Palestina y América Latina: Lazos profundos por experiencias comunes

Desenvolviendo las múltiples solidaridades que se encuentran en nuestro continente y que han confluido en apoyo de la vida y la dignidad palestina.

August 27, 2024

Un grafiti que representa a la luchadora por la libertad palestina Leila Khaled con una cita suya: "Donde hay represión, hay resistencia. (The Palestine Poster Project Archives)

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Este es la segunda entrega de una serie de artículos sobre movimientos de solidaridad entre América Latina y Palestina. Leer el primer artículo de la serie aqui.

Si nos guiamos por lo que publican los grandes medios, en América Latina no existe un movimiento de solidaridad con Palestina comparable con las enormes manifestaciones en las ciudades europeas y estadounidenses. En efecto, no han habido acampadas, salvo notables excepciones, ni las multitudinarias marchas de cientos de miles que ganaron las calles de los países del Norte en contra del genocidio.

Sin embargo, sería una mirada superficial que deja de lado lo fundamental: las naciones y sociedades de América Latina tienen una historia colonial común con las demás del Sur Global. Sufren algunos problemas similares como la dominación de las grandes naciones del Norte y mantienen extensas relaciones con Palestina y con los miles de migrantes de ese país que han llegado a esta región.

Dejemos hablar a los mapas, en particular el de los países que tienen relaciones diplomáticas con Palestina. En el Sur Global, salvo excepciones, todos los países tienen relaciones con Palestina. En el Norte Global, salvo excepciones, nadie las tiene. Sólo Panamá y Camerún, en América Latina y África, rechazan relacionarse con Palestina. En tanto, en el Norte Global, Islandia y Suecia han establecido relaciones y ahora se aprestan a hacerlo España, Eslovenia, Irlanda y Malta.

La mayoría de los países de Europa del Este también reconocen a Palestina. Debe recordarse que nunca pertenecieron al Norte Global y que son las poblaciones con menor nivel de ingresos de ese continente, y que aún tienen relaciones asimétricas con países poderosos como Alemania, Francia e Inglaterra, además por supuesto de Estados Unidos.

Por otro lado, los países latinoamericanos figuran entre los más críticos con la ofensiva de Israel en Gaza, al punto que tres de ellos rompieron relaciones en los últimos meses. El caso más reciente es el de Colombia, cuando a principios de mayo el presidente Gustavo Petro anunció la ruptura de relaciones. “Colombia no puede ser indiferente ante el enorme e indescriptible sufrimiento humano”, expresó el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Meses antes lo había hecho Bolivia, por los "crímenes de lesa humanidad cometidos contra el pueblo palestino", según explicó el canciller Freddy Mamani, y poco después Belice hizo lo mismo. Venezuela había dado ese paso ya en 2009, también en relación al ataque militar israelí a Gaza. Además, varios países latinoamericanos han llamado a consulta sus embajadores en Israel, como Chile, Brasil y Honduras, medida que se considera previa a la ruptura de relaciones diplomáticas. En total, son once los países de la región que han pronunciado en contra de las agresiones de Israel en Gaza. Brasil, México y Perú exigieron un cese al fuego.

El panorama que presenta la región es la de voces críticas y prestigiosas muy potentes, como la del presidente Lula da Silva, que no dejan de fustigar a Israel por su negativa a un alto el fuego y en este caso de denunciar un genocidio. “Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza y con el pueblo palestino no existe en ningún otro momento histórico. De hecho, existió: cuando Hitler decidió matar a los judíos”, dijo Lula en Etiopía en febrero, en la cumbre de la Unión Africana.

Solidaridades múltiples

En la mayoría de los países latinoamericanos existen comunidades de migrantes árabes y palestinos. En Brasil hay unos diez millones de personas descendientes de libaneses, sirios, egipcios, marroquíes y palestinos, entre otros. Chile cuenta con la mayor comunidad palestina de la región con 500 mil personas, casi todos llegados luego de la Nakba. En Honduras viven 280 mil y en Colombia hay 100 mil palestinos, así como cantidades menores pero significativas en los demás países.

Una población palestina tan extensa no puede tener actitudes políticas homogéneas. No sólo predomina la diversidad sino actitudes antagónicas en no pocos casos. Así como existen sectores de la diáspora palestina que se solidarizan activamente con la población de Gaza, otras franjas se han convertido en parte de las élites y apoyan a las derechas locales, incluyendo el respaldo al golpe de Estado de 2009 en Honduras, que contó con el apoyo de la élite árabe-palestina que forma parte de las “diez familias” que financiaron la expulsión de Mel Zelaya de la presidencia.

Debe tenerse en cuenta que esos migrantes están organizados o mínimamente conectados con sus embajadas. En Chile un colectivo llamado “Comunidad Palestina en Chile” difunde diariamente noticias de la agresión israelí. Del mismo modo, todas las embajadas difunden noticias y combaten la desinformación de los grandes medios. En toda la región existen redes de información que muestran la realidad de lo que viene sucediendo en Gaza, algo que no suele suceder en el Norte Global, por lo menos con esa amplitud.

En muchos países existen comités de solidaridad permanentes con Palestina, que han convocado multitud de manifestaciones, concentraciones y plantones desde el 7 de octubre.

Surgieron algunas acampadas, como el “Campamento Antisionista Viva Palestina Libre” en Universidad Central de Ecuador (UCE); otro en la Universidad de São Paulo, la más prestigiosa de América Latina, que exige la ruptura de relaciones con Israel; y en la Universidad Nacional de México una asamblea de centenares de estudiantes, académicos y trabajadores votaron para iniciar el campamento el 2 de mayo.

“Nos dio una esperanza muy grande ver a nuestros colegas de Estados Unidos ocupar decenas y decenas de universidades y, cuando vimos la represión violenta contra ellos, sentimos la urgencia de seguir su ejemplo”, declaró un estudiante de Letras acampado en la Universidad de São Paulo en mayo.

En América Latina existe un clima político diferente al del Norte, una sensibilidad pro palestina en las sociedades pero también en las instituciones. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, defendió la "libertad" que tienen los estudiantes que acampan en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para protestar por los ataques del Ejército de Israel en la Franja de Gaza y en solidaridad con Palestina. "Es la libertad, esto está sucediendo en todos los países, sobre todo en EE.UU., aquí nada más decir que nosotros no reprimimos”, dijo el presidente, marcando un evidente contraste con los gobiernos e instituciones del Norte.

En Chile se generó un conflicto diplomático con Israel por la decisión del presidente Gabriel Boric de excluir a las empresas israelíes de la Feria Internacional del Aire y del Espacio (FIDAE), la principal feria de exhibición aeroespacial y de defensa de América Latina y una de las más importantes del mundo, que se llevó a cabo entre el 9 y el 14 de abril.

En muchos países se han creado amplias coordinaciones de apoyo a Palestina, como la Coordinadora por Palestina de Chile, un colectivo formado el 19 de octubre y compuesto por unas 70 agrupaciones de larga trayectoria en la colaboración con la causa palestina. O las recientes manifestaciones en Montevideo, en las que confluyeron decenas de agrupaciones sociales y políticas.

Los académicos de la región, por su parte, enviaron dos mensajes públicos en enero de este año. Uno es la “Carta a las Autoridades Universitarias” y la otra la “Carta de académicxs por Palestina a los gobiernos progresistas”, solicitando una postura más firme y concertada a nivel regional. Entre los destinatarios están los presidentes de Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, México, Honduras y Venezuela.

De pueblo a pueblo

Varios pueblos originarios de la región, desde Mapuches hasta Zapatistas, se han solidarizado con el pueblo palestino. Tienen historias comunes bajo el colonialismo y ahora sufren similares agresiones por parte de los Estados hegemónicos; resisten el imperialismo y el neoliberalismo. Estas vivencias en común, que van mucho más allá de los pueblos originarios, confluyen en la denuncia del imperialismo estadounidense. Las armas que asesinan a los pueblos de Chile y Colombia provienen en gran medida de Israel, país que ha jugado un papel destacado en las guerras contra los pueblos asesorando a regímenes autoritarios y dictaduras.

El caso de Guatemala revela la participación de Israel en los genocidios y masacres de nuestros pueblos. En 1982 se calculaba que el número de asesores israelíes en Guatemala era de alrededor de 300, especialistas en inteligencia, seguridad y comunicaciones, así como personal militar de entrenamiento, según un amplio reportaje del diario El Salto.

Bajo la dictadura del general José Efraín Ríos Montt, responsable del asesinato de 200 mil personas, de 45 mil desaparecidas y de haber arrasado 500 aldeas, Israel era el principal proveedor de armas y el “amigo número uno de Guatemala en el mundo”. Desde principios de 1977 Israel le había facilitado a Guatemala 50.000 fusiles Galil, un millón de cartuchos, 15 aviones Arava, cinco helicópteros y mil ametralladoras, en acuerdo con Estados Unidos, durante el tiempo que duró la guerra civil y se firmaron los acuerdos de paz en 1996.

Señala el informe de El Salto:

Los asesores israelíes colaboraban con los agentes de seguridad guatemaltecos para cazar a los grupos rebeldes clandestinos… entrenaban en realidad a las tropas de élite conocidas como kaibiles, que desde la segunda mitad de 1981 comenzaron a masacrar sistemáticamente a la población que apoyaba o simpatizaba con la insurgencia. Entre 1981 y 1983 miles de personas fueron asesinadas o desplazadas por los kaibiles, que cometieron violaciones sexuales, torturas, mutilaciones, golpearon bebés contra las piedras y arrasaron cientos de aldeas haciéndolas desaparecer.

Un libro de Milton Jamail y Margo Gutiérrez aparecido en 1990 recoge las palabras de asesores militares israelíes a aprendices guatemaltecos: “Traten a los indios como nosotros tratamos a los palestinos: no confíen en ninguno de ellos”.

A través de estos ejemplos pueden comprenderse las razones por las cuales la sensibilidad latinoamericana está conectando vivamente con el pueblo palestino. Por un lado, porque han tenido experiencias históricas similares, como el colonialismo y el imperialismo. Por otro, porque en los conflictos internos recientes el estado de Israel tomó partido activamente por las dictaduras que masacraron pueblos, algo muy difícil de olvidar por la brutalidad de esos regímenes.

Es posible que la gravedad de la situación en Gaza, guerra que amenaza extenderse a otros países de la región, contribuye a la consolidación del sector más activo de la diáspora palestina como núcleo de la solidaridad en estrecha alianza con los movimientos sociales de la región.


Raúl Zibechi es escritor, educador popular y periodista. Ha publicado 20 libros sobre los movimientos sociales y escribe para varios medios latinoamericanos que incluyen entre otros La Jornada, Desinformémonos, Rebelión y Correo da Cidadania.

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