Este articulo fue publicado originalmente en inglés en la edición impresa de NACLA.
Después de la insurgencia, de Ralph Sprenkels, es la formidable culminación de toda una vida de experiencias con la exguerrilla de El Salvador. Basado en entrevistas a 89 excombatientes y en un trabajo de campo etnográfico multisituado a lo largo de tres décadas, el amplio estudio captura las contradicciones de las experiencias posinsurgentes en veteranos del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Este notable trabajo se vuelve aún más conmovedor después de la muerte repentina del autor en septiembre de 2019. Después de la insurgencia constituye una última y vital contribución a la discusión crítica sobre los movimientos revolucionarios, sus secuelas y los retos frente a la izquierda salvadoreña, desde un participante activo en dichos procesos.
Nacido en los Países Bajos, Sprenkels se involucró en 1991, cuando era un joven estudiante en México, en la organización de solidaridad a favor del FMLN, durante la etapa final de la prolongada guerra civil entre la guerrilla y la dictadura militar de El Salvador, respaldada por los Estados Unidos. Poco después de la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, negociada por las Naciones Unidas, fue reclutado para trabajar directamente con las Fuerzas de Liberación Popular (FPL), una de las cinco facciones armadas del FMLN, mientras los insurgentes se preparaban para la desmovilización y la transición a la política electoral. Asignado al territorio ocupado por la guerrilla en las montañas del norte de Chalatenango, presenció las esperanzas, decepciones y conflictos de reintegración y reconstrucción. También ayudó a documentar las atrocidades en tiempos de guerra para la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas. Esta investigación le llevó a cofundar la respetada asociación salvadoreña sin fines de lucro Pro-Búsqueda, en 1994, que, hasta el día de hoy, trabaja por la reunificación de los niños, secuestrados por los militares durante el conflicto, con sus familias. Respetado académico, querido colega y compañero de lucha, al momento de su muerte, Sprenkels estaba sirviendo en El Salvador como perito en el juicio en curso contra los perpetradores de la infame masacre de El Mozote, de 1981.
Después de la insurgencia explora cómo el proyecto revolucionario «se reformuló en el contexto de la paz neoliberal». El hallazgo de Sprenkels se centra en la insatisfacción que proviene de las expectativas no atendidas y las percepciones de acceso desigual a los beneficiones de la posguerra entre los excombatientes, la persistencia de los vínculos de la guerra y las divisiones sectarias, y la naturaleza, cada vez más clientelar, de las relaciones al interior del FMLN. Publicado poco antes de la devastadora derrota presidencial del partido en 2019, después de dos periodos de cinco años en el poder, el libro ofrece una mirada oportuna del espectacular colapso electoral del FMLN.
La investigación de Sprenkels es digna de mención no solamente por sus alcances, pero también por el acceso privilegiado del autor a espacios y conversaciones cuidadadosamente mediados dentro del FMLN. A diferencia de la mayoría de la literatura sobre la transición de posguerra de El Salvador, Sprenkels está atento a las complejas relaciones internas que estructuraron al FMLN durante el conflicto y en tiempos de paz. En lugar de destacar las trayectorias más estudiadas de los excomandantes, se centra en los cuadros medios y en los excombatientes de base, ofreciendo de esta forma un rico y elaborado relato sobre las experiencias posinsurgentes.
El libro inicia con un exhaustivo repaso general de los orígenes y operaciones de la insurgencia salvadoreña, compuesta por las estructuras militares clandestinas y el movimiento de masas, bajo el mando de un solo partido. Cada una de las cinco organizaciones político-militares/marxistas-leninistas (opm) del FMLN construyó su propia red de grupos de la sociedad civil, territorios liberados y aliados de la solidaridad internacional. Sin duda, «el movimiento de la insurgencia de El Salvador fue más que un ejército de la guerrilla».
Tras el cierre negociado del conflicto, el FMLN celebró como victoria la desmilitarización del Estado y la construcción de las instituciones de la democracia liberal. Sin embargo, las aspiraciones revolucionarias de los insurgentes permanecieron dolorosamente insatisfechas. La dirección del FMLN aprovechó con éxito los programas gubernamentales y la ayuda internacional, y presionó ampliamente en el extranjero para obtener beneficios adicionales para los excombatientes. Aún así, las estructuras partidarias mediaron recursos limitados. «Muchos subgrupos e individuos fueron dotados de manera desigual de las oportunidades de la paz», escribe Sprenkels. Los veteranos rurales con menores niveles educativos y miembros de las opm marginados fueron los menos favorecidos. Por ejemplo, el predominio de las fpl y de los cuadros del Partido Comunista Salvadoreño (pcs), en el FMLN de la posguerra, significó que esas redes tendieran a ser privilegiadas cuando se trataba de presentar candidatos para la campaña electoral y colocar trabajadores en el sector público. Además, el cambio hacia el trabajo electoral se inclinó a la burocratización y centralización. La dirección del partido se mantuvo en las manos de los excomandantes, ahora concentrados en gran medida en San Salvador y que experimentaron una relativa movilidad social ascendente. De acuerdo con Sprenkels, la diferenciación interna se convirtió en «una de los rasgos definitorios de la posinsurgencia».
La transición del FMLN a la política electoral estuvo llena de crisis. Los noventa vieron exacerbadas las rupturas ideológicas entre las opm. Los conflictos surgieron entre las corrientes reformistas y ortodoxas, lo que provocó la deserción y expulsión de los disidentes. En el nombre de la unidad, el FMLN acordó disolver sus facciones de las opm, pero Sprenkels revela cómo las lealtades y antagonismos históricos han seguido siendo determinantes esenciales de la política interna del partido y de las dinámicas del movimiento social.
«Diferentes conflictos en y alredor del FMLN fueron comúnmente “reexpresados” en las arenas institucionales particulares controladas por los exinsurgentes», anota, entre ellas las repoblaciones de comunidades campesinas. Estos asentamientos rurales, bases muy importantes de los insurgentes, fueron establecidos durante la guerra, a través de caravanas, desde los campos de refugiados a los anteriores poblados arrasados por el conflicto. Sprenkels dedica un capítulo al estudio etnográfico de la comunidad repoblada de Ellacuría, en Chalatenango. Detalla la relación cercana entre estas comunidades y las estructuras de las opm correspondientes, así como los resultados desiguales de la reconstrucción.
Sprenkels insiste que «un énfasis en el neoliberalismo no debería oscurecer la complicidad del legado de las opm en generar las desigualdades actuales en las repoblaciones». Contra las versiones que colocan en primer plano el impacto de la reestructuración económica de la posguerra, liderada por los Estados Unidos, subraya la importancia de los exactores revolucionarios y sus relaciones con y dentro del FMLN en el «vaciamento de las promesas igualitarias de la ex “República Popular de Chalatenango”». No obstante, la implementación de reformas neoliberales antidemocráticas por parte del gobierno de derecha –desde la privatización y desregulación haste la dolarización y libre comercio– constituye en gran parte el tácito telón de fondo de la exploración de Sprenkels sobre la transición de posguerra en la comunidad Ellacuría y más allá.
El libro, sin duda, se beneficiaría de un reconocimiento más explícito del ajuste estructural, que generó las desesperadas condiciones económicas que esperaban, en tiempos de paz, a los exinsurgentes. El proceso de neoliberalización ayuda a clarificar el papel central de las ong como proveedores de servicios en comunidades repobladas, y por qué muchas de las iniciativas económicas de la reconstrucción se tambalearon una vez que los fondos se acabaron. Esto también explica por qué, como observa Sprenkels, las comunidades repobladas, reforzadas por una cultura de la organización colectiva y lazos heredados de ong locales e internacionales, tendían a tener mejores resultados que sus vecinos no-insurgentes, a pesar de estas fallas. Finalmente, la reconfiguración de los modos predominantes de acumulación de capital es crucial para el análisis del por qué, como escribe Sprenkels, «la migración de la mano de obra hacia Estados Unidos constituye con mucho el más significativo fenómeno de posguerra en Ellacuría», que ahora depende en gran medida de las remesas para sobrevivir. En todo caso, la visión sin precedentes de Sprenkels en las complejidades de la política interna del FMLN distingue su trabajo de las investigaciones existentes.
Otro capítulo central del libro relata la colaboración del autor con los veteranos del FMLN para reconstruir las trayectorias de posguerra de cerca de 200 excombatientes identificados en 11 fotografías de grupos guerrilleros en tiempos de guerra. Los caminos más comunes de los veteranos de la posguerra –trabajar con el FMLN como funcionarios públicos, personal de seguridad o en ong asociadas con el partido; llenar los cupos del FMLN en la nueva Policía Nacional Civil; vivir de la agricultura en las comunidades repobladas; y migrar hacia los Estados Unidos– normalmente involucraba movilizar conexiones insurgentes. Las etnografías fotográficas también revelan el asombroso peso de la pérdida personal soportada por los sobrevivientes; 27 de 50 guerrilleros, que aparecen en una de las primeras fotos de guerra, fueron posteriormente asesinados en combate.
Sprenkels encuentra que muchos veteranos combinaron «continuar el activismo [FMLN] con una considerable desilusión y profunda desconfianza en la política de izquierda de la posguerra». La última sección del libro comprende una etnografía de tres asociaciones de veteranos del FMLN. El ascenso del partido a la presidencia, en 2009, provocó un resurgimiento en la organización de veteranos, ya que los excombatientes buscaban acceder a los nuevos beneficios públicos y programas sociales. Los grupos tenían varios grados de afinidad con el liderazgo del partido. Aún así, la mayoría percibía una distancia creciente entre los legisladores y ministros de traje y corbata y las bases del FMLN. Al igual que con otras bases del FMLN, las principales quejas que Sprenkels registró están relacionadas con la desigual e inadecuada distribución de los recursos.
Una de las contribuciones clave de Sprenkels es su análisis del clientelismo creciente dentro del partido. «Los magros resultados de reinserción condujeron a mayores demandas sobre el FMLN con el fin de procurar empleo para los cuadros de las opm y las bases», observó. Estas demandas solamente crecieron a medida que las ganancias electorales nacionales del FMLN abrieron, en el sector público, mayores puestos de trabajos a los militantes del partido. Los veteranos enmarcaron su incorporación a la administración pública como un cumplimiento de la deuda histórica, cada vez más borrosa la línea entre solidaridad y patrocinio.
El relato sobrio de Sprenkels se resiste al romanticismo, pero también evita las equivalencias superficiales del parloteo neoliberal posideológico propugnado por el actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Sin duda, la lucha no fue un proceso sin recompensas, y muchos veteranos siguen involucrados en la política del FMLN. Sin embargo, su investigación es clave para el entendimiento de los descontentos, divisiones y vulnerabilidades latentes que, después de dos victorias presidenciales consecutivas, ayudaron a alimentar el reciente declive político del FMLN.
El inesperado fallecimiento de Sprenkels nos ha privado trágicamente de uno de los más grandes estudiosos y aliados de El Salvador. Sprenkels, tan generoso en vida, nos deja un regalo realmente valioso con su última publicación. Provocativo y profundo, Después de la insurgencia seguramente se convertirá en un texto fundamental para el estudio de la lucha revolucionaria de El Salvador y su legado.
Traducción al español por Miroslava Arely Rosales Vásquez
Hilary Goodfriend es una escritora e investigadora radicada en la Ciudad de México, donde es estudiante del Doctorado en Estudios Latinoamericanos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es integrante del comité editorial de NACLA.