Jóvenes lectores de la derecha argentina

Mientras el mundo del libro de los “políticamente incorrectos” pasa de nicho a la masificación, la batalla cultural de la derecha radicalizada atrae una nueva generación de seguidores.

April 2, 2024

Un lector echa un vistazo a "Generación Idiota", de Agustín Laje, mientras espera para entrar en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, mayo de 2023. (IVÁN SUASNABAR)


Este artículo fue publicado en inglés en la edición de primavera de 2024 de nuestra revista trimestral NACLA Report.


El miércoles 3 de mayo de 2023, el joven intelectual de derecha Agustín Laje presentó su última publicación Generación idiota en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Al presentar el evento, el director editorial de Hojas del Sur tomó el micrófono del atril, saludó a los más de mil jóvenes que colmaban la sala José Hernández, la más grande de la Feria, y les pidió que levanten en alto sus libros. Cientos de ejemplares de este y otros libros del autor—como El libro negro de la nueva izquierda escrito con Nicolás Márquez y Los mitos setentistas—fueron mostrados con entusiasmo para una foto icónica que transmitía lo que estos libros significan para sus lectores.

Como comentó su editor en un posteo en sus redes, el libro presentado era una guía para comprender la nueva realidad mundial. Y no solo eso: “‘Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?… Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro’, como dijo Kafka. Generación idiota es esa nueva hacha. Un libro dedicado a los jóvenes que no pudieron idiotizar, a los jóvenes que ansían y que buscan un mundo mejor, y que están dispuestos a librar la batalla de la libertad: Generación idiota es ese libro incómodo para muchos, pero que llegó para hacer pensar”. Desde una narrativa similar, en el cierre de su intervención aquella tarde, Agustín Laje le pidió a su auditorio que se tome en serio sus libros. Que no se limiten a ver sus videos de YouTube o de Tik Tok—editados para captar la atención y hacer circular sus ideas en redes sociales—sino que valoricen al libro como herramienta para la formación, porque es a través de estos artefactos desde donde aspira a que su público desarrolle la batalla cultural de la nueva derecha.

Tomando como punto de partida el mundo del libro y sus alcances, desde 2018 nos adentramos en eventos y espacios de sociabilidad de derecha, cuando este fenómeno de creciente popularidad de autores e influencers que se presentan como “políticamente incorrectos” apenas emergía y era pensado como parte de una subcultura marginal, intensa en el entorno digital, pero incapaz de tener peso político. Gran parte de las aproximaciones por parte de colegas de las ciencias sociales y del periodismo catalogaban a esta “subcultura juvenil” como un conjunto intenso de varones que, al no poder lidiar con las transformaciones de la época, sobre todo con las nuevas pautas de relacionamiento en tiempos de feminismo, se “volvían” de derecha.

Repasando la investigación en clave etnográfica, nuestro trabajo de campo habilitó un registro directo del fenómeno, que transitó de lo reducido a su masificación. Desde que comenzamos a incursionar en los primeros eventos y en presentaciones de libros, el público fue creciendo a un ritmo veloz y los perfiles se volvieron cada vez más diversos, desbordando nuestras categorías y supuestos iniciales. Estos espacios de sociabilidad online y offline pueden leerse como una muestra del proceso de generación, condensación, reproducción y ampliación de ideas, emociones, valores y prácticas que conformaron el “subsuelo cultural” de un movimiento político que gobierna la Argentina desde diciembre de 2023.

Asistentes a la presentación del último libro de Agustín Laje en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires muestran copias de "Generación Idiota" y otros títulos, el 3 de mayo de 2023. (EZEQUIEL SAFERSTEIN)

Agustín Laje, por ejemplo, le habla a jóvenes como Demián, un estudiante de la zona sur del Gran Buenos Aires que lo conoció a través de videos de YouTube en 2018 cuando, en el marco del debate sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo en Argentina, sus contenidos le permitieron formar una opinión contraria a dicha iniciativa. Lo mismo le sucedió a Carlos, de 21 años, que accedió a las producciones de Laje desde las redes, y luego compró y leyó El libro negro de la nueva izquierda. Este libro le ayudó a sumar fuentes y datos para participar del debate sobre la “ideología de género” y la “subversión cultural”. A su vez, Romina, de 41 años, profesional de la ciudad de Buenos Aires, leyó Los mitos setentistas y en la feria compró La batalla cultural y Generación idiota para leerlos, intercambiarlos y discutirlos con su marido. 

Hacer pensar, formarse, argumentar, analizar y discutir son algunas de las maneras en que estos autores, editores y lectores definen su vínculo con el mundo del libro. Se trata de un mundo que produce artefactos culturales que sirven para posicionarse frente a adversarios y pares en la “batalla cultural” que las derechas radicalizadas vienen proponiendo desde hace varios años, a través de posturas que se presentan como irreverentes y contra lo “políticamente correcto”. En distintos terrenos y desde distintos medios, lenguajes y soportes digitales y físicos, en tiempos recientes se ha puesto en palabras y en práctica una batalla contra toda forma de progresismo o “marxismo cultural”, un paraguas diverso que incluye desde los feminismos y la defensa de las políticas de derechos humanos, hasta los gobiernos de centro derecha, pasando por la educación pública a la que se suele considerar como un espacio de adoctrinamiento. Estos tópicos y otros que serían más urgentes, como la propuesta de una estabilización macroeconómica mediante una dolarización que ponga fin a años de crisis económica, son los que coparon la agenda en los últimos años y que forman parte del abanico de temas y propuestas de la fuerza ganadora de las elecciones presidenciales de 2023, La Libertad Avanza, de la mano del economista libertario Javier Milei.

En este cambio de época para la política mundial en general y Argentina en particular, las juventudes son protagonistas indiscutibles. Aquella histórica asociación entre juventudes y cultura de izquierdas que prevaleció en las últimas décadas merece ser revisada en la actualidad a la luz del crecimiento de las extremas derechas irreverentes y “rebeldes”. Según un estudio realizado en la Argentina por la consultora Sentimientos Públicos, el 43 por ciento de los encuestados se auto perciben como de derecha o de centro derecha. Esta percepción se acentúa en los jóvenes: mientras que los mayores son más proclives a la izquierda, en los jóvenes de hasta 26 años la identificación con las derechas se eleva de manera significativa. Los resultados electorales confirmaron esta tendencia.

La masificación de un fenómeno cultural y político

La primera vez que asistimos a una conferencia con intelectuales de extrema derecha fue el 12 de diciembre de 2018, en el tradicional Club Español ubicado en la zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires. Los protagonistas estelares eran Agustín Laje y Nicolás Márquez. Esa tarde, un fuerte diluvio puso en duda la realización de la actividad. Se temía que el mal clima perjudicara la asistencia, cosa que no sucedió. A pesar de la lluvia y los relámpagos, la convocatoria fue un éxito. Los protagonistas ingresaron al salón con sus paraguas en mano, y con gestos triunfantes ante los casi trescientos jóvenes que se habían congregado para escucharlos: un buen número para ese entonces.

Hacia ese momento, estos encuentros todavía conservaban algo de los rituales propios de los consumos de “nicho”. El público se dividía en proporciones similares entre los amigos y conocidos de los autores y quienes no tenían ninguna conexión biográfica. Como los fans de comics de pequeña tirada, o los groupies de bandas del circuito musical under, algunos jóvenes podían intercambiar unas palabras con sus referentes al término de las conferencias, y hasta arrebatarles el número de celular o el correo para seguir en contacto. La corta edad de los asistentes comenzaba a llamar la atención de los mismos autores. En el evento en el Club Español, Laje confesó que venía mentalizándose con el fin de su breve carrera intelectual, ya que los lectores que había cosechado a partir de intervenir en el debate sobre los 70 en Argentina eran en su mayoría adultos mayores. Lejos de ese pronóstico, su carrera estaba a punto de despegar.

Fue en el primer tramo de nuestra investigación, allá por 2018, cuando conocimos a Santiago, un joven de 23 años, estudiante de Ciencias Políticas en una universidad confesional privada, y activista católico. Santiago podía tolerar diferentes opiniones en materia de economía pero no negociaba lo que, en su lectura, constituían “valores esenciales” como la vida y la familia. Esos valores le habían sido transmitidos por vía de sus abuelos paternos y maternos, todos ellos ligados a la familia militar. Sus progenitores habían discontinuado esa visión heredada, pero Santiago la retomó en el plano “valórico”. En defensa de esos principios comenzó a participar activamente de las marchas “pro vida” que se organizaron en 2018 cuando se debatió en el Congreso la legalización del aborto. Y en nombre de esos principios también compró y leyó varios libros sobre los 70 de Agustín Laje y Victoria Villarruel, la actual vice presidenta, que explicaban cómo el “terrorismo subversivo” había atentado contra miles de hogares y familias argentinas.

Inicialmente, en la Argentina el fenómeno de la extrema derecha se posicionó sobre estos tópicos puntuales históricamente enarbolados por las derechas vernáculas. La discusión sobre el pasado reciente desde una relectura que propone la perspectiva de la “memoria completa” respecto de la violencia política de los años setenta es uno de los caballitos de batalla. Desde una justificación del accionar militar hasta su reivindicación o negación, los primeros libros de Nicolás Márquez, como La otra parte de la verdad, y de Agustín Laje, como Los mitos setentistas, abordaron estos temas, y permitieron la circulación de sus autores en redes sociales.

Agustín Laje (derecha) y Nicolás Márquez (izquierda) firman copias de "El libro negro de la nueva izquierda" en un evento en Madrid, España, 2018. (HAZTEOIR.ORG / CC BY-SA 2.0 DEED)

Agustín Laje le debe mucho a la discusión sobre los 70. Fue a partir de este tema que conoció a su maestro Márquez y se convirtió en su “discípulo”. Su primer libro reivindicativo de la dictadura, Los mitos setentistas, editado en 2011 por cuenta propia, lo volvió conocido en el mundo militar y le dio la llave de acceso a redes nacionalistas y católicas que le permitieron viajar por fuera de Córdoba, su provincia natal. Entre quienes siguen los pasos de Agustín “desde siempre” los 70s importan y mucho. Tener conocimiento de la “otra cara de la verdad —esa parte de la historia argentina que “no te enseñan en el colegio”—permite distinguir a los lectores avezados de los amateurs, a los seguidores de la primera hora de los recién llegados al mundo de las derechas.

Sin embargo, el tópico que los hizo más conocido es la posición que busca resguardar los valores tradicionales de la familia heteronormativa, a partir de una concatenación de argumentos y causas en oposición a la llamada "ideología de género", un concepto acuñado inicialmente en debates católicos en los años noventa que ha aglutinado ecuménicamente a religiosos y laicos en su ofensiva. En el marco de los debates sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo de 2018, la denuncia contra la “ideología de género” comenzó a funcionar como articulador para la reacción y el activismo contra los feminismos, las políticas de salud sexual y reproductiva y la educación sexual integral en las escuelas. El auge de la movilización feminista y las discusiones públicas y políticas que estas luchas habilitaron, tuvieron su correlato reaccionario en distintos espacios y producciones culturales que las discutieron.

Paulatinamente, sobre todo a partir de los siguientes libros de Laje, estos tópicos fueron convergiendo hacia una propuesta programática más amplia y menos anclada en temas nacionales, en articulación con temáticas que trascienden las fronteras y los hacen más abarcativos, permitiendo su masificación e internacionalización. La hipótesis de que la izquierda, pese a haber fracasado políticamente, triunfó en términos culturales, permite a los ideólogos derechistas plantear la necesidad de disputar sus ideas, ante todo, en el frente cultural. La relectura gramsciana acerca de la disputa hegemónica se ensalza con una dinámica filosófica basada en la diferenciación entre comunidades de amigos y enemigos inspirada en Carl Schmitt. En La batalla cultural, esta interpretación de la filosofía política es alimentada por el llamado a una formación de “soldados” que defiendan la libertad individual abonada por autores paleolibertarios y de la Escuela Austríaca de Economía. Con estos ingredientes articulados, Laje delineó un programa para la conformación de una nueva derecha que pueda dar el salto a la política. Fue Javier Milei quien en Argentina encarnó esa misión y protagonizó la batalla cultural, primero en el prime time televisivo desde el año 2015, amplificado por el entorno digital; y luego en la confrontación político-partidaria desde que obtuvo una banca como diputado en las elecciones legislativas de 2021.

Desde una impronta economicista, en el contexto de la crisis económica que se hizo sentir durante el gobierno de Mauricio Macri y, sobre todo durante la pandemia, Milei difundió masivamente a los autores de la escuela austríaca como parte de sus propuestas para eliminar el gasto público, destronar a la “casta política” y reducir el Estado hacia una expresión mínima. Esto llamó la atención de Ignacio, un contador de 40 años, que durante la pandemia encontró en las intervenciones mediáticas de Milei publicadas en YouTube un sostén para atravesar aquellos días difíciles. “¿Es a mí solo o a ustedes también les pasa que son las tres de la mañana y no pueden dormir porque quieren seguir viendo a Milei?”, es uno de los mensajes que leyó entre los comentarios a una intervención de Milei publicada en YouTube. La prédica libertaria, que logró una verdadera masificación y politización del fenómeno, se alimentó de la disputa cultural que promueve la vertiente conservadora y nacionalista de la derecha. La mirada reactiva a la dimensión de género y la reivindicación del accionar de la dictadura militar fueron presentadas por Laje, replicadas por Milei y fomentadas, sobre todo, por su socia política, la activista y también autora Victoria Villarruel, como banderas que garantizaron la conformación de un movimiento político masivo que copó la agenda y la discusión pública.

La agenda del pasado reciente y su actualización

La batalla cultural de las nuevas derechas se desarrolla día a día y tiene anclaje en distintos espacios de sociabilidad e interacción tales como los eventos del mundo del libro, las manifestaciones y actos políticos, los almuerzos familiares, las redes como Tik Tok y X, los foros de YouTube y las aulas del colegio. Esta batalla cultural que fue conceptualizada y sistematizada por Agustín Laje en su libro homónimo dio lugar a una batalla política que se consumó en las últimas elecciones presidenciales en Argentina. En el balotaje del 19 de noviembre de 2023, la fórmula de La Libertad Avanza, conformada por el economista Javier Milei y la abogada y activista Victoria Villarruel, derrotó por casi doce puntos a la fórmula oficialista liderada por el Ministro de Economía Sergio Massa y el jefe de gabinete Agustín Rossi. Con una carrera meteórica por primera vez en la historia mundial, un candidato reconocido como liberal-libertario fue ungido como presidente de un país. Y lo hizo con un resultado contundente y una base electoral compuesta en buena medida por jóvenes cautivados por el fenómeno Milei. En el cierre de su campaña presidencial, Milei compartió el escenario con su compañero en la batalla cultural, Agustín Laje. Ambos les hablan a los jóvenes y los interpelan.

Varias personas hacen fila para entrar a la presentación de "Generación Idiota", de Agustín Laje, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, mayo de 2023. (IVÁN SUASNABAR)

Si en 2018 los eventos contenían a grupos definidos que podían reivindicarse como de derecha, en los eventos que vinieron después, perfiles conservadores y nacionalistas tan definidos como el de Santiago se perdieron entre la multitud libertaria que creció al compás de la pandemia y del “fenómeno Milei” y de una cultura de derechas en un nivel más amplio, pragmático, y menos dogmático. Adolescentes cursando el colegio secundario, estudiantes de economía y de otras profesionales liberales, sectores populares, grupos de clase media y media alta, hombres y mujeres en proporciones no tan desiguales, padres y madres con sus hijos, otakus, punks y metaleros con banderas gadsden, todos juntos, comenzaron a inundar las conferencias y presentaciones de libros, formando un composé de perfiles e ideologías no tan fácil de leer desde el lente sociológico.

Las condiciones del trabajo de campo también se volvieron más exigentes. Si al comienzo era suficiente llegar minutos antes de las conferencias para asegurarse una buena ubicación, los eventos de los últimos dos años en general se caracterizaron por filas interminables y varias horas de espera, a veces sin ninguna garantía de conseguir un asiento.

Las conversaciones espontáneas con seguidores en la fila pasaron a ser el núcleo de nuestras incursiones etnográficas, así como la materia prima de nuestras reflexiones. Fue en esas instancias cuando advertimos entre los jóvenes curiosas formas de vinculación con los 70. Cautivados por la economía libertaria que abogaba Milei en sus libros, o por la “batalla cultural” que promovía Laje contra la izquierda en todas sus formas, el pasado reciente apenas asomaba como tópico de discusión. Lo cual marca un contraste con los primeros lectores que conocimos, mucho más comprometidos con las demandas de “memoria completa” y con que se conozca la “verdadera historia”.

En los últimos eventos, algunos jóvenes se sentían en falta por no tener el conocimiento suficiente para emitir una “opinión formada” de los 70, y otros, según comentaron, habían comenzado a incursionar en algunas lecturas y a ver videos a partir del interés que propiciaban las redes sociales, el diálogo con los amigos y la asistencia a eventos y conferencias. Quizá a contrapelo de nuestras ideas previas, no todos estaban de acuerdo con el revisionismo de los referentes, ni tampoco con todas las afirmaciones respecto del feminismo.

En la Feria del Libro de mayo de 2022, mientras hacíamos fila para ingresar a la presentación de La batalla cultural, conversamos con un grupo de veinteañeros, en su mayoría estudiantes de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Algunos de ellos admitieron que Nicolás Márquez los incomodaba, en especial con su mirada conservadora sobre el “lobby gay”, sus reclamos de “justicia” para los militares “injustamente” condenados y su mirada relativizadora de la desaparición forzada de personas. “Es medio boludo decir que en una dictadura no hay desaparecidos inocentes”, manifestó Federico, de 19 años. “Sí, a veces derrapa un montón”, acotó Milena, de la misma edad.

Como vemos, estos jóvenes podían disentir, no acordar, y hasta reprobar algunos enfoques, sin que ello tornara precario el lazo que los unía a sus referentes. Si durante décadas los años setenta en Argentina funcionaron como tópico articulador de las FFAA y de las distintas vertientes de derecha, hoy parecen haber disminuido su potencia cohesiva. Otros temas parecen funcionar mejor como pegamento, y esto se hace sentir entre las nuevas generaciones de derecha. Los setenta aparecen como un consumo cultural; un consumo que en el mejor de los casos atrae, despierta la atención de algunos, pero sin ser el único ni el más importante. No define identitariamente a esta nueva generación de jóvenes de derecha que quiere ganar batallas: no las del pasado, sino las del presente.

Así, el triunfo de la extrema derecha en Argentina y el éxito de su llamado a las “ideas de la libertad” pone de relieve la importancia de la masificación de los simpatizantes culturales y seguidores del economista, del propio Agustín Laje y de una constelación de intelectuales, influencers y creadores de contenido que vienen difundiendo las ideas de las “nuevas derechas” desde distintas vías desde inicios de la segunda década del 2000. Los jóvenes a los que seguimos en sus recorridos y eventos, consumidores de sus contenidos digitales y lectores de sus libros, forman parte de una generación politizada que no basta con caracterizarla según su adherencia a proyectos políticos autoritarios y excluyentes. También importan los lazos, la sociabilidad y la cultura política recreada en la interacción física y digital, dando forma a subjetividades políticas que se definen en oposición a unas ideas, y en adhesión a otras.

Estas comunidades de ideas, de lectores y autores tampoco pueden ser comprendidas exclusivamente desde el “odio” y el “resentimiento”, emociones comúnmente asociadas a las derechas. Aquí también hay interés, entusiasmo y esperanza, visibles en las filas interminables que hacen los seguidores para escuchar a sus referentes, en los libros que leen y subrayan, y en las conversaciones que mantienen con conocidos, amigos y familiares, a los que intentan convencer con ideas y argumentos.


Ezequiel Saferstein es sociólogo e investigador del CONICET en el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (Unsam), donde coordina el Programa de Estudios sobre el Libro político contemporáneo. Es autor del libro ¿Cómo se fabrica un best seller político? (Siglo Veintiuno, 2021) y participó del libro colectivo Está entre nosotros. ¿de donde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir?, coordinado por Pablo Semán (Siglo Veintiuno, 2023).

Analía Goldentul es socióloga y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como investigadora pos-doctoral del CONICET con sede en el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales. Desde 2023 integra el Programa de Estudios sobre el Libro político contemporáneo en el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (Unsam). Sus líneas de investigación se centran en las formas de activismo y en los consumos culturales de jóvenes de derecha en Argentina.

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