Este artículo fue publicado originalmente en el ejemplar de verano de 2023 del NACLA Report, nuestra revista trimestral.
El año 2022 visite uno de los mayores eventos empresariales en la ciudad de Manaos, la Expo Amazonia Bio & Tic. El evento se realizaba en el Centro de Convenções do Amazonas Vasco Vasques frente al gigantesco estadio amazónico Vivaldo Lima. Gente de diversas procedencias abarrotaban el pabellón: representativos de ONGs, empresas como la minera Vale, o la empacadora de carne JBS, institutos de educación, pero sobre todo nuevos emprendimientos de exportación. Algo que resaltaba en los stands y presentaciones es la proyección de un futuro hipertecnológico con hidroaviones que reducirían el tiempo de transporte por los ríos amazónicos o centros de extracción de productos de la floresta inspirados en proyectos de colonización espacial. Como historiador, no pude evitar dibujar los múltiples paralelismos entre el periodo del auge de la goma y esta nueva etapa de un capitalismo “progresista” que busca una explotación sustentable del bosque con esperanzas en la tecnología.
Quizás, desde mi perspectiva, más que un paralelismo es una continuidad de ideas coloniales sobre el espacio amazónico propias del pensamiento modernizador y de desarrollo occidental. Siguiendo la crítica que realiza Andreas Malm, historiador sueco de la ecología humana, la mejor manera para describir el apego por la búsqueda de un modelo económico exportador en base al uso de tecnología solo puede ser descrito como determinismo tecnológico. Quizá los grandes siringueros y comerciantes del siglo XIX, quienes extraían goma y caucho en toda la Amazonia continental no hablaban de Amazonia sustentable, pero con seguridad tenían todas sus esperanzas puestas en las nuevas tecnologías de finales de siglo: la navegación a vapor, el telégrafo, y la locomotora. Las continuidades coloniales también se extienden al rol que tiene la población indígena en esta utopía exportadora donde pareciera que la población local estuviera condenada a servir de receptora de tecnologías para producir y así salvarse de otros capitalismos más destructivos.
A pesar de aparentes diferencias ideológicas de los gobiernos de los distintos países que se dividen la Amazonia hay ciertos procesos que están ocurriendo simultáneamente como la expansión de la minería del oro, el planteamiento de grandes proyectos de infraestructura, intensificación de la explotación de hidrocarburos, y la abrumadora expansión del agronegocio. En un momento de crisis social y ambiental sin precedentes, visibilizar y romper con las estructuras coloniales que afectan la Amazonia es fundamental. La primera tarea es evidenciar lo profundo del pensamiento colonial. Para esto hago un recorrido por algunos libros y autores que nos ayudan a pensar temáticas centrales en la historia de la Amazonia como las ideas de civilización, progreso y desarrollo, la invisibilización del conocimiento e historia local, y las ideas de productivismo y modernidad.
Son tres los aspectos que considero esenciales. El primero es el de la agricultura como una forma “deseable” y “moderna” para desarrollar la Amazonia. Actualmente vemos como absolutamente todos los países sudamericanos poseen diversos proyectos de expansión del agronegocio y la ganadería, de plantaciones como soya, palma, y otros flex crops. Esta forma de pensamiento se encuentra en el centro del ideal civilizatorio que todos los estados-nación sudamericanos heredaron del pensamiento occidental en el siglo XIX e incluso antes. En segundo lugar, es el rol colonial de los estados-nación en la Amazonia. La Amazonia en el siglo XIX era casi en su totalidad territorio indígena donde los estados-nación no poseían ningún tipo de autoridad. La transformación de estos territorios, en tierras públicas y fiscales en sus diversas variaciones, es un proceso de colonización que es aún fundamental. Los territorios indígenas siguen estando sometidos a la “voluntad nacional” que normalmente busca implementar proyectos económicos de grandes impactos. Finalmente, el tercer aspecto es como se ha construido la identidad nacional desde la historia de cada país, atomizando y fragmentado la historia indígena en la región. Un énfasis en la experiencia de la población indígena abre una puerta para comprender la historia Amazónica de manera regional, enfatizando procesos de colonización continentales, visiones de civilización compartidas, pero principalmente de estrategias para lidiar con los colonizadores.
El libro Landscapes of Freedom (2018) de la historiadora Claudia Leal no trata directamente sobre historia de la Amazonia, pero la similitud es más que evidente. El texto cuenta la historia de diversas poblaciones afrodescendientes y su relación con los bosques tropicales del pacifico colombiano en la región del Chocó. En base al conocimiento local y uso de los recursos del bosque, las poblaciones del pacifico colombiano pudieron obtener su libertad en una región donde las elites criollas, por las limitaciones de su modelo productivo, no podían reproducir el modelo de haciendas en los bosques húmedos tropicales. Pero al mismo tiempo la autonomía de la población afrodescendiente y su economía sustentada en la extracción de productos vegetales como el caucho, cascarilla, y marfil vegetal generó una visión negativa del territorio por parte del resto del país. En base a determinismos geográficos y racismo científico se dividió mentalmente el espacio, se lo racializó (racialized landscapes), se le dio una jerarquía que dividía el espacio de las economías locales de extracción de recursos forestales vistos como espacios salvajes de los espacios andinos percibidos como más civilizados. Aunque es poco común hablar de la Amazonia continental desde una perspectiva racial, la misma autora menciona el paralelismo de algunos procesos históricos entre el pacífico colombiano y la economía gomera en el mismo periodo.
Leal parte de un enfoque de historia ambiental, y su aporte fundamental es pensar y desempacar todo lo que implica hablar de territorios racializados. Siguiendo el trabajo sobre comunidades esclavizadas y su lucha por libertad en Brasil y Cuba, Leal vincula la lucha por la libertad a los intersticios de las plantaciones, espacios con características ambientales propias que las haciendas y plantaciones no podían adecuar. Estos espacios se convertían en oportunidades para personas esclavizadas y gente que buscaba libertad y autonomía. Leal traslada este análisis al pacifico colombiano donde la población afrodescendiente dominaba la producción de recursos del bosque en un área donde el modelo de haciendas de las zonas andinas no se conseguía reproducir. La autora propone que los territorios racializados también se construyen en función de una jerarquización del conocimiento en el cual la agricultura occidental o monocultivo, apta para las zonas templadas, es vista como algo superior al de las economías de extracción. Por el contrario, aquellos espacios de libertad son productivos en base a otra forma de conocimiento que sin embargo no son reconocida en los discursos de progreso y civilización.
El concepto de territorios racializados abre una amplia perspectiva dentro de la historia de la colonización amazónica, específicamente el de una colonización menos visible a partir de ideas de modernidad y desarrollo. Este aspecto es ahondado por la antropóloga Margarita Serje en su libro El Revés de la nación (2011). A partir de una mirada concentrada en el rol del estado nación colombiano y su relación con los territorios de frontera, principalmente la amazonia y los llanos, la autora examina como es que históricamente se han construido estos espacios, cuál es la relación del estado con sus habitantes y como impone el estado una visión especifica de naturaleza. Para Serje la función colonial se da con la forma en la que desde el estado se proyectan narrativas, pero también cómo se crean formas sociales y culturales específicas para la subordinación y explotación de las personas que habitan estos territorios.
La autora subraya ese designio colonial del estado a partir de desentrañar el vínculo de los proyectos civilizadores de las metrópolis nacionales con los discursos de modernidad y ciencia heredados del norte. La lectura de diversos exploradores, cartógrafos, geógrafos que recorrieron la amazonia muestra como los proyectos de civilización y colonización siempre estuvieron imaginados a partir de expandir la agricultura comercial. Según Serje, el territorio colombiano fue pensado y estratificado a partir de nociones de civilización, y esta forma de pensar surgió de la conjunción de dos procesos históricos. Por un lado, la experiencia colonial española escogió las zonas andinas como asentamiento por ser un espacio óptimo para la reproducción de su cultura que como base tenía la agricultura de climas templados. Por otro, las observaciones de Alexander Von Humboldt, que como representante de la ciencia moderna europea, justificó el surgimiento de asentamientos coloniales andinos a partir de una supuesta clasificación “natural” de los pisos térmicos a la cual adscribió un grado civilizatorio. De esta forma las zonas andinas o templadas quedaban como la única región donde, según el pensamiento occidental, se podía desarrollarse una civilización moderna mientras que las tierras bajas quedaban como regiones salvajes propias para la colonización. Serje demuestra que esta lógica, a pesar de tener como origen el pensamiento científico del siglo XIX, se ha reconfigurado continuamente en las nociones de frontera modernas.
Hay que resaltar la relación de la agricultura occidental impuesta en zonas tropicales con formas de colonización y dominación modernas en la amazonia. El Revés de la nación describe como la agricultura que hoy consideramos deseada o moderna proviene de la historia de adaptación de cultivos a latitudes templadas propias de la historia europea. En áreas donde los rayos del sol llegan de forma transversal y no directa como en los bosques tropicales cercanos al ecuador los monocultivos fueron la forma ideal de producción. No obstante, la pregunta es porqué una forma que no está adaptada a las características de gran parte de las ecorregiones sudamericanes fue concebida como la forma ideal, moderna o civilizada de desarrollo de las naciones. Incluso hoy esto no ha cambiado, pues el agronegocio moderno símbolo de una nueva modernidad, solo consigue ser productivo destruyendo los bosques tropicales para convertirlos en sabanas. A diferencia de este modelo, Serje muestra que las formas de manejo de bosque propias de los pueblos indígenas siempre lograron bosques productivos bajo un modelo que, desde el mundo occidental, se podría catalogar como agroforestería.
Un efecto de la construcción territorial que ha sufrido la Amazonia continental ya sea racial, nacional o económica es la minimización, invisibilización y atomización de la historia indígena amazónica. El trabajo del historiador Márcio Couto Henrique, Sem Vieira nem Pombal: indios na Amazonia no século XIX (2018) ahonda, a partir de la historia amazónica brasilera en el siglo XIX, en las múltiples formas en las cuales diversos autores, tanto gubernamentales como privados, intentaron silenciar a los pueblos indígenas. Al mismo tiempo el libro busca visibilizar la historia indígena más allá de los grandes hitos nacionales brasileros en la Amazonia como ser la rebelión del Cabanagem en los 1830s o el periodo del auge de la goma a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
Sem Vieira nem Pombal presenta a la población indígena como un actor histórico dinámico que tiene un papel fundamental a la hora de definir su propio futuro a partir del control del territorio y sus comunidades. Esto contrasta de gran manera con la historiografía amazónica donde la población indígena independiente nunca es posicionada como un actor importante, y por el contrario es vista desde una visión paternalista en la cual pareciera víctima de una supuesta evolución hacia el progreso. El autor rompe con estas narrativas mostrando por ejemplo como en las misiones católicas en el rio Madera, Solimoes y Negro la población indígena contralaba completamente la sociabilidad de los espacios coloniales como las aldeas a partir de su domino geográfico.
Un concepto importante para entender la situación indígena a principios del siglo XIX es la idea de “pacificar al blanco,” es decir las formas con las cuales las poblaciones indígenas aceptaban algunas demandas de los colonizadores como la fundación de misiones o aldeas como parte de sus propias estrategias frente a las presiones y la violencia colonial. En el libro podemos observar como la historia de las misiones católicas y los proyectos de colonización tiene una estrecha relación con las demandas de mano de obra de autoridades nacionales y colonizadores. Henrique muestra una situación donde la población indígena accede muchas a veces a las demandas de trabajo impuestas desde las misiones, pero sin perder el control de elementos centrales como la movilidad territorial o la producción de alimentos y objetos esenciales para las comunidades indígenas. De esta forma Henrique resalta la facilidad con la que la población indígena encontraba espacios de libertad a partir de su conocimiento, movilidad y utilización de la geografía a su favor.
Sin embargo, parte de la historia de formación de los estados-nación en la amazonia es la búsqueda de mecanismos para apropiarse de los territorios indígenas y quebrar su independencia. Conforme el siglo XIX transcurre y tras el surgimiento de economías de exportación vinculadas al mercado liberal los colonizadores buscaron formas de contrarrestar la presencia e independencia indígena. Una de las estrategias más efectivas fue la de convertir los territorios indígenas amazónicos en tierras estatales o públicas y así crear un mercado de tierras negando la presencia indígena. Henrique describe como desde algunas cámaras municipales en la baja Amazonia como en el noroeste brasilero, las elites locales se encargaban de negar la presencia de población indígena aludiendo que estas ya se habían asimilado o que por diversos motivos ya no existían. Así se creaba la ilusión de la amazonia como un espacio vacío que podía ser apropiado.
Una de las varias estrategias indígenas para hacer frente a la presión colonial tiene que ver con el intercambio de recursos entre la población indígena y los colonizadores. En la interpretación de la historia amazónica, los intercambios comerciales han sido siempre objeto de debate donde en líneas generales ha predominado la visión que muestra a la población indígena como víctima de una atracción casi fatal por la tecnología y los productos de la cultura occidental. Es indudable, leyendo documentos del periodo, que los regalos o intercambios fueron la forma esencial en la cual los colonizadores se relacionaron con la población indígena. Estos intercambiaban herramientas de metal por trabajo, conocimiento y recursos forestales. Henrique describe como la población indígena aprendió a manipular el mecanismo de los regalos y la lógica comercial de los colonizadores reclamando ellos mismos intercambios tanto a autoridades políticas, misioneros, o comerciantes itinerantes para afectar la balanza de poder y amortiguar las presiones coloniales.
Además de romper con el determinismo tecnológico que siempre ha recaído en las ideas de evolución cultural en la Amazonia, esta perspectiva permite recalcar la forma en la cual la población indígena históricamente se ha apropiado de los elementos del mundo occidental. Una idea central para entender la estrategia indígena es la de deconstrucción del capital simbólico como un proceso a través del cual se da sentido propio al comercio, para utilizar y reapropiar objetos de la cultura occidental en las redes de intercambio indígena. De esta forma Henrique describe como las poblaciones indígenas de la Amazonia podían comerciar por temporadas, usar estos objetos dentro de las propias redes de regalos interétnicas, podían almacenar herramientas europeas para periodos de necesidad, o simplemente podían cortar todo tipo de comercio cuando lo veían conveniente para el bienestar de la comunidad. De esta forma mas halla del valor de uso de los objetos, el autor muestra como la apropiación de los objetos de los colonizadores al contrario de desestructurar o modificar las estructuras sociales indígenas eran completamente absorbidos dentro de estas.
Es innegable que la violencia colonial generada por la desesperación por someter a los pueblos indígenas y sus territorios a los modelos económicos occidentales y su forma de administración a partir del estado es una temática constante en la historia de la Amazonia. El ejemplo emblemático es el escándalo del Putumayo, el cual fue utilizado por muchos estados nación sudamericanos como un caso aislado para negar que la violencia se haya generado en otros espacios amazónicos. El más reciente libro del antropólogo Fernando Santos-Granero Slavery and Utopia: The Wars and Dreams of an Amazonian World Transformer (2018) permite reflexionar sobre la violencia en la Amazonia como una forma estructural de sometimiento y apropiación de los territorios indígenas, pero al mismo tiempo sobre el significado de la resistencia frente a estas violencias.
La cuenca alta del rio Ucayali en Perú concentra una gran población indígena compuesta principalmente de los pueblos Shipibos, Conibos, Yines, y Ashaninkas entre otros. Aunque no era una región de amplia extracción de goma o cuacho, para los caucheros peruanos era puerta a las grandes zonas de explotación gomera como la cuenca del rio Madre de Dios y el rio Purús, además una de las principales zonas de extracción de mano de obra en la Amazonia a finales del siglo XIX. Una de las principales formas de obtención de mano de obra fue el de correrías o partidas de esclavización que se internaban al bosque buscando aldeas o comunidades indígenas. Con el tiempo, como describe Santos-Granero, esta actividad dejo de estar en manos de comerciantes blanco-mestizos y fueron otros pueblos indígenas los encargados de realizar correrías. El autor nos permite entender la participación indígena en las redes de esclavitud amazónica mostrando que principalmente para Ashaninkas y Yines el participar en correrías les garantizaban acceso a redes de intercambio, pero al mismo tiempo era una forma de proteger sus propias comunidades de la presión por mano de obra.
Si bien la participación indígena en las redes de esclavitud puede ser entendida como una forma de adaptación a la presión y violencia colonial también hay que entender cuál era el significado de la esclavitud entre grupos indígenas; algo que era muy común en la amazonia desde periodos preeuropeos. En la Amazonia es constante la mención de esclavos indígenas como Remos o Amahuacas, entre Shipibos y Conibo, que rápidamente eran absorbidos como miembros de sus nuevas comunidades cumpliendo roles como el de intérpretes o intermediarios. La esclavitud de esa forma adopta características de los constantes procesos de etnogénesis tan comunes en la historia indígena amazónica, es decir la de cambios étnicos constantes tanto individuales como grupales. Esto no pretende negar la violencia de la esclavitud indígena, pero si permite diferenciarla del rol de los esclavos en mundo colonial destinados al trabajo y al servicio domestico.
Santos-Granero describe como en 1915 estalla una rebelión sin precedentes en la Amazonia donde grupos indígenas, que hasta ese momento habían sido enemigos, se unifican contra los esclavistas blanco-mestizos y contra las autoridades peruanas en el rio Ucayali. Los motivos por los cuales los lideres indígenas, que hasta ese momento había trabajado como esclavistas, organizan la rebelión son según el autor la crisis por la caída del boom de la goma, la cual produjo una crisis de subsistencia en la región, pero principalmente las predicciones mesiánicas que llamaban a la restitución del equilibro vital que la colonización nacional había puesto en peligro. Para Santos-Granero fue resultado del hartazgo frente a los abusos económicos y sexuales de los patrones que se perciban moral y racialmente superiores y que eran a su vez protegidos por la complicidad de autoridades nacionales. De esta forma los lideres indígenas lograron articular un movimiento de descontento que identificó muy bien a sus objetivos, asesinando patrones gomeros, tomando haciendas y expulsando a los colonizadores de sus territorios. El proceso histórico que describe Slavery and Utopia muestra la complejidad de la historia amazónica, principalmente a la hora de visibilizar las estrategias de contención, alianza y rechazo de la población indígena frente a este proceso colonizador. De la misma manera, se evidencia un fenómeno continental en la Amazonia que muchas veces queda invisibilizado a partir de narrativas nacionalistas: el de la esclavitud, no como la principal forma de obtener mano de obra sino como una de las principales formas de contrarrestar la independencia indígena.
La Amazonia ha sufrido una profunda construcción narrativa e histórica que afecta hasta el día de hoy la forma en la cual se proyectan políticas públicas, proyectos de desarrollo, procesos de nacionalización y proyectos productivos. Desde la racialización del territorio a partir de la proyección de ideas de agricultura y civilización, pasando por la negación del rol colonial de los estados-nación sudamericanos, hasta la invisibilización de la historia indígena podemos observar, como diría Serje, la forma en la que se ha construido y reconstruido la Amazonia como un espacio a ser civilizado, justificando de esta manera su explotación. Todo esto viene acompañado de la negación de la historia indígena, de pensar un espacio natural que a su vez está vacío, que no puede ser humano y que mucho menos puede ser indígena.
En la actualidad la Amazonia vive una nueva fase de colonización vinculada a nuevas y viejas economías de exportación como el oro, los hidrocarburos, la ganadería y el agronegocio. En un contexto de extrema polarización política en el continente pareciera que el debate ha quedado atrapado en un bucle que ve como solución cambios políticos coyunturales y fugaces. Por el contrario a partir de los argumentos aquí presentados en los trabajos de Leal, Serje, Henrique y Santos-Granero, podemos trazar una visión de larga duración en la Amazonia continental que nos permite ver como viejas ideas se han reconfigurado hasta el presente. Es fundamental pensar como muchas de las ideas respecto a productividad, agricultura, civilización, sociedad, ciudadanía, participación indígena se han reconfigurado constantemente desde cada uno de los países que se dividen la Amazonia. En la actualidad no podemos discutir sobre pequeñas variantes al modelo económico y nacional sin pensar en el núcleo colonial histórico que domina el pensamiento sobre la Amazonia.
José Octavio Orsag Molina es candidato a doctorado en Historia de América Latina en New York University.