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Hablar de memorias parece imperativo en tiempos de pandemia. Donde parece que recuperamos nuestra humanidad y la constancia de su vulnerabilidad al mismo tiempo. Cuando las respuestas de algunos estados rememoran los momentos más oscuros de conflictos sociales recientes. El despliegue de autoritarismo y militarismo trae reminiscencias de momentos que no queremos repetir, pero que no olvidamos. A través de las memorias colectivas surge una disputa por la sociedad en la que queremos vivir.
La Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños (RESLAC) advirtió al inicio de la pandemia, través de un comunicado de prensa que la coyuntura “está siendo utilizada como una plataforma para el avance de tendencias autoritarias y negacionistas que ya se venían desarrollando en nuestra región, y llama la atención sobre los riesgos de un aumento de la desigualdad y la vigilancia social represiva en nuestros países a la salida de la crisis sanitaria”.
En distintos países de América Latina, movimientos sociales han estado activos durante la pandemia, ideando formas de continuar sus reclamos por la memoria y la justicia. “No marchamos pero no olvidamos” fue una de las consignas utilizadas por las Abuelas de Plaza de Mayo desde Argentina. La decisión de no movilizarse no fue impedimento para que los colectivos se manifestaran como históricamente lo hacen cada año. Las redes (y los balcones) se llenaron de pañuelos el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en Argentina. Se viralizaron imágenes en las redes usando #PañuelosConMemoria, #24M, #44AñosDelGolpe, #Son30000 y #MemoriaVerdadYJusticia.
El Espacio Memoria, antigua escuela de mecánica de la armada (ESMA) ubicado en la capital, convocó a realizar un “proyectorazo” con proyecciones en ventanas, terrazas y balcones luego compartidas en línea. El Museo de la Memoria, desde la ciudad de Rosario, impulsó el hashtag #ConLaMemoriaDespierta. “No podemos ir a la plaza para evitar el contagio, pero queremos que se contagie la esperanza firme en el nunca más” leía el comunicado enviado por las organizaciones convocantes. En la última marcha del año pasado en 2019, participaron de más de 150 mil personas. La película “Todos son mis hijos”, realización de esa organización, estrenó a través de las redes sociales. También junto con el CELS y Memoria Abierta se lanzó la página web Desclasificados.org.ar, donde se puede acceder a los archivos secretos sobre el terrorismo de Estado desclasificados por los Estados Unidos. Con “#NosQuedamosEnCasa y #VuelvanACasa” las Abuelas continúan, vía web, la búsqueda activa de los nietos que fueron apropiados por la dictadura todos los días.
El 24 de marzo se conmemora anualmente, por mandato de Naciones Unidas, el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves a los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas. Ello en honor a la memoria y lucha, de quien fuera Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Solamente en el Monumento a la Memoria y la Verdad, ubicado en la capital salvadoreña, están grabados los nombres de 25,000 víctimas del conflicto. El nombre del monseñor es uno de ellos. En otras instancias del país, se han nombrado y se han colocado placas en lugares marcados por la violencia. El año pasado el presidente actual, como una de sus primeras órdenes como mandatario, mandó a retirar de un cuartel militar el nombre del teniente Domingo Monterrosa, a quien la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas ha señalado de ser el responsable de la masacre de El Mozote, donde murieron más de mil personas.
“Nos hemos imposibilitado del encuentro fraterno físico, pero la memoria histórica no está en cuarentena,” dijo José Lazo, representante de la Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos, durante la actividad en recordación de la masacre de la Guinda de Mayo, que fue transmitida este año a través de una radio comunitaria. La organización, en el comunicado emitido para esa ocasión, declaró que con las medidas tomadas respecto a la Covid-19 “pareciera que lo que se busca no es matar el virus sino la democracia”. Las desapariciones continúan. El Salvador registró 3.093 personas desaparecidas solo durante el año 2019.
En febrero pasado, justo en el revuelo de la pandemia y las cuarentenas que ya comenzaban, la Asamblea Legislativa aprobó una “Ley de Reconciliación Nacional” por los delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos durante el conflicto armado, cuyos resultados, se teme, van en busca una amnistía para los perpetradores. Todo en contra de la concreción de garantías de reparación y justicia para las víctimas. La ley espera la aprobación del presidente.
El 9 de abril, día en que se recuerda en Colombia el asesinato del líder Jorge Eliecer Gaitán, se instituyó el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. Organizaciones de víctimas convocaron para que desde casa, como un gesto de solidaridad con los casi 9 millones de personas que han sido víctimas del conflicto armado en el país, se encendiera una luz “de la solidaridad y en memoria de quienes no han podido regresar al hogar”. Seis décadas de conflicto han dejado más de 262 mil muertos. El Centro Nacional de Memoria Histórica, impulsó el “hashtag” #9AUnaSolaVoz, con el que se enviaron fotos y videos a través de las redes, en solidaridad con las víctimas y sus familias, así como un micrositio especial digital desde el Museo Nacional de Memoria. El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, ubicado en la capital colombiana, se unió a la recordación con actividades virtuales.
La Procuraduría General de la Nación de Colombia, ordenó a inicios de la pandemia a las autoridades distritales y locales que con carácter de urgencia procedieran a la inhumación de los cadáveres que han permanecido en las morgues de sus municipios en condición de no identificados, identificados aún no reclamados y personas de pobreza de solemnidad. En Colombia, y en la región, los asesinatos, la persecución a líderes sociales, y las desapariciones, siguen en aumento, pese a la pandemia.
El virus y las declaratorias de cuarentena reactivaron también en la región, distintos pedidos de morigeración en relación con el cumplimento de las condenas de las personas detenidas por delitos de lesa humanidad. En el caso de Chile se ha reactivado la discusión en el Congreso del proyecto denominado “Ley Humanitaria” que regula la sustitución de penas privativas, permitiendo que los condenados mayores de 75 años o que padezcan enfermedades terminales puedan gozar de la prisión domiciliaria. La Sala Penal de la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile decidió el día 9 de abril disminuir las condenas mediante la media prescripción otorgando libertad domiciliaria a 17 militares condenados por violaciones a los derechos humanos, decisión aún pendiente de confirmación por parte de la Corte Suprema de ese país. Las solicitudes para aplicar medidas de este tipo se repiten hoy en otros países por parte de los sectores militares o los propios condenados.
Recordamos porque nos aferramos a los recuerdos. Durante la pandemia, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile construye virtualmente junto a sus seguidores un #ÁlbumdelaMemoria web lleno de historias y recuerdos. Invitan a subir las fotografías familiares entre 1973 y 1990 a Instagram usando el hashtag #ÁlbumdelaMemoria. En la nueva web conectadosconlamemoria.cl, se pueden acceder archivos históricos, charlas, talleres y actividades para todo público, además de una sección educativa para estudiantes, sobre derechos de niños, niñas y adolescentes. La Red de Sitios de Memoria en ese país, alertó a inicios de junio sobre la reducción de presupuesto a seis sitios de memoria a cargo de la Dirección Nacional de Patrimonio. “[L]os sitios de memoria son fundamentales para la reconstrucción de la memoria histórica y el derecho a la verdad de países y comunidades que han sufrido graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos”, insiste su comunicado. Somos lo que recordamos.
El día de la madre en México se celebra todos los 10 de mayo. Desde hace nueve años, las organizaciones de familiares y ONGs del país convocaron a marchar por la aparición de sus seres queridos ese día. “En medio de esta pandemia por el COVID-19, nos hemos mantenido organizadas, y en este día tan significativo, nos movilizamos para reiterar nuestras exigencias” leía el comunicado del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, integrado por más de 60 colectivos de familiares de personas desaparecidas, provenientes de 22 entidades federativas de México y tres países de Centroamérica. El corazón de su lucha ha sido el reclamo de la búsqueda de las personas desaparecidas desde los años 60 en México y Centroamérica.
Durante la pandemia se anunció en México un 75% de reducción al gasto operativo de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV). Por el recorte, se despedirá a un 60% del personal y no cuentan con recursos ni para la renta del inmueble. Se anunció a más de 100 funcionarios que se quedarían sin trabajo. No solo la asistencia, sino también el resguardo de los datos personales del Registro Nacional de Víctimas se encuentra en peligro, pues no se han asignado fondos suficientes para sistemas informáticos. Frente al Palacio Nacional en la capital mexicana, un plantón de familiares de desaparecidos y víctimas busca, hace casi un mes, impedir el recorte, entre otras demandas. Le exigen al estado que no les siga re-victimizando. “No vamos a permitir que no seamos escuchados, por eso estamos aquí. Y aquí vamos a permanecer hasta que seamos atendidos” afirman, mientras dibujan letras inmensas, blancas, relucientes. Un inmenso ¿Dónde están? frente a la puerta del recinto.
En México hay 61,637 personas desaparecidas, según las cifras oficiales. El país entra en esta contingencia a la par de estar enfrentando desde hace muchos años otra gravísima emergencia; hay más de 37 mil cuerpos sin identificar y una dinámica de desaparición que continúa cotidianamente.
En Uruguay, La Marcha del Silencio se lleva a cabo cada 20 de mayo. Este año llevó el lema “Son memoria. Son presente ¿Dónde están?”. Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y otras organizaciones en defensa a los derechos humanos invitaron a conectarse a las diferentes plataformas “para que juntos desde donde nos encontremos a lo largo y ancho del país gritemos muy fuerte ¡Presente! luego de cada uno de sus nombres”. La consigna fue poner la radio en un balcón, una ventana, en la puerta de las casas y decir “Presente” después de cada nombre, como se hace en cada conmemoración. Se alentó a subir videos o intervenciones en las redes sociales usando #MarchaDelSilencio, #MarchadelSilencio2020 y #MarchadelSilencioPresente. Esa mañana, las fotos de los desaparecidos amanecieron en la avenida 18 de Julio de Montevideo, por donde pasa usualmente la marcha. Estuvieron, su imagen, su memoria. Presentes.
En los últimos meses, se escucharon comentarios y señalizaciones de “pasar la vuelta a la hoja” y otras similares, principalmente desde el partido militar, Cabildo Abierto, buscando amnistía para aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad durante la dictadura cívico-militar en ese país.
“Tertuliadero de la memoria: juntando los fuegos”, se tituló el encuentro de H.I.J.OS. de Guatemala, Perú y México moderado por Hijos e Hijas por la memoria y contra la impunidad de Colombia que se celebró virtualmente el pasado mes de junio. Las cuarentenas no han más que reforzado la voluntad de estar juntos, de unirnos. Las organizaciones y colectivos sociales que trabajan por la memoria en la región han creado un despliegue innumerable de instancias creativas para poder curar las heridas. Para orientar hacia procesos de sanación, reconciliación y diálogo social, a su vez visibilizando las deudas de los estados. Las graves violaciones a los derechos humanos, persecuciones, desapariciones y torturas continúan. Alcanzar la paz requiere justicia, que se puedan continuar las búsquedas y que, a nivel jurídico, se avance con todas las medidas que se tengan que seguir, para lograr restaurar la dignidad arrebatada. Y alcanzar la no repetición, elemento clave para que exista verdaderamente justicia.
“Hablarte, Y escucharte. Construir con palabras, Un puente indestructible. Mi táctica es, quedarme en tu recuerdo. No sé cómo ni sé, con qué pretexto. Pero quedarme en vos” versó Benedetti en su poema Táctica y estrategia. Entre tanto y a través de todos los mecanismos, tanto concretos como simbólicos, desde los colectivos, se continúan exigiendo garantías de derechos humanos, hasta alcanzar verdad, justicia, reparación. El afecto tiene memoria.
Diana Ramos Gutiérrez es Comunicadora social y gestora cultural. Candidata a maestría en Comunicación y Derechos Humanos por la Universidad Nacional de La Plata.