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Esta entrevista ha sido condensada y editada para mayor claridad.
El miércoles, Pedro Castillo asumió la presidencia de Perú. Representando el partido Perú Libre, Castillo es un maestro y dirigente sindical que nunca ha ocupado un cargo público. Castillo ganó en la segunda vuelta contra la política de derecha Keiko Fujimori. Durante seis semanas, Keiko luchó para negar los resultados alegando fraude, que nunca se probó. La inauguración marca un cambio importante en Perú, ya que un líder rural, despreciado por la élite limeña, asume el cargo. Paulo Drinot, profesor de historia latinoamericana en University College London, entrevistó a José de Echave, quien se postuló como vicepresidente con Verónika Mendoza del partido Juntos por el Perú, sobre el significado de las elecciones y el futuro de la izquierda en el país. Drinot es el sobrino de de Echave.
PD: ¿Cómo y porqué decidiste candidatear a la vicepresidencia con Verónika Mendoza?
JdE: Con Verónika Mendoza ya había trabajado en la campaña presidencial previa (2016), en tanto asesor y en los últimos cinco años hemos seguido colaborando en diferentes espacios. Además, los temas extractivos y la agenda ambiental son aspectos de preocupación común, sobre todo trabajándolos en provincias altas de Cusco (Chumbivilcas y Espinar). En esta ocasión recibí la invitación de ella misma para acompañarla en la fórmula presidencial y consideré que era oportuno hacerlo. Esta ha sido mi primera experiencia electoral como candidato. Algunos de los motivos de la decisión tomada: desde mi particular punto de vista, Verónika y un conjunto de dirigentes de jóvenes, representan la posibilidad de un recambio generacional para la izquierda en el Perú que es importante acompañar y respaldar. Este proceso implica renovación programática, de prácticas políticas, de formas de organización, etc. Considero que es una obligación para las personas de mi generación respaldar este proceso.
PD: En el 2016 Verónika Mendoza sacó 18 por ciento de los votos en la primera vuelta. Su candidatura generó mucha expectativa y su apoyo a PPK [expresidente Pedro Pablo Kuczynski] en segunda vuelta fue decisiva para la derrota del fujimorismo. En el 2021 consiguió menos de la mitad (8 por ciento). ¿A qué atribuyes este resultado? ¿Por qué no ha sido posible construir sobre el resultado y la expectativa generada por las elecciones del 2016?
JdE: Son varios factores: En primer lugar, el contexto social, político y económico cambió sustantivamente. También hay que agregar la propia pandemia. No ha sido un contexto cualquiera y los parámetros cambiaron, afectando a toda la clase política. Verónika en el 2016 representó la emergencia de un rostro nuevo—o mejor dicho fresco— en la política. Cinco años después y con bastante más recorrido y exposición, eso había cambiado. La construcción de un movimiento propio (Nuevo Perú) ha sido un proceso complicado. No es fácil construir un partido político con escasas condiciones materiales para hacerlo, es decir sin recursos económicos y logísticos; sin un equipo de militantes que se pueda dedicar a tiempo completo para hacerlo; ni siquiera han habido recursos para los principales dirigentes. En paralelo, las negociaciones con otras fuerzas políticas, entre ellas Perú Libre de Cerrón, tuvieron un costo en la interna del Nuevo Perú, con la salida de Indira Huilca, Tania Pariona, Marisa Glave y otros dirigentes más.
Todo eso representó un desgaste. Finalmente, la visibilidad de la candidatura de Verónika provocó que fuera el blanco de una fuerte campaña en su contra: terruqueo, abortista, los derechos de la población LGTBQ, etc. Todo eso se sintió en los territorios, sobre todo en el sur andino que, puede ser muy radical y contestatario para algunos temas, pero también es muy conservador para otros.
PD: La victoria de Pedro Castillo ha sido una tremenda sorpresa para muchos. ¿Cómo la explicas?
JdE: La victoria de Castillo y Perú Libre se explica por una mezcla de factores. Menciono alguno de los principales, no son todos: Primero, El impacto del caso Lava Jato, son casi cinco años de destapes, y todo el manto de corrupción que, para la ciudadanía en general, ha atravesado al conjunto de la clase política del país, sea cual sea su orientación, izquierda o derecha.
Segundo, todo lo que ocurrió en el último año, incluso sin considerar la variable pandemia, ya eran de por sí hechos de mucha intensidad y fuerte impacto: cierre del Congreso, elecciones parlamentarias para completar el período en enero 2020, un nuevo congreso que, salvo honrosas excepciones, ha tenido un desempeño lamentable, vacancia presidencial de Martín Vizcarra, crisis política y gobierno de Manuel Merino y aliados que dura apenas unos días en el mes de noviembre, las movilizaciones sociales que fueron ferozmente reprimidas y que tuvieron como lamentable saldo la muerte de dos jóvenes (Inti y Bryant), etc. Todo eso generó un clima de malestar y desgaste que tuvo un impacto fuerte en el conjunto de la clase política.
Tercero, la particularidad de un proceso electoral con candidaturas que, hasta muy poco antes de la primera vuelta (abril 2021), no superaban el 10 por ciento del respaldo del electorado. No hay que olvidar que las dos candidaturas que pasaron a la segunda vuelta apenas superaron el 30 por ciento de respaldo; mientras que hace cinco años (2016) obtuvieron el 60 por ciento y en el 2011 el 54 por ciento.
Todo eso dejaba un espacio abierto que podía ser canalizado por una candidatura alternativa a lo que se considera como el elenco estable de la política peruana. el fenómeno Castillo repitió en gran medida lo que en su momento fue el fenómeno Fujimori en 1990.
El hecho de no ser Castillo una candidatura visible en gran parte del proceso ayudó a que desarrolle una campaña de contacto directo con la gente, con mucha presencia en los territorios (pese a la pandemia y la segunda ola) y sin recibir mayores críticas o contracampañas.
Existe un bolsón de votación izquierdista que respalda un discurso con tonos más radicales en algunos temas y que al mismo tiempo es abiertamente más conservador en otros, como el de género, LGTBIQ, despenalización del aborto, etc. Hace cinco años ese respaldo lo canalizó el ex gobernador regional de Cajamarca, Gregorio Santos que, pese a que enfrentó el proceso electoral detenido, llegó a obtener casi un 5 por ciento de la votación y en la práctica impidió que Verónika Mendoza pase a la segunda vuelta electoral. Ese bolsón electoral fue la base de acumulación y de crecimiento de Castillo.
PD: Hace unos años el politólogo Alberto Vergara escribió un artículo reclamando una ‘izquierda civilizada’ para el Perú. La reacción de la derecha a la victoria de Castillo sugiere que lo que el Perú necesita hoy es una derecha civilizada ¿Puede surgir una derecha civilizada en el Perú?
JdE: La derecha en el Perú tiene hoy en día graves problemas de representación. En los procesos electorales de 2011 y 2016, estaba claramente definida que su opción principal era Keiko Fujimori y Fuerza Popular: no es gratuito que los maletines de dinero de los principales grupos económicos fueran a parar a las arcas del fujimorismo en esos procesos electorales. Una pregunta legítima este año era a qué candidato un grupo económico como el de los Romero u otro, le entregaría el maletín lleno de dinero: si bien habían varias opciones, ninguna ofrecía la misma garantía que en los procesos previos representó el fujimorismo.
Keiko Fujimori [estaba] desgastada por los procesos judiciales, su paso por la cárcel y el desempeño y descrédito de su bancada en el Congreso precedente. El resultado es que la derecha se presentó en estas elecciones más dividida que la propia izquierda. En este escenario de vacíos aparecieron versiones y voces hasta hace poco marginales: un ultra conservador como Rafael López Aliaga, un desgastado y anacrónico Hernando de Soto, un autoritario/populista como Daniel Urresti, entre varios otros. Al final, Keiko Fujimori pasó por tercera vez a la segunda vuelta y detrás de ella se tuvieron que alinear todas las demás agrupaciones de derecha y los grupos económicos, sacando a relucir sus lados más oscuros: intolerancia, racismo, violencia, desprecio por los peruanos y peruanas de las zonas rurales, autoritarismo y un largo etc.
Todo indica que le va a costar a la derecha recomponer una nueva representación política.El impacto del fujimorismo para la derecha en las últimas décadas es quizás de la misma magnitud de lo que fue el impacto de Sendero Luminoso para la izquierda. Costará un tiempo ver una derecha civilizada y, sobre todo, con posibilidades electorales. Es bastante probable que la representación política de la derecha en los próximos años sea un terreno de disputa para personajes similares a López Aliaga. Incluso algunos otros representantes de la derecha se van a radicalizar para poder competir en los mismos términos que López Aliaga. Algo de esto se ha visto en los últimos meses con la negativa de reconocer los resultados y el triunfo del profesor Castillo.
Otro dato importante es que en estos meses se ha confirmado una nueva división en la actividad gremial de la clase empresarial. La poderosa Confiep, Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas ha tenido una nueva escisión; en esta ocasión los exportadores no tradicionales, Asociación de Exportadores, y otros gremios como la Sociedad Nacional de Industrias y algunos más, han formado una nueva organización gremial, al margen de la Confiep. El desgaste de la Confiep no solo es por su juego político y la identificación con el fujimorismo; también lo es por no haber zanjado con los casos de corrupción en los que varios de sus miembros han estado envueltos.
PD: ¿Qué esperas tú de un gobierno Castillo? ¿Cuáles crees que deben ser sus prioridades?
JdE: Considero que la prioridad seguirá siendo el tema sanitario, concluir con el proceso de vacunación y preparar al país frente a una posible segunda ola, y en segundo lugar recuperar la economía, sobre todo el empleo. Son más de 2 millones y medio de puestos de trabajo que se han perdido. Creo que el gobierno de Castillo deberá priorizar sectores claves como la agricultura y la pequeña y micro-empresa. La propuesta de segunda reforma agraria será muy importante y ha generado mucha expectativa en las zonas rurales, sobre todo en el sur del país. En el contexto de recuperación de los precios de los minerales deberá equilibrar la presencia de la minería con la protección de los derechos de las poblaciones vecinas y la naturaleza. Sobre todo, no perder de vista que se va a recibir una situación compleja de embalse de varios conflictos vinculados a la minería. Finalmente, el nuevo gobierno deberá implementar una reforma tributaria integral para recuperar los ingresos fiscales del país y así sostener el gasto social, sobre todo en salud y educación, que seguirá siendo una necesidad. No hay que olvidar que la presión tributaria en el Perú es una de las más bajas de América Latina.
PD: ¿Cómo anticipas que será la relación entre Juntos por el Perú y el gobierno de Castillo? Se ha criticado el aparente conservadurismo social de Castillo (en torno a temas como los derechos de la mujer y de la comunidad LGTBQ) y se lo ha contrastado con el progresismo de Verónika Mendoza. ¿Deben zanjarse estas diferencias y, de ser así, cómo?
JdE: Espero que siga siendo una relación de colaboración. La alianza con Juntos por el Perú y en especial con el Nuevo Perú que lidera Verónika Mendoza, ha sido un soporte central para la campaña en la segunda vuelta, con la elaboración del Plan Bicentenario y también en el tramo previo a la proclamación del triunfo de Pedro Castillo, sobre todo para calmar las tensiones de los agentes económicos, etc. Espero que la colaboración se mantenga y que se pueda estructurar un gabinete sólido y de amplia convocatoria que encare los retos del nuevo período. La tarea no será sencilla porque se deberá construir una correlación favorable de respaldo en el nuevo Congreso, lo que implica tejer relaciones más amplias con otras fuerzas políticas.
Es cierto que hay diferencias sustantivas entre las dos fuerzas políticas, lo que significa que hay mucho por trabajar de manera conjunta para que se conviertan en elementos claves para la agenda de gobernabilidad del país. Una tarea fundamental para aliados como el Nuevo Perú es seguir impulsando la agenda de los derechos de la mujer y de la comunidad LGTBQ. Esto es irrenunciable. También no se debe perder de vista la agenda ambiental.
PD: ¿Qué futuro tiene la izquierda en el Perú?
JdE: El futuro hay que trabajarlo; hay que construirlo. No va a caer del cielo. Vuelvo a una idea planteada al inicio. Existen excelentes condiciones para que una nueva generación de cuadros políticos de la izquierda asuma el protagonismo de liderar un proceso de renovación programática, de práctica política, organizativa, de apertura hacia la ciudadanía, sobre todo a los jóvenes, para generar nuevos consensos. Sin embargo, hay mucho por trabajar y se tienen que generar las condiciones para que ese proceso se pueda concretar. Al mismo tiempo, la izquierda debe reconocer y articular con todo el conjunto de nuevos actores sociales y sus nuevos referentes organizativos que sobre todo se despliegan en los diferentes territorios y que no forman parte de las antiguas organizaciones y grandes centrales sindicales y campesinas que ya no tienen el mismo nivel de representatividad.
José de Echave tiene un doctorado en Estudios de Sociedades Latinoamericanas (opción Economía) en Francia, un diploma en Economía Internacional y Desarrollo, por la Sorbonne Université y un post grado, Diploma de estudios a profundidad (opción Economía), por la Université de la Sorbonne Nouvelle. Ha trabajado asesorando a sindicatos de trabajadores mineros y a poblaciones afectadas por actividades extractivas. Fue Vice Ministro de Gestión Ambiental en el Ministerio del Ambiente en el gobierno de Ollanta Humala (2011-2016), cargo al que renunció en medio del conflicto de Conga en Cajamarca, cuestionando abiertamente la manera como se había aprobado el Estudio de Impacto Ambiental del mencionado proyecto. Fue cofundador de la institución peruana CooperAcción y ha sido consultor de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Paulo Drinot es profesor de historia latinoamericana en University College London, y sobrino de José.