Traducción del inglés al español por María Eugenia Vázquez-Semadeni.
Una versión anterior en inglés fue publicada en Jacobin.
El candidato de izquierda, Gustavo Petro, enfrenta en la segunda vuelta al populista de extrema derecha, Rodolfo Hernández, para la presidencia de Colombia. Como era de esperarse, los grupos tradicionales de poder se están alineando para apoyar a su oponente, quien se ha autoproclamado “antiestablecimiento.”
Tras la primera ronda de las elecciones presidenciales colombianas del 29 de mayo, hubo varias buenas noticias para la izquierda. Un análisis comparativo entre los datos de las dos últimas elecciones (2018 y 2022) muestra la fortaleza política del candidato de izquierda, Petro, y su compañera de fórmula, Francia Márquez.
En nuestra opinión, los resultados de la primera vuelta confirman que Petro todavía tiene una gran oportunidad de ganar la presidencia si es capaz de explotar sus fortalezas y ajustar rápidamente su estrategia para enfrentarse a un oponente inesperado y poco convencional: el populista de derecha, Hernández.
Un Giro a la Izquierda
El ascenso de Petro este año comenzó cuando su partido político, Pacto Histórico, recibió la mayoría de votos en las elecciones legislativas de marzo. Esta fue la primera vez que la izquierda obtuvo la mayor proporción de votos para el Congreso. De ahí, Petro pasó a ganar la primera vuelta de las elecciones presidenciales con alrededor de 8.5 millones de votos, es decir, el 40,3 por ciento. Esta fue una mejora significativa en comparación con 2018, cuando Petro ocupó el segundo lugar en la primera vuelta con 4,8 millones de votos, el 25 por ciento.
Este año, Petro ganó 412 de los 1124 municipios, mientras que en 2018 solo ganó 255. También aumentó su proporción en el voto total en 1058 municipios. En otras palabras, en comparación con 2018, Petro obtuvo una mayor proporción de los votos en el 94 por ciento de los municipios de Colombia. Su porcentaje de votos disminuyó únicamente en 64 municipios (cinco por ciento del total), y solo nueve municipios cambiaron de él a Hernández.
Aun más impresionante es que Petro logró voltear las preferencias en 127 municipios (más del 10 por ciento) que habían votado por el candidato de derecha, Iván Duque, en la primera vuelta de 2018. Esos municipios se concentraban principalmente en la parte occidental del país, el sur y el Caribe. Petro también obtuvo otros 39 municipios donde en 2018 habían ganado candidatos rivales, sumando un total de 166.
Base de Apoyo de Petro
La fórmula Petro-Márquez ganó en ciudades como Bogotá, Cali, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Valledupar, Ibagué, Neiva, y Pereira, y recibió un apoyo abrumador en las zonas más marginadas y rurales de Colombia. Nuestro análisis estadístico, para el que tuvimos el apoyo de Laura Ortíz, de la Universidad de los Andes de Colombia, muestra una fuerte correlación entre la proporción de votos de Petro y el porcentaje de personas que viven en la pobreza a nivel municipal. Esta correlación ya era visible en 2018, pero este año fue más pronunciada.
En las regiones más pobres de Colombia, como La Guajira, Cauca (de donde es Márquez), y Nariño, Petro ganó en todos los municipios. En Chocó, otra región tradicionalmente ignorada, obtuvo el primer lugar en todos los municipios excepto uno. Formadas por poblaciones mayoritariamente afrocolombianas e indígenas, estas regiones votaron con mayor entusiasmo por un cambio progresista. Esperan que la victoria de Petro-Márquez haga que el gobierno nacional esté atento a sus necesidades y demandas sociales, y tengan por primera vez, representación en el gobierno nacional.
El Voto a Hernández
Puede que la victoria de Petro en la primera vuelta no haya sido sorprendente, ya que sus puntajes en las encuestas durante la campaña promediaron el 40 por ciento. Sin embargo, sigue siendo un logro histórico en un país en el que, durante mucho tiempo, la derecha ha utilizado la violencia para eliminar a la izquierda, o para evitar que obtenga el poder por medios democráticos a nivel nacional. Tanto Petro como Márquez han enfrentado amenazas de asesinato.
La verdadera sorpresa de la elección fue el gran éxito de Hernández, quien obtuvo el segundo lugar con 5,9 millones de votos (28,1 por ciento), superando apenas a Federico Gutiérrez (5 millones de votos, 23,9 por ciento), candidato de derecha de los grupos que tradicionalmente han estado en el poder. Como resultado, ahora Petro se enfrenta a Hernández en la segunda vuelta para decidir la presidencia, que se llevará a cabo el 19 de junio.
La derrota de Gutiérrez reveló cuánta animadversión existe en el electorado colombiano contra los grupos de poder establecidos. También presenta un desafío adicional para la campaña de Petro-Márquez. Gutiérrez contaba con el apoyo de los partidos políticos tradicionales, así como con el respaldo implícito del actual, y profundamente impopular, presidente Iván Duque, lo que lo convirtió en blanco fácil de las críticas. En cambio, Hernández surgió como un candidato poco conocido, que capturó una parte del electorado insatisfecho que Petro esperaba conquistar en la segunda ronda.
Hernández es un magnate de los negocios, de 77 años de edad, ex alcalde de Bucaramanga, una ciudad en el oriente de Colombia que cuenta con medio millón de habitantes. Él aprovechó el declive político de la derecha tradicional colombiana para destacar en las encuestas con un mensaje simplista y populista de “anti-corrupción” y “anti-sistema,” impulsado por TikTok. Fue el mismo tipo de estrategia que antes fue exitosa para los populistas de derecha “antiestablecimiento” como Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil.
Igual que sucedió con Trump y Bolsonaro, la retórica de Hernández va en contra de su historial. Él está inmerso en su propio caso de corrupción por otorgar contratos de manera irregular cuando fue alcalde, por lo que enfrentará un juicio el 21 de julio. Si es declarado culpable, es posible que ni siquiera pudiera asumir el cargo de presidente.
Así como Trump, Hernández se jacta de su riqueza y ha asegurado que no se está postulando a la presidencia para beneficio personal. También proyecta una personalidad autoritaria y machista mediante el uso de lenguaje obsceno, dando la falsa impresión de que es una persona muy directa en lugar del fanfarrón deshonesto que en realidad es. Hernández incluso golpeó a un miembro del concejo de Bucaramanga por cuestionarlo sobre otro caso de corrupción que involucra a su hijo.
Estilo vs. Sustancia
Estas payasadas ciertamente atraen a muchos colombianos políticamente descontentos, que están insatisfechos con los grupos que tradicionalmente han detentado el poder. Sin embargo, la base electoral de Hernández no parece ser tan leal como la de Trump. Esto significa que algunos de sus votantes de la primera vuelta bien podrían cambiar de opinión.
Esta divergencia puede jugar a favor de Petro. Su base electoral es más sólida y tiene propuestas más concretas que ofrecer a los colombianos en varios temas importantes. Los vagos ataques de Hernández a la corrupción solo sirven para desviar la atención del público de su autoritarismo y falta de políticas concretas.
En política económica, por ejemplo, Petro ha propuesto nuevos mecanismos para redistribuir la tierra, a fin de que la productividad agrícola pueda aumentar. También ha enfatizado la necesidad de acelerar la transición hacia energías limpias y reducir la dependencia colombiana de las exportaciones petroleras. Además, ha propuesto aumentar los impuestos a las cuatro mil familias más ricas para volver más justo el sistema tributario del país para la mayoría. Si bien la derecha afirma que Petro llevaría a Colombia a la bancarrota y la convertiría en otra Venezuela, su agenda fiscal es bastante conservadora, pues prioriza la responsabilidad fiscal y la estabilidad macroeconómica, a fin de asegurar los ingresos que su gobierno necesita para financiar los programas sociales.
Hernández, por el contrario, no tiene programas específicos y elaborados que ofrecer. Su falta de apoyo en el Congreso y su carácter autoritario le harían muy difícil gobernar como presidente. Los detractores de Petro, tanto en Colombia como en Estados Unidos, lo acusan de ser un “terrorista marxista”, pero es Hernández quien ya se ha revelado cuan autoritario podría llegar a ser. Ha propuesto disolver el Congreso durante los primeros tres meses de su presidencia e incluso ha comenzado a emitir proyectos de decretos para eliminar varios cargos estatales.
Las imprudentes o extravagantes acciones de Hernández no paran ahí. Ha pasado de proclamarse fanático del “pensador alemán Adolfo Hitler”—luego dijo que se refería a Albert Einstein—a prometer reducir a la mitad el precio de la gasolina y los peajes para que todos puedan visitar la costa. Hernández también se ha permitido arrebatos misóginos, preguntando por qué las mujeres deberían trabajar en el gobierno en lugar de quedarse en casa, y ha descrito a las venezolanas como “una fábrica de chinos pobres”.
La Opción Segura Para la Democracia Colombiana
Dadas las recientes revelaciones que diferentes medios han hecho acerca del historial y las propuestas de Hernández, paradójicamente es Petro—al que sus opositores de derecha han acusado durante mucho tiempo de autoritarismo y radicalismo—quien ahora representa una opción de cambio más segura, más institucional, y más democrática que Hernández. Aunque ha obtenido el apoyo de los grupos que tradicionalmente han detentado el poder en Colombia, Hernández no ofrece ninguna garantía de que se respetarán las normas democráticas, ni ningún compromiso de fortalecer las instituciones públicas colombianas y la democracia.
Con Gutiérrez fuera de la contienda, los políticos tradicionales de derecha se apresuraron a respaldar a Hernández. Tan pronto como supo los resultados, el propio Gutiérrez anunció que votaría por Hernández. El expresidente Álvaro Uribe y algunos miembros de su partido, Centro Democrático, también hicieron rápidamente público su apoyo a Hernández.
Entre los centristas ha habido una mayor división de opiniones. Sergio Fajardo, el candidato centrista que quedó en cuarto lugar, ha manifestado mayor simpatía por Hernández que por Petro. Sin embargo, Luis Gilberto Murillo, su compañero de fórmula para la vicepresidencia, se ha sumado a la campaña de Petro. Esta es una diferencia significativa respecto a 2018, cuando Fajardo pidió a sus seguidores que votaran en blanco, lo que benefició a Duque y perjudicó a Petro. Con este reacomodo de las fuerzas políticas, Hernández enfrenta la contradicción de presentarse a sí mismo como “el candidato del cambio”, contrario a los grupos de poder establecidos, y al mismo tiempo estar siendo respaldado por los mismos políticos y partidos que personifican a esos grupos.
Dado que Petro ha servido en el Congreso por décadas, él podría aparecer ahora, de una manera diferente, como un miembro de los grupos que tradicionalmente han estado en el poder. Pero la izquierda colombiana siempre ha sido excluida de la presidencia, ya sea por la fuerza o por otras medidas extralegales, de modo que Petro puede presentarse como candidato “antiestablecimiento” de una manera más convincente que Hernández. Y esto aplica aún mejor para su aliada Márquez, quien nunca ha sido parte del Congreso.
En este sentido, la campaña de Petro se parece un poco a la de Bernie Sanders en las elecciones primarias del partido Demócrata de Estados Unidos en 2016 y 2020. Durante gran parte de su carrera, Sanders fue un socialista autoproclamado e independiente, y después se unió al partido Demócrata, pues era la única forma viable de tener oportunidad de ganar la presidencia. Sin embargo, en el proceso se volvió parte del duopolio bipartidista tradicionalmente respaldado por las corporaciones, contra el cual había hecho campaña.
Los resultados de la primera ronda provocaron, al principio, cierto pesimismo en los círculos de izquierda tanto en Colombia como en el extranjero. No obstante, las primeras encuestas de opinión realizadas después de la primera vuelta muestran que Petro y Hernández están estadísticamente empatados para la segunda vuelta. Para que Petro y Márquez ganen, la dinámica regional será importante. La campaña del Pacto Histórico necesita asentarse rápidamente sobre una nueva estrategia.
Dicha estrategia puede consistir en incrementar sus márgenes de la primera vuelta en áreas donde ya les fue muy bien, como Bogotá, el Caribe, y el Pacífico, o competir con Hernández por los votantes en regiones potencialmente cambiantes, como Boyacá, Huila, Tolima, y Cundinamarca. Aunque Hernández ganó en esas regiones, no fue por un margen significativo.
Idealmente, el Pacto Histórico debería enfocarse a hacer ambas cosas, pero el tiempo es escaso y el rango de estrategias posibles disminuye día a día. En la primera vuelta, la principal motivación para votar por la fórmula Petro-Márquez fue la esperanza de una sociedad más igualitaria. Esta vez, es probable que los votantes de Petro estén también motivados por la necesidad de preservar los estándares mínimos del ya defectuoso sistema democrático colombiano.
En otras palabras, esta segunda ronda presidencial se asemeja a las próximas elecciones brasileñas entre Luiz Inácio Lula da Silva y Bolsonaro. Sin embargo, a diferencia de Lula, quien se ha movido hacia el centro desde que fue presidente, o Joe Biden cuando se postuló contra Trump en 2020, Petro no sólo protegerá la democracia electoral de Colombia contra una amenaza de extrema derecha. También es probable que presione mucho más que Lula o Biden por un cambio social progresista.
Mikael Wolfe es profesor asociado de history en Stanford University.
Christian Robles-Baez es un candidato de doctorado en historia en Stanford University.