Politización feminista, freno de emergencia en Argentina

El candidato ultraderechista Javier Milei se enfrentará a Sergio Massa en una segunda vuelta electoral en Argentina el 19 de noviembre. Un análisis feminista pone de relieve lo que está en juego en la votación.

November 14, 2023

Detalle de un afiche para el 28 de septiembre, Día de Acción Global por el acceso al aborto legal y seguro, en Argentina. (Diseño por Sol Gey @Solgey)

Este artículo fue publicado originalment por Ojalá

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Javier Milei es el representante vernáculo de una saga planetaria de liderazgos de ultraderecha. Basta ver la campaña que le hizo el periodista favorito de Donald Trump, Tucker Carlson, y el abrazo de oso de la familia Bolsonaro. Sin embargo, hay dos cuestiones que le dan a la franquicia argentina de la ultraderecha transnacional un terreno singular en el que moverse. Por un lado, la importancia de un movimiento feminista transversal y de masas, que está presente dentro y fuera de las organizaciones sociales y políticas, y que juega en las calles y en las urnas. Por otro, también está la crisis económica marcada por el dúo deuda e inflación 
Estos dos puntos sobresalientes de la realidad argentina alteran la fisonomía del fenómeno de la extrema derecha. Juegan un papel a la hora de explicar el alivio —al menos momentáneo— de haber frenado a La Libertad Avanza, la coalición de Milei, en las elecciones generales, después de que su candidatura ganara sorpresivamente las primarias obligatorias (PASO) el 13 de agosto. 

Pero volvamos a los elementos singulares que señalamos más arriba porque es a esa conjunción llamamos politización feminista: a una manera de empujar y visibilizar la crisis en los modelos patriarcales de relacionarnos y a conectarla con la crisis económica que profundiza cada vez más la devaluación de ingresos y las jornadas múltiples de trabajos informalizados, o formales pero insuficientes en su remuneración. 

Tenemos que considerar la desesperación económica de la precariedad de todos los días junto a la politización feminista a la hora de hacer análisis de la remontada contundente y contextual de Massa. Es necesario comprender la articulación entre la economía cotidiana y las formas en que el movimiento feminista viene interviniendo en múltiples planos.

La politización feminista ha sido clave para desarmar ese binarismo entre política y economía (según el cual uno u otro elemento explicaría el triunfo de Milei en agosto y su caída en octubre) y para conjugar interpretaciones micropolíticas con fenómenos de masas. En los últimos años, la politización feminista ha trabajado para hacer de la sensibilidad por los fenómenos cotidianos y las formas de sostener la vida en contextos de violencia una cantera de diagnósticos políticos y de articulaciones con capacidad de intervenir en la coyuntura. 

Esto ha sido clave en la composición de memorias que han alterado incluso el relato de la transición democrática, hilando calendarios y momentos que durmieron mucho tiempo en los anaqueles de la marginalidad histórica. Este 2023, Argentina celebra 40 años de recuperación democrática tras la derrota popular de la dictadura, por lo cual la posibilidad de triunfo de un negacionista sería una situación histórica más que perturbadora.

La candidata a vicepresidenta de Milei, Victoria Villarruel, hace campaña negando el terrorismo de estado, reivindicando los genocidas y, ahora, reclamando la restauración del servicio militar obligatorio. Es decir, atacando un consenso popular de las luchas de derechos humanos, protagonizadas por Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que son un acervo de resistencia y ética indiscutible en nuestro país.

Proponemos “constelar” algunos elementos que, desde nuestra perspectiva, han jugado un papel fundamental en la remontada de Massa en las urnas, en la manera en que el exitismo precoz de la ultraderecha pretendía acabar en primera vuelta. Subrayamos el trabajo de la confrontación política en los medios, en las casas y en las calles que desde el 14 de agosto se activó como campo de batalla. 

Un ejemplo del que fuimos parte como Colectivo Ni Una Menos junto a Mujeres Que No Fueron Tapa (MQNFT) es la campaña gráfica que ilustra esta nota. A partir de consignas que disputan el contenido de la palabra libertad, produjimos un texto colectivo capaz que asocia libertad con derechos que hacen a la vida cotidiana. Libertad es que gracias a la educación sexual integral muchas niñeces y adolescencias se hayan animado a denunciar abusos o que libertad significa poder jubilarse como ama de casa gracias al reconocimiento de trabajo de cuidados.

Sigamos: nos interesa profundizar cómo se produjo esa activación sensible y política que tuvo en el voto de las mujeres y población Lgbtqi (aunque no sólo) un freno de mano clave ante el peligro de destrucción colectiva que en las palabras de Milei y Villarruel, su candidato a jefe de gobierno de Buenos Aires Rodrigo Marra y la diputada electa Lilia Lemoine se hizo explícito hasta el extremo.

Detalle de un afiche para el 28 de septiembre, Día de Acción Global por el acceso al aborto legal y seguro, en Argentina. (Diseño por Sol Gey @Solgey)

Tres claves feministas contra la ultraderecha

Vamos entonces al ejercicio retroactivo de entender una activación que juntó votos, tomó la calle e irrumpió en la conversación pública. 

El primer elemento es la propuesta de libre portación de armas y los femicidios. La propuesta de Milei quería ser el modelo de la guerra de todos contra todos, para capturar la gran preocupación ciudadana de la inseguridad. Sin embargo, eso que se esperaba que prenda como pólvora fue rebatido desde la preocupación de las madres: proponer que los pibes vayan con armas a la escuela se les volvió en contra. 

Podríamos agregar que es una preocupación que viene atravesando el debate sobre los femicidios. Como lo han estudiado Aldana Romano y Julián Alfie, ambos integrantes del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), el 97 por ciento de los usuarios registrados para portar armas son varones, y uno de cada cuatro femicidios es cometido con armas de fuego. 

La negación de la existencia de femicidios por parte de Milei en el segundo round del debate prendió un sentido de alarma en las mujeres que desde 2015 han hecho de esta cuestión un reclamo generalizado. 

Fue atajada, y su peligro fue alertado desde una figura transclasista inesperada: las madres y las mujeres que no dejan de ser testigos del horror de los femicidios. La politización de la violencia en las casas tuvo resultados en las urnas.

El segundo elemento es el de la des-responsabilización de la paternidad y la cuota alimentaria. El anuncio de un proyecto de ley de Lemoine de “notificar” a los padres de un embarazo para darles la opción de reconocer la paternidad generó una ola de indignación masiva que atravesó la conversación en muchos ámbitos. 

¿Qué reflejo sensible se activó y cómo fue entrenado por una politización feminista que se compone de militancia territorial en las organizaciones, de discusiones y asambleas pero también de políticas públicas? 

El proceso de politización de la maternidad se arraiga en la militancia de muchos colectivos frente al incumplimiento de la cuota alimentaria, que es una forma de renunciar a la paternidad de hecho. También lo hace en la lucha contra el sobreendeudamiento de quienes trabajan sin remuneración en combinación con trabajos mal pagados. 

Las mujeres se endeudan para vivir y sostener a sus familias, se empobrecen y se sobreocupan. El año pasado, el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires presentó una primera medición que arrojó datos impactantes, entre ellos: casi 7 de cada 10 padres incumplen la cuota alimentaria o lo hacen de manera irregular.

Cabe mencionar, también, la incorporación al Instituto Nacional de Estadística y Censos del “Índice de crianza”, una medición del costo de cuidar, como herramienta social y judicial para mostrar por qué la pobreza está feminizada.

Se trata de un vocabulario y unas luchas feministas que han puesto el dedo en la llaga sobre cómo la precariedad se une con un régimen moral y con mandatos de género que obligan a las mujeres. Cuestionar por qué ser madre está penalizado con la pobreza es una forma de poner otra imagen de libertad, de poder maternar sin que ello signifique ser pobre. Es un rechazo a una libertad patriarcal de des-responsabilizarse de la crianza y la manutención de los hijos. 

El tercer elemento es de los cuidados. En el mismo sentido se podría hablar de la negación de la brecha salarial que hizo Milei en varias declaraciones públicas. Esa brecha de género se evidencia también a la hora de alquilar una vivienda, a la hora de conseguir empleo, a la hora de poner el cuerpo para sostener un comedor o un merendero o de hacerse cargo de familiares enfermos. 

Estos cuidados adquirieron en el momento de la pandemia un espesor dramático. No sólo atravesaron los llamados trabajos esenciales, sino que se convirtieron en una caja de herramientas para que aquello que el movimiento feminista venía denunciando se volviera sentido común en la emergencia.

Detalle de un afiche para el 28 de septiembre, Día de Acción Global por el acceso al aborto legal y seguro, en Argentina. (Diseño por Sol Gey @Solgey)

Centrarnos en la microeconomía

Nos quisimos centrar en estos temas que desde el análisis de algunos intelectuales sólo refieren a una microeconomía de puertas adentro de la casa. Esas puertas dejaron de estar cerradas. Lo micro es un modo de la capilaridad que permite explicar fenómenos de millones de personas. 

Cuando la centralidad de la economía doméstica, que es la principal caja de resonancia de la inflación, es descartada como ámbito de politización y conflictividad concreta, nos perdemos demasiada información. 

Claro que es más fácil culpar al feminismo de la frustración de los varones jóvenes ante un futuro hostil, culparlo también del resentimiento de las masculinidades a duras penas proveedoras y acusarlo de banalizar la agenda de derechos sexuales y reproductivos como si fueran lujos extravagantes. 

El feminismo tiene un capital político que se quiere invisibilizar una y otra vez y que, sin embargo, contiene la posibilidad de activación de unas sensibilidades que se traducen en batallas concretas.

Fue así que se pusieron a disposición imágenes y fraseos de la libertad colectiva y democrática, como las que mencionamos. Compitieron con el terrorismo financiero de la corrida del dólar y la utopía reaccionaria de los hombres armados. 

Este último sábado se celebró la 32 Marcha del Orgullo, con una asistencia de más de un millón y medio de personas en Buenos Aires. Su consigna fue: “¡Ni un ajuste más, ni un derecho menos!”

No pasó Milei en la primera vuelta. Sus números fueron mucho más bajos que en las primarias por razones que señalamos en este texto. Sin embargo, en la semana siguiente a las elecciones generales, la alianza celebrada por Milei con la fuerza política del ex presidente Mauricio Macri -quien tomó la deuda con el Fondo Monetario Internacional en 2018- reordenó una coalición de las fuerzas de derecha y ultraderecha. 

Las predicciones de estos momentos dicen que la moneda está en el aire a nivel de los números. Seguimos atentas y activas en las calles, las casas y las aulas para prevenir que la fuerza ultraneoliberal, negacionista y fascista gane el próximo 19 de noviembre.


Verónica Gago es militante feminista, profesora en universidades públicas de Argentina y editora.

Luci Cavallero es militante y investigadora feminista. Ambas son integrantes del colectivo Ni Una Menos.

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