un tiroteo largo con las autoridades colombianas que habían rodeado su casa de seguridad en Cali. El giro del destino de Berlín es notablemente similar, ya que él se deshonra a si mismo también con sus actos de frialdad y misoginia, pero sacrifica su vida heroicamente en un tiroteo con la Guardia Civil para ayudar el grupo a escapar de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
La influencia aparente del M-19 en la serie se hace más obvia en la segunda temporada, cuando “Río” es detenido en Panamá y entregado por las autoridades españolas al otro país para ser interrogado y torturado, así como los líderes del M-19 estuvieron aprehendidos y torturados por el estado colombiano después del robo del Cantón Norte. Después de la captura de Río, el Profesor organiza la toma del Banco Nacional de España como medio para ganar la liberación del compañero atracador. Esto es el aspecto más inverosímil de la serie. La única forma en que tiene sentido que algunos ex ladrones ricos pasarían de holgazanear en las playas del Caribe a arriesgar sus vidas nuevamente por el bien de Río es si el escenario se modela en la toma de la embajada dominicana de Bogotá por el M-19 en 1980.
Las similitudes son inconfundibles. Como el Profesor, Bateman utilizó la toma de la embajada para destacar la tortura de los lideres guerrilleros encarcelados y para pedir su liberación a cambio de la libertad de los secuestrados. Así como el Profesor se introduce al pueblo español en una pantalla Jumbotron en la segunda temporada, Bateman dio su primera entrevista pública al periódico bogotano “El Siglo” durante la ocupación de la embajada. Y así como el Profesor utiliza el apoyo popular para su grupo y el escrutinio mediático de los abusos del estado español como sus fichas para la negociación con el estado, Bateman usó la simpatía popular por el M-19 y la crítica internacional del historial de Colombia en materia de derechos humanos para presionar al gobierno para negociar con él.
Mas allá de “La casa de papel”: Las lecciones más duraderas de Bateman
Si asumimos que “La casa de papel” se inspiró en la historia del M-19, ¿adónde podría llevarnos tal inspiración? ¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender de la visión de Bateman y las experiencias del M-19 que tienen valor para los pueblos hoy en día?
Primero, debemos advertir a la gente contra la nostalgia por una era anterior de violencia política y operaciones armadas audaces. Para Bateman, la lucha armada no fue un fin en sí mismo sino un medio para alcanzar un fin. Además de eso, en los últimos años de su vida, él reconoció los costos inmensos de la violencia política y estuvo en el proceso de buscar la paz.
De esa manera, podríamos considerar cambiar la discusión más hacia las percepciones de Bateman que la serie deja fuera. En mi opinión, las percepciones más importantes y atemporales de Bateman no residen en sus ideas sobre la lucha armada sino en su pensamiento sobre la construcción de la nación. Bateman reconoció un poderoso anhelo cultural por una identidad nacional que era inclusiva de todos los colombianos, de todas las posiciones sociales y etnicidades. Su concepción del “sancocho nacional” estaba arraigado en una visión de la democracia en la que todos los sectores de la sociedad tendrían un asiento en la mesa. Él buscó el desarrollo de un entendimiento común de los problemas sociales a través de un diálogo nacional entre distintos sectores económicos y movimientos populares. Para Bateman, ese diálogo sería clave para abordar los problemas sociales de la nación y lograr la paz.
Por supuesto, una identidad nacional que es inclusiva y pluralista no requeriría que todos los ciudadanos de una nación adopten la misma visión de cómo resolver los problemas sociales. Más bien, Bateman nos trató de inculcar que, para que una sociedad fuera capaz de abordar los problemas sociales, tendría que abrir los canales necesarios para un diálogo que pudiera desarrollar algo parecido a un entendimiento común de cuáles son los desafíos más urgentes. En ese sentido, las lecciones de Bateman sobre la construcción de las naciones en las Américas son tan astutas hoy que en el tiempo de su muerte.
Justin Delacour es un profesor adjunto de ciencia política en la Universidad de Lewis en Romeoville, Illinois (Estados Unidos). Se especializa en la política latinoamericana y las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina. Puede ser contactado en delacoju@lewisu.edu.