Las Heridas Abiertas del Carbón

La minería de carbón en La Guajira, Colombia, ha causado gran devastación—física, ambiental, y cultural—para las comunidades Indígenas y Afrodescendientes. Es hora de que acabe.

September 28, 2018

Vimos los tajos profundos y anchos en la costa norte de Colombia desde los 20,000 pies de altura. Nuestra vista extraordinaria de esos tajos masivos fue nuestro primer encuentro con la mina a cielo abierto, Cerrejón, y la primera pista de que el carbón no es solo “un gran negocio”—es un negocio monumental. Desde nuestro punto de vista, el impacto visual de Cerrejón nos hizo—dos activistas Puertorriqueñas anti-carbón intentando entender los impactos ambientales, sociales, y culturales de la extracción del carbón—reflexionar sobre cuan pequeñas somos frente a ese gigante.

(Google Earth)

En La Guajira el término tajo se refiere a las áreas activas de extracción que evocan heridas talladas sobre el paisaje. Un tajo profundo se llama así mismo, una herida, testamento al profundo sufrimiento físico y emocional que viven las comunidades en La Guajira. Los concesionarios y operadores dueños de Cerrejón, la mina a cielo abierto más grande del mundo, son los gigantes multinacionales de la minería, Anglo American, BHP, y Glencore. Su llegada a la región hace casi cuatro décadas ha causado daños irreparables al ambiente, el paisaje, y a la gente que vive allí, incluyendo la destrucción de su agricultura, contaminación extensa del aire y agua, la desviación de los arroyos, y la separación de las comunidades de sus fuentes de agua.

Richard Solly de London Mining Network ha descrito la escala de la operación de Cerrejón como “hoyos masivos donde se extrae el carbón usando enormes excavadoras mecánicas. Lo que esté en la superficie—arboles, fincas, poblados—tiene que ser borrado para poder abrir el tajo y llegarle al carbón.”

Aunque rico en recursos, la mayoría de los habitantes de La Guajira, primordialmente Indigenas Wayúu y Afro-descendientes, viven en la pobreza extrema. En los primeros tres meses del 2018, 16 niños y niñas Wayúu murieron de desnutrición y deshidratación. Un residente con quien hablamos le llamó a la región “pueblo de minas, pueblo en ruinas”, refiriéndose al asombroso nivel de pobreza en La Guajira, como también a los altos niveles de desnutrición y mortalidad infantil.

Tajo Patilla en Cerrejón (Hilda Lloréns)

Los efectos adversos para la salud no solo impactan a los residentes de las comunidades aledañas, sino también a los trabajadores de la mina con enfermedades que incluyen problemas respiratorios, cánceres, atrofia de los huesos, y lesiones frecuentes.

La quema de carbón para generar electricidad lleva serias consecuencias ambientales y para la salud de los individuos que viven cerca de las plantas. Finalmente, la disposición de las cenizas tóxicas causa defectos de nacimiento, abortos espontáneos, y cánceres. Esto crea un “ciclo de muerte” en las comunidades y en el medio ambiente dondequiera que se extrae, se quema, o se dispone de los residuos del carbón.

Viajamos a La Guajira con dos organizaciones colombianas, Fuerza de Mujeres Wayúu e Indepaz. Fuimos afortunadas en unirnos a Aviva Chomsky y a delegados del grupo Acción Permanente por la Paz. En el transcurso de cuatro días, visitamos cinco comunidades y escuchamos testimonios de otras seis. También nos reunimos con miembros de SINTRACARBÓ, el sindicato de trabajadores de la mina, y asistimos una reunión con unos ejecutivos de Cerrejón, líderes comunitarios, y representantes del sindicato. Lo que vimos y escuchamos nos reafirmó que el carbón es un negocio sucio, nefasto, y que es hora de que se acabe.

Pérdida del Territorio, Pérdida de Cultura

Nos referimos a la tierra como Madre Tierra porque nos ha nutrido por generaciones", nos dijo Rogelio Ustate Arrogoces, un miembro de la comunidad desplazada de Tabaco, durante una tarde calurosa en agosto. “Nosotros, las comunidades étnicas, Afro-descendientes y Wayúu, siempre hemos vivido de la agricultura, la pesca, la caza, y del pastoreo. Tenemos un ancla espiritual a nuestro territorio.”

Rogelio Ustate Arrogoces (Tabaco) durante su testimonio a miembros de la comunidad y a delegados de Acción Permanente por la Paz, agosto 5, 2018. (Hilda Lloréns)

Tabaco es una comunidad de 700 residentes Afro-Colombianos quienes fueron desalojados a la fuerza de sus tierraspor Cerrejón en 2001. Aunque la compañía prometió reubicarla, Cerrejón los ha dejado desplazados por 17 años. Despojados de sus casas, muchos han sido forzados a migrar hacia la ciudad o fuera del área completamente. “Porque hemos sido desplazados, hemos perdido nuestros sitos sagrados, nuestros sitios de encuentro, nuestra medicina ancestral,” dijo Ustate Arrogoces.

Sus comentarios reflejan, por un lado, la importancia del conocimiento tradicional y del conocimiento ecológico local para el bienestar de las comunidades y, por otro, la magnitud de los impactos adversos del desplazamiento sobre  personas íntimamente conectadas a sus tierras.“Cuando perdemos nuestra medicina ancestral perdemos parte de nuestras vidas”, explica Ustate Arrogoces. “Al ser forozosamente desplazados caímos en la pobreza extrema.”

Estas reflexiones refieren a la pérdida del conocimiento ecológico tradicional (TEK), o el conocimiento local ambiental, un elemento intrínsico de la cultura de un grupo social que perdura, aunque cambie y evolucione, a traves de las generaciones. Dicho conocimiento ecológico es perteneciente a menudo a pueblos considerados indígenas, usualmente en resistencia al colonialismo y expansionismo. Estas tradiciones culturales están conectadas y ancladas en territorios, paisajes, y recursos naturales específicos. A su vez, este conocimiento se preserva y se transmite por la tradición oral y escrita en prácticas culturales y espirituales, como por ejemplo en las artes y artesanías, música, baile, ceremonias, agricultura, pesca, y en la preparación de remedios tradicionales. Mantener el lenguaje, el acceso al medioambiente y a los recursos naturales, la continuidad intergeneracional, y la habilidad de practicar y transmitir las tradiciones culturales sin restricción son esenciales para la vitalidad del conocimiento tradicional ecológico y ancestral.

Ustate Arrogoces recalcó que las comunidades indígenas y Afro-descendientes no pueden realizar plenamente su cosmovisión de bienestar colectivo en armonía con la naturaleza si pierden la conexión con su territorio. “Cuando no tenemos nuestro territorio, no tenemos buen vivir”, dijo.

En el caso de las comunidades Afro-descendientes e Indígenas de La Guajira, las fuerzas extractivas de la minería de carbón han causado daños irreparables al tejido social y al medioambiente. Para Ustate Arrogoces, la conexión entre la pérdida de su territorio y la pérdida de la cultura es clara. “Cualquier impacto negativo que existe en nuestro territorio impacta nuestra cultura y la posibilidad del desarrollo sociocultural de nuestra comunidad”, explicó. “El territorio nos da legitimidad, confianza, y fuerza a través de las generaciones y la pérdida de nuestro territorio significa la pérdida de la posibilidad de desarrollarnos, y de vivir.”

Foro de Salud y Ambiente en Paradero. (Hilda Lloréns)

Los impactos de la mina permean todos los aspectos del conocimiento cultural y el bienestar espiritual de las comunidades. Aura Robles, la autoridad de la comunidad

Wayúu de Paradero, explicó que la vía férrea de 90 millas (150km), que pasa cerca de Paradero y transporta carbón las 24 horas desde la mina a Puerto Bolívar, interrumpe los sueños de los residentes e impacta sus vidas espirituales. “Mi madre es una soñadora y el ruido del tren interrumpe sus sueños y cuando se despierta se le hace imposible retomar sus sueños”, dijo. “Y es muy triste porque sus sueños son una fuente de información importante para nosotros.”

Contaminación en las Comunidades

La calidad del agua y la contaminación es una gran preocupación para las comunidades afectadas por la minería. La Guajira es una región semi-desértica, donde el agua es un recurso preciado y cada vez más escaso. Cerrejón consume casi nueve millones de galones de agua al dia (34 millones de litros). Después de casi cuatro décadas, las fuentes hídricas están contaminadas y no son aptas para el consumo humano a menos que sean tratadas.

Indepaz, una ONG Colombiana, ha encontrado que el agua del Rio Rachería contiene metales pesados como plomo, cadmio, arsénico, zinc, magnesio, hierro, y bario, los cuales ponen en peligro la flora, fauna, y a la población. Similarmente, ha encontrado que la actividad minera tiene efectos adversos en la calidad de aire de la región. La extracción de carbón expulsa contaminación de materia particulada (PM-10) y emite dióxido de azufre y óxido de nitrógeno al aire. Estos son contaminantes que ponen a la población de la región en riesgo de adquirir y sufrir enfermedades respiratorias, además de algunos tipos de cánceres.

Pero los ejecutivos de la mina descartan el problema y culpan a los residentes por la contaminación de las fuentes hídricas. “La mina dice que la contaminación de las fuentes hídricas está causadas por el estiércol de nuestros animales,” explicó la autoridad Wayúu de la comunidad de Charito, otra comunidad aledaña a la vía férrea de Cerrejón. “Cuando nos dicen eso nos hacen sentir como si se estuvieran burlando de nosotros, como si nos estuvieran insultando. ¿Porque nos dicen eso cuando sabemos que nuestros animales no están causando la contaminación del agua, nuestros ancestros tenían animales y el agua no estaba contaminada?”

Miembros de las comunidades Wayúu y Afro-descendientes discutieron el problema del agua en la reunión con Cerrejón. Ellos hablaron de su preocupación de no tener acceso a agua limpia para las comunidades mientras que Cerrejón usa cantidades astronómicas de agua todos los días. Acusaron también a la compañía de destruir las fuentes hídricas.

En Charito, una comunidad Wayúu. (Hilda Lloréns)

Gabriel Bustos, el representante de Cerrejón, negó que la mina tenga la culpa de la contaminación y la escasez del agua y exigió pruebas de la pobre calidad  del agua. “Nosotros monitoreamos todos los aspectos del Rio Rachería, los  aspectos físicos, químicos, bacteriológicos. Nosotros conocemos la voz de ese rio”, dijo. “Cuando la gente dice que la compañía está contaminando el agua, yo quisiera recibir documentos, muestras, y análisis que digan que la calidad del agua es mala, ¿cuáles son los parametros? ¿Son bacteriológicos?”

Bustos acusó a las comunidades de echar agua sucia en el rio y sugirió que los desechos de la agricultura también comprometen la calidad del agua. Miembros de las comunidades mantienen que el potencial de contaminación de sus quehaceres agrícolas no se pueden comparar con el impacto tóxico de la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo. Bustos además rechazó el informe de Indepaz sobre la amplia contaminación del agua en la región, y dijo que la multinacional ha hecho sus propios estudios los cuales confirman que sus operaciones no han causado contaminación.

Durante la reunión con Cerrejón, fuimos testigos de la indiferencia absoluta de los representates de la mina hacia el conocimiento de las comunidades y también, de su práctica de culpar a las comunidades por los problemas         que enfrentan. Una y otra vez, la mina disputó las observaciones ecológicas de los miembros de las comunidades a favor de datos “científicos.” Esto tuvo el efecto de enajenar a los miembros de las comunidades y de hacerlos sentir como si su conocimiento fuese inútil.

Esto es una práctica común que utilizan las compañías multinacionales, el estado, y hasta la misma comunidad científica. Estudiosos como Henry P. Huntington, Robert Johannes, y Carlos G. García-Quijano, han reportado que muchas veces estos sectores presentan el conocimiento tradicional, local e indígena como “atrasado,” “dañino”, “supersticioso”, y “analfabeto.”

Reunión con administradores de Cerrejón y las comunidades, agosto 6, 2018. (Hilda Lloréns)

Malos Vecinos

Durante la reunión en la mina, varios miembros de las comunidades Indígenas y Afro-descendientes se refirieron a la idea de ser buenos vecinos, lo cual requiere respeto mutuo, para recordarle a la multinacional que claramente no ha actuado de buena fe hacia las comunidades. Por su parte, los ejecutivos de la mina les recordaron a las comunidades que la multinacional no es el estado y por ende no tiene la capacidad de resolver todas las exigencias de las comunidades. Un miembro de la comunidad Afro-descendiente de Tabaco denunció que la compañía niegue su responsabilidad hacia las comunidades. “Ustedes son los que nos sacaron de nuestras comunidades y territorios, entonces ustedes son responsables de proveer agua a las comunidades. Nosotros teníamos agua en nuestra comunidad y ahora han creado un tajo en nuestro territorio”, expresó. “No nos vengan a decir que ahora nos tenemos que defender solos, nosotros vivíamos en paz en nuestro territorio y ustedes fueron los que vinieron a sacarnos de nuestras tierras.”


Hilda Lloréns, Ph.D, es profesora de antropología en el departamento de Sociología y Antropología en la Universidad de Rhode Island. Es autora del libro Imaging the Great Puerto Rican Family: Framing Nation, Race, and Gender during the American Century (Lexington Books, 2014).

Ruth Santiago, JD, es abogada comunitaria y ambiental quien vive y trabaja en Salinas, Puerto Rico. En el 2013, fue embajadora de aire limpio de Earthjustice. Santiago es una de las ganadoras del premio de Justicia Ambiental Robert Bullard, 2018 el cual es otorgado anualmente por el Sierra Club.

 

Like this article? Support our work. Donate now.