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Traducido por Daniela de Costa y Gabriela Campos
Ríos, Foppa, Arzú, y Arévalo. Los nombres como páginas de un libro de historia de Guatemala, pero que hoy vienen de los titulares. Zury Ríos, Juan Francisco Solórzano Foppa, Roberto Arzú, y Bernardo Arévalo. Ellos son los hijos y nietos de algunas de las figuras más ilustres —y notorias— del siglo XX en Guatemala, y se han puesto el sombrero para las próximas elecciones del país en junio del presente año
Estos candidatos, que se postulan tanto de izquierda como de derecha, representan agendas políticas y futuros radicalmente diferentes para Guatemala. Independientemente de sus afiliaciones políticas, la participación de estos candidatados con un legado histórico, en las elecciones de este año, representa no solo la continuidad del dominio por parte de las élites tradicionales, sino también la persistente erosión de las normas democráticas y el Estado de derecho en Guatemala.
Zury Ríos es hija de Efraín Ríos Montt, difunto dictador de 1982-1983 y artífice del genocidio contra la mayoría maya de Guatemala. Francisco Solórzano Foppa es nieto de Alaíde Foppa, poeta feminista e intelectual pública desaparecida por el Estado guatemalteco en 1980. Roberto Arzú es hijo de Álvaro Arzú, presidente de 1996 a 2000, quien firmó el Acuerdo final que puso fin a la guerra civil de 36 años en Guatemala, después de una década de negociaciones entre el Ejército de Guatemala y la coalición guerrillera de izquierda. Bernardo Arévalo es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente democráticamente electo de Guatemala que sirvió de 1945 a 1951, después de la Revolución de 1944.
Los candidatos
Ríos y Arévalo están compitiendo por la presidencia, que muy probablemente irá a una segunda vuelta en agosto. Cuando comenzó la temporada de campaña el 28 de marzo, Arévalo lanzó su campaña con un anuncio de 20 segundos centrado en su legado familiar. “Soy Bernardo Arévalo. Nací durante el exilio de mis padres Juan José Arévalo y Margarita de León. De mis padres heredé el amor por Guatemala y la fuerza para luchar incansablemente”. A pesar de su famoso apellido, Arévalo continúa en las encuestas muy por detrás de otros candidatos, recogiendo entre el uno, cinco y tres por ciento del apoyo de los encuestados.
Mientras que Arévalo y su coalición han enfatizado el legado del candidato, Zury Ríos se ha negado a destacar activamente a su padre en su campaña, a pesar de presentar una postura política que defiende firmemente su pasado sangriento. Ríos, quien es miembro del Partido Valor, populista de derecha, continúa con el legado político ultraconservador de su padre, oponiéndose al aborto y defendiendo la pena de muerte. No obstante, Efraín Ríos Montt se ha mantenido como un tema activo de discusión, especialmente cuando el país conmemoró el décimo aniversario de su histórica condena por genocidio en mayo (posteriormente anulada por la Corte Constitucional por un tecnicismo).
La Constitución guatemalteca prohíbe que las personas y familiares de quienes tomaron el poder a través de un golpe de estado se postulen para la presidencia, la base sobre la cual Ríos fue excluida de postularse en 2019. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) revirtió su postura este año y permitió que su candidatura siguiera adelante, reflejando un deterioro del Estado de derecho.
Si bien Ríos venía liderando las encuestas, recientemente comenzó a quedar rezagada detrás de Carlos Pineda, un empresario y TikToker con casi un millón de seguidores que a principios de mayo se había convertido en el principal candidato. Pineda ha sido criticado por sus ataques a la prensa, así como por sus vínculos con narcotraficantes. Sin embargo, en un movimiento inquietante, pero no sorprendente, el TSE emitió una decisión preliminar el 20 de mayo que prohibía a Pineda participar en las elecciones. Ahora es el tercer candidato presidencial importante excluido de la carrera, lo que limpia el camino para que Ríos avance a la segunda vuelta de agosto. Ríos no respondió a las solicitudes de comentarios sobre este artículo.
Las encuestas muestran que la carrera presidencial -con más de una docena de candidatos- se ha mantenido inestable ya que los candidatos son descalificados y los rumores circulan en las redes sociales. Edmond Mulet, del partido humanista Cabal, y Sandra Torres, de la socialcristiana Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), lideran actualmente la cancha junto a Zury Ríos, todos con cerca del 20 por ciento de apoyo en las encuestas.
Edmond Mulet, un diplomático de las Naciones Unidas que quedó en tercer lugar en las elecciones de 2019, está acusado de dirigir redes de tráfico de niños en la década de 1980. Torres, expareja del presidente Álvaro Colom (2008-2012), terminó segunda en 2019 y no ha podido sacudirse las preocupantes acusaciones de vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado. Con candidatos como estos, no sorprende que casi una cuarta parte de los votantes de 30 a 44 años hayan manifestado su intención de votar nulo en las próximas elecciones.
Candidatos excluidos
Roberto Arzú, candidato presidencial de derecha, fue descalificado de la carrera. El TSE anuló su candidatura por hacer campaña antes del período oficial y, a pesar de los esfuerzos de apelación, la decisión fue confirmada por la Corte Constitucional el 25 de mayo. Arzú reclama que su candidatura fue revocada como reacción violenta por señalar supuesta corrupción por parte de la actual administración de Alejandro Giammattei.
La defensora indígena de derechos humanos Thelma Cabrera y su compañero de fórmula Jordán Rodas, del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), también fueron excluidos de la boleta electoral. Este suceso generó denuncias de Washington y una misión de investigación del organismo de control de derechos humanos Amnistía Internacional y la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos. El TSE afirmó que Rodas, un exprocurador de derechos humanos que se desempeñó como Procurador de los Derechos Humanos de 2019 a 2022, estaba siendo investigado por una denuncia penal, no especificada, en su contra. Cabrera y Rodas continúan impugnando el fallo del TSE, y el MLP llama a sus partidarios a votar nulo en la contienda presidencial para protestar por su exclusión.
Foppa, por su parte, ganaba impulso como candidato de coalición a la alcaldía de Ciudad de Guatemala y ocupaba el segundo lugar en las encuestas detrás del titular Ricardo Quiñonez hasta que el TSE revocó su inscripción. Fue detenido el 20 de abril por presunta obstrucción a la justicia por su actuación como abogado defensor del periodista José Rubén Zamora. El arresto de Foppa es parte de una ola mucho más grande de criminalización de investigadores, políticos, defensores de los derechos humanos y activistas anticorrupción.
El favorito en la carrera por la alcaldía de Ciudad de Guatemala, Quiñonez, es parte de la coalición política conservadora Valor-Unionista, representada en la carrera presidencial por Zury Ríos y en la carrera por el Congreso por Álvaro Arzú, hijo del fallecido expresidente del mismo nombre y hermano del descalificado candidato presidencial Roberto Arzú. Quiñonez se ha desempeñado como alcalde de la Ciudad de Guatemala desde 2018, reemplazando a Álvaro Arzú Irigoyen, el padre, quien murió en el cargo después de servir como alcalde durante casi 15 años.
Si bien Quiñonez ha supervisado las mejoras a la infraestructura de la ciudad, estos proyectos han estado plagados de corrupción y se han centrado en áreas adineradas de la ciudad, dejando otras zonas lamentablemente abandonadas. La coalición progresista Semilla-URNG-Winaq presentó otra candidata a la alcaldía, la arquitecta y urbanista Ninotchka Matute Rodríguez, pero su candidatura no logró el apoyo que tenía la figura de Foppa.
Una dinámica similar se desarrolló en el último ciclo electoral de Guatemala en 2019 cuando a Thelma Aldana, exfiscal general y principal candidata de la oposición del partido de centroizquierda Movimiento Semilla, también fue excluida de la contienda. Desde entonces, Aldana se ha permanecido en el exilio político junto a la mayoría del poder judicial independiente restante de Guatemala, muchos de los cuales se han congregado en Washington en un extraño cambio de las relaciones internacionales del siglo XXI. Lamentablemente, la exclusión de los principales candidatos se ha convertido en algo común en las elecciones recientes y es una práctica que se ha intensificado durante este año.
El fraude ya está hecho
Al igual que el reciente cierre de ElPeriódico y la ola de exclusiones electorales, la prominencia de familias políticas históricas en las próximas elecciones es una señal del creciente autoritarismo de Guatemala. En un reciente evento organizado por el Foro de Mujeres sobre la mujer en la política, la candidata a diputado Silvia Solórzano Foppa, hija de Alaíde Foppa y madre de Juan Francisco Solórzano Foppa, explicó que, aunque siempre ha sido un “animal político”, se sintió obligada a postularse para un cargo electoral con base en su evaluación de la situación política actual de Guatemala como “desastrosa”. Si bien algunos candidatos de izquierda, como Silvia Solórzano Foppa, parecen haber sido atraídos a las elecciones por una genuina preocupación por la lucha democrática del país, la participación de tantos apellidos notorios es en sí misma un obstáculo para el fortalecimiento de la democracia en Guatemala.
En los últimos años, los candidatos indígenas han hecho algunos avances en el sistema político guatemalteco, en particular la candidata presidencial maya mam excluida Thelma Cabrera. Cabrera y el MLP representan el potencial para un cambio real en Guatemala, y Cabrera recientemente atribuyó su exclusión al temor de las élites a la alteración del status quo. El predominio de las familias ladinas tradicionales asegura la continuación de las jerarquías raciales establecidas dentro del sistema político y la exclusión política y económica sostenida de la mayoría indígena de Guatemala.
“Las elecciones parecen fraudulentas”, me dijo José Tení, taxista de Ciudad de Guatemala, “porque no permiten la participación de todas las corrientes ideológicas”. Sus candidatos preferidos en 2019 y este año, Thelma Aldana y Carlos Pineda, respectivamente, quedaron excluidos de postularse; está indeciso sobre por quién votará el 25 de junio. Como muchos guatemaltecos, a Tení le preocupa la corrupción del gobierno, especialmente los vínculos con los narcotraficantes. Aunque planea votar, entiende que muchos votantes, especialmente los jóvenes, están “desengañados con la política”. Las familias Arzú, Río, Foppa y Arévalo han tenido un papel muy importante en la configuración del pasado de Guatemala. Después del 25 de junio, sabremos qué papel seguirán desempeñando en la estructuración del futuro de Guatemala. Si bien queda mucho por resolverse en los próximos días, muchos guatemaltecos afirman que "el fraude ya está hecho", o que “el fraude ya está completo”. Dado el angustioso panorama político, es difícil ver cómo las elecciones serán libres o justas.
Emily Taylor es doctoranda en Historia de América Latina por la Universidad de Carolina del Norte Chapel Hill. Actualmente reside en Ciudad de Guatemala, con una beca Fulbright Hays DDRA.