¿Llegó el lobo a Venezuela?

La apresurada proclamación de victoria de Maduro sin un recuento definitivo de votos vuelve a sumergir a Venezuela en crisis, mientras la oposición presenta resultados contradictorios.

August 1, 2024

El candidato presidencial Edmundo González Urrutia y líder opositora María Corina Machado saludan a miles de simpatizantes durante un mitin después de las elecciones en Altamira, al este de Caracas, el 30 de julio de 2024. (Marcelo Pérez del Carpio)

Read this article in English

Lo que ha ocurrido en Venezuela una vez culminó, el domingo pasado, el proceso de votación, es el peor escenario que podría haber ocurrido.

Ya se contemplaba que era muy difícil que el gobierno venezolano, con todo el poder institucional y militar acumulado y amenazado por sanciones desde Estados Unidos y Europa, cediera el mandato sin garantías. Sin embargo, el reinicio de negociaciones a comienzos del mes de julio entre Caracas y Washington y el devenir de la campaña presidencial sin hechos graves que lamentar, abrieron un halo de esperanza de que el pueblo venezolano pudiera dirimir sus conflictos de forma democrática.

Desde las presidenciales de 2013, en las que ganó el actual presidente Nicolás Maduro por estrecho margen, no habían sucedido unas presidenciales en las que participaran todos los actores políticos, sin excepción.  En 2018, la oposición llamó a la abstención y solo algunos partidos marginales de su universo se animaron a participar, lo que entonces generó una abstención de 54 por ciento.

Lo que enfrentamos ahora es el peor escenario porque los dos candidatos principales, a su manera, están desconociendo el propio proceso electoral y con ello se están cerrando las vías para una resolución democrática.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) ofreció resultados parciales a media noche del domingo, en el que Maduro, con el 80 por ciento de las actas escrutadas, vencía con el 51,2 por ciento a su oponente Edmundo González con 44,2 por ciento. Dicho resultado parcial aún era reversible en tanto la diferencia podría cambiar su tendencia debido a la cantidad de votos que quedaban por contar. Pero las dudas saltaron al paroxismo cuando, sin publicar las actas electorales como es dictaminado por las leyes, sin publicar el conteo final de las votaciones y sin las auditorias posteriores, el ente electoral proclamó a Maduro como presidente por seis años más en un evento oficial.

Esto lució como un acto sospechosamente apresurado a solo 12 horas de haber divulgado el primer resultado parcial. Por supuesto, la oposición enseguida rechazó los resultados emitidos, aduciendo que las actas trasmitidas e impresas por el CNE que tiene en su poder como legalmente procede, contenían otros resultados.

La mayor debilidad de la denuncia opositora es que su rechazo y negación automática a resultados adversos es parte del paisaje político-electoral venezolano. Ni siquiera en los mejores momentos del chavismo, cuando el ex presidente Hugo Chávez les aventajaba hasta con 20 puntos, los sectores radicales de oposición se negaban a aceptar y reconocer al vencedor, anunciando al “lobo” en incontables e increíbles ocasiones. Además, su llamado a la abstención en 2018 y la posterior experiencia del gobierno paralelo de Juan Guaidó, en el que no hubo procedimiento electoral alguno,  acompaña un cúmulo de acciones antidemocráticas que le restan integridad a su actual demanda.

En esta ocasión, por primera vez, la oposición, más racional que de costumbre, ha publicado las actas emitidas por el propio ente electoral en cada mesa de votación, en las que, al parecer, vence con holgura su candidato Edmundo González. 

La fortaleza que tienen sus pruebas, que no han sido desmentidas por el gobierno, es que la oposición está mostrando, aparentemente, las actas oficializadas por el propio CNE. Su demanda no se trata de algún vicio del proceso, o la parcialidad de alguna autoridad. El proceso electoral en su conjunto, ha sido reconocido por todos los actores nacionales e internacionales. Se trata, nada más y nada menos, que la sumatoria final y total de las actas que ya han sido impresas oficialmente, por lo que todo el reclamo se reduce a que se divulguen de manera oficial y así se coteje el escrutinio.

¿Será que definitivamente llegó “el lobo”?  

Varios de los otros candidatos, como Benjamín Rausseo y Antonio Ekarri, también han hecho la misma solicitud de que se publiquen los resultados concretos, no solo el general que solo fue publicado parcialmente, sino los resultados precisos por estados, municipios, y mesas electorales tal como lo pide la ley para poder corroborar las actas ya en manos de los diferentes actores que participaron en el proceso. Esta demanda no se circunscribe a los actores internos sino también a los internacionales.

Una mujer cubierta con una bandera venezolana espera a la líder opositora María Corina Machado cerca de un colegio electoral en Los Chorros, al este de Caracas, el 28 de julio de 2024. (Marcelo Pérez del Carpio)

Presión internacional

Los países de América Latina son muy celosos del respeto a los procesos democráticos. El sufragio universal ha sido una conquista histórica que ha costado sangre y sudor por parte de los sectores populares, de izquierda, y progresistas de la región. Avalar un triunfo sin contar con el respaldo de las pruebas electorales significa poner en riesgo la noción misma de democracia. Lo que podría fomentar un disparo de experiencias paraelectorales, lo que a su vez sería un regalo a los sectores de la derecha radical en el continente que históricamente se han opuesto a este derecho.

Quizá por ello, los aliados del gobierno venezolano, incluyendo las cancillerías de México, Brasilia, y Bogotá, han pedido que se publiquen las actas electorales como modo de comprobar la veracidad del resultado oficial y así reconocer el resultado oficial. Esa demanda es invariable en los discursos oficiales y diplomáticos que emanan de adversarios y aliados de Caracas.

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, fustigó a la Organización de Estados Americanos (OEA) por su intervencionismo en las elecciones de Venezuela. Sin embargo, así mismo, dijo “nosotros vamos a esperar el resultado, ya cuando se haya llevado el recuento, ver cual es el proceso legal, y entonces vamos  a pronunciarnos”.

Por su parte, el gobierno de Gustavo Petro, quien ha trabajado arduamente para la reinclusión de Venezuela en la comunidad internacional y ha sido activo contra las sanciones, también ha pedido, por medio de su canciller, Luis Gilberto Murillo, “conocer todas las actas de los resultados finales y que estas sean auditadas por el mundo”.

Desde una postura muy similar, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva ha declarado que “cuando se presenten las actas y se confirme que son verdaderas, todos tendremos la obligación de reconocer el resultado electoral de Venezuela”. Brasil ya había vetado la asistencia de su embajadora al acto de proclamación a Maduro, realizado a menos de 12 horas de haberse divulgado el primer resultado parcial.

La prudencia de Washington es inédita en relación a las formas agresivas a las que acostumbra la Casa Blanca en sus asuntos con Caracas. Una llamada entre el presidente de Estados Unidos Joe Biden y Lula permitió alinear la postura de EE.UU. con la de las diplomacias más moderadas de la región.

Especial importancia tienen las posturas del Centro Carter y la Organización de las Naciones Unidas, en tanto su participación en el proceso electoral está contenida en los acuerdos de Barbados, rubricados por el gobierno y la oposición en 2023. El primero ya ha declarado: “La elección presidencial de Venezuela de 2024 no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática”. Este ente internacional de verificación comicial tiene a su vez una significación simbólica en tanto fue uno de los que reconoció la elección de 1998 en la que ganó por primera vez la presidencia Hugo Chávez y defendió la integridad del resultado de entonces en contra de voces críticas en la comunidad internacional.

Por su parte, Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU Antonio Guterres, exhortó a que “se publiquen puntualmente los resultados de las elecciones y un desglose por colegios electorales”.

La diferencia del momento, en relación a elecciones anteriores, en materia de diplomacia, es que parecen alinearse diferentes actores en torno a una demanda muy concreta y fuera de parámetros ideológicos.

Jóvenes expresan su apoyo al actual presidente Nicolás Maduro en el mitin de cierre de campaña en Caracas el 25 de julio de 2024. (Marcelo Pérez del Carpio)

Vuelve la violencia a Venezuela

Las protestas no se hicieron esperar. Una vez proclamado Maduro como ganador en un acto tan solemne como exprés, a lo largo del país, muchedumbres de descontentos e indignados tomaron las calles. Lo particular de estas manifestaciones es que no se generaron en los bastiones de oposición, como suele ocurrir. En este caso, las zonas urbanizadas de las ciudades, históricamente antichavistas, se quedaron en total calma, en tanto la dirigencia opositora pidió que no salieran a las calles.

En cambio, las protestas surgieron de los barrios populares que se erigieron por años como la zona de confort del chavismo y es donde, al parecer y de confirmarse las actas publicadas por la oposición, este movimiento sufrió un deslave electoral el domingo.

Las movilizaciones, muchas de las cuales se produjeron de manera pacífica, también incluyeron saqueos, quemas de instituciones públicas como sedes de varias alcaldías y varias estatuas, entre ellas las del ex presidente y fundador del chavismo Hugo Chávez, fueron vandalizadas. El ministro de la defensa, Vladimir Padrino, ha informado de un Guardia Nacional asesinado y 48 funcionarios heridos.   

La respuesta del gobierno se ha efectuado, sobre todo, por medio de cuerpos parapoliciales que han chocado con las protestas, muchas veces blandiendo armas de fuego y en ocasiones disparando al aire para disolver las manifestaciones. Se cuentan por cientos los detenidos y algunos medios hablan de siete decesos.

El miércoles, después de movilizaciones chavistas durante el día anterior, ya se sentía alguna calma, aunque aun muy tensa.

Así las cosas, habría entonces un resultado oficial cuya totalización aún no ha culminado y que no ha pasado por las auditorias posteriores que establece la ley electoral, y un resultado oficioso, publicado por la oposición en una página web, que en teoría sumaría las actas emitidas por el propio CNE y que produce otro resultado, uno que da ganador de manera holgada a Edmundo González.

¿Cuál de las dos posturas tiene la razón? Habrá que esperar la publicación de las actas por parte del CNE para saberlo. Es lo que demandan todos los actores políticos nacionales e internacionales. Lo otro es frenar en seco cualquier regularización de las relaciones de Venezuela con el mundo y colocar al país caribeño en una situación de inestabilidad prolongada.


Ociel Alí López es sociólogo, ganador de los premios Clacso/Sida para jóvenes investigadores y del premio municipal de literatura de Caracas. Es profesor de la Universidad Central de Venezuela y escribe sobre América Latina.

Like this article? Support our work. Donate now.