Este artículo fue publicado originalmente en el ejemplar de invierno 2022 del NACLA Report, nuestra revista trimestral.
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En los últimos tres años, los chilenos lanzaron un estallido social inédita contra 30 años de neoliberalismo, votaron abrumadoramente a favor de desechar la constitución de la dictadura y eligieron una asamblea constituyente histórica encargada de redactar una nueva magna carta. Al cierre de ese proceso, rechazaron el borrador constitucional en un plebiscito el 4 de septiembre. La Convención Constitucional, elegida en mayo de 2021 con 155 escaños, estableció un nuevo precedente para la inclusión de mujeres y pueblos indígenas. Con un número significativo de convencionales constituyentes independientes, también mostró el descontento popular con la clase política tradicional. Un año después de comenzar su trabajo, la asamblea presentó el borrador constitucional final el 4 de julio, lo que provocó una explosión de comentarios de expertos y analistas alrededor del mundo.
Antes del plebiscito del 4 de septiembre, hablé con dos convencionales para reflejar en sus propias palabras la formación de suma importancia de la asamblea constituyente. Elisa Loncon es una lingüista mapuche y activista indígena que fue elegida la primera presidenta de la Convención Constituyente. Alondra Carrillo Vidal es psicóloga y activista feminista que es vocera de la Coordinadora Feminista 8M, una de las organizaciones que ha liderado la Huelga General Feminista en Día Internacional de la Mujer los 8 de marzo. La histórica dirigencia de Loncon llegó a representar las posibilidades políticas del plurinacionalismo para los mapuche, el grupo indígena más grande de Chile, y otros grupos indígenas socialmente marginados desde los aymara hasta los rapa nui. Carrillo participó en la formación de Movimientos Sociales Constituyentes, un bloque dentro de la Convención integrado por representantes de múltiples movimientos sociales.
En esta entrevista, Loncon y Carrillo hablan de la importancia de su trabajo para sus electores y para su país, ya que buscaron conocer y mediar las posibilidades de este proceso histórico. Aunque se rechazó en el plebiscito nacional el borrador constitucional en el que trabajaron, el replanteamiento de los derechos sociales y la organización del Estado que se en los 388 artículos del documento continúa informando el debate público y político mientras los chilenos negocian la siguiente fase de este proceso. Esta entrevista refleja no solo lo que era posible sino lo que aún es posible, ya que las ideas producidas en el borrador constitucional de 2022 no se evaporarán.
Romina Green Rioja: ¿Cuál ha sido la experiencia de ustedes, como representantes del movimiento, en el CC?
Elisa Loncon: En primer lugar, debo destacar la experiencia de ser la primera presidenta de un órgano constituyente, mujer y mapuche, ello implicó un gran reconocimiento al pueblo mapuche de parte de los chilenos y un posicionamiento de las demandas histórica en un espacio democrático, nunca antes visto.
En segundo lugar, debo mencionar que la convención se destacó por ser un órgano democrático que representó a los diversos sectores sociales de Chile, lo que antes no se había visto en materia de paridad, descentralización y diversidad de pueblos. Todas fuerzas políticas existentes al interior de la Convención éramos minoritarias, nadie tenía la capacidad de veto, por eso se transformó en un espacio de diálogo, de acuerdos entre los colectivos políticos existentes, en su mayoría independientes de tendencias de izquierdas y centro, las posturas de las derechas fueron siempre minoritarias; y en este diálogo también participaron por primera vez los pueblos o naciones preexistentes de Chile.
Tuvimos la tarea como pueblos indígenas de posicionar la agenda internacional en materia de derechos indígenas y su instalación en la Nueva Constitución, hicimos diálogo político transversal para instalar los derechos con los diversos sectores pro-derechos humanos y sociales. La derecha se abstuvo y votó en contra de las normas de derechos colectivos de los pueblos.
Alondra Carrillo Vidal: Como Coordinadora Feminista 8M, espacio del cual soy vocera, desarrollamos un largo proceso de discusión para decidir volcarnos a la disputa de la Convención. Una vez que lo decidimos, y decidimos también que lo haríamos mediante listas independientes, nuestra trayectoria organizativa se cruzó con los esfuerzos de los cordones de asambleas territoriales del distrito 12, distrito que habité hasta el 2021. Estas asambleas, junto a la Coordinadora y otras organizaciones territoriales y sociales del distrito, como el Movimiento por el Agua y los Territorios, organizaciones de pensionados que luchan por pensiones dignas (No + AFP), organizaciones juveniles y de las disidencias sexuales y de género, conformamos una lista y decidimos que quienes llegaran a la convención debían ser voceras y voceros del territorio organizado. Esa fue, entonces, mi labor.
Para ello teníamos un programa, el programa feminista contra la precarización de la vida, que tuve la responsabilidad de defender e impulsar dentro de la Convención. Desde el proceso de campaña y una vez dentro de la Constituyente, me articulé con otras y otros que venían de espacios y mandatos programáticos semejantes en Movimientos Sociales Constituyentes. Y, a fin de procurar la redacción transversal de normas feministas junto a feministas de los distintos colectivos, fui parte del impulso para la conformación de la Colectiva Feminista, espacio políticamente transversal.
Asimismo, desde la Coordinadora y desde mi vocería, mantuve un vínculo permanente con las organizaciones feministas que presentaron iniciativas populares de norma constitucional, un mecanismo de participación incidente, y procuré construir los puentes que permitieran aunar los esfuerzos entre las convencionales feministas y las organizaciones del movimiento.
RGR: ¿Pueden describir un momento especial o desafiante en particular durante el CC?
EL: Como presidenta me correspondió ratificar el quórum de dos tercios para votar las normas constitucionales, este quórum fue la herencia de la Constitución del 1980, por lo mismo muy resistida por las izquierdas. Hubo presión de parte de las izquierdas, el partido comunista, convencionales de los movimientos sociales propusieron cambiar el quórum, mi postura fue ser fiel al mandato constitucional, no podíamos nos respetar este mandato, porque nosotros mismo como Convención actuaría fuera de lo constitucional, por lo mismo, debíamos ratificar y eso ocurrió. Hubiera sido un grave error haber hecho lo contrario.
Los pueblos indígenas participamos en la Convención como independientes y no teníamos equipos políticos de trayectoria. Hubo que convocar entre nuestra gente las/los mejores abogadas/os con los que contábamos, a las mejores hermanas estudiosas/os de la causa mapuche e indígena para en conjunto instalar las demandas en un medio de personas donde muchos no conocían a los pueblos. La presidenta contaba con un equipo muy reducido de personas con experiencia política a diferencia de los miembros de partidos políticos que fueron parte de diferentes gobiernos y que contaban con centros de estudios políticos; por supuesto, no estábamos en condiciones de igualdad, pero fue posible la incidencia en el diálogo democrático, por la estrategia impulsada por los pueblos, una de ella el pueblo mapuche que puso uno de sus escaños en cada comisión redactora de la constitución, a quienes dimos apoyo y seguimiento de manera colectiva.
ACV: Hubo sin duda muchísimos momentos desafiantes, y la verdad es que los que pienso se asemejan a lo que dice Elisa. Pienso en dos de ellos. El primero, cuando fuimos súbitamente conscientes junto a mis vecinas y vecinos, de que, dada la composición de la Convención, la tarea de redacción del texto constitucional era real. No se trataba sólo de ir a poner puntos sobre la mesa o presentar ciertos aspectos del programa, sino de propiamente ser partícipes directos y directas de la redacción del texto constitucional. Sé que puede sonar un poco extraño, pero creo que como organizaciones populares siempre nos imaginamos una profundización del ánimo destituyente de la revuelta y no, necesariamente, teníamos tanta claridad del protagonismo que nos tocaría jugar en la Convención, en su dimensión propiamente constituyente.
Un segundo momento desafiante, más en términos personales quizás, pero también colectivos, fue cuando nos distribuimos en las Comisiones Temáticas para la redacción del texto. Decidimos distribuirnos en todas las comisiones como Movimientos Sociales Constituyentes, y mi tarea fue participar, junto a Alejandra Flores, en la Comisión de Sistema Político. Para esta comisión, el movimiento social no tenía mandatos definidos. Tuvimos que construir un proceso democrático para ir construyéndolos colectivamente. Imaginar un proceso de esas características, organizarlo, construir los textos pedagógicos para deliberar junto a vecinas y vecinos sobre cuestiones tan ajenas a la vida cotidiana como el régimen político, fue sin duda un enorme desafío.
RGR: ¿El CC ha cambiado y/o ampliado la política de los movimientos feministas y mapuches?
EL: Sí. La Convención sirvió para ampliar la política mapuche e indígena y también la mirada de los partidos políticos y líderesas/es que se vieron desafiados por los pueblos en materia de reconocimiento de derechos de plurinacionalidad y derechos colectivos de pueblos indígenas.
Hubo acuerdos con las feministas, movimientos sociales y partidos para apoyar las normas de los pueblos indígenas. El movimiento indígena también fue desafiado a romper con tradiciones coloniales impuestas al mundo indígena y sobre todo a las mujeres; un caso especial fue reconocer los derechos reproductivos de las mujeres indígenas como un saber tradicional no patriarcalizado, para recién votar la norma referida al derecho de las mujeres a la salud sexual y reproductiva.
La convivencia con las mujeres no indígenas también nos permitió ver que hay distintas posiciones políticas feministas, algunas muy conservadoras indiferentes a las demandas de derechos colectivos de las mujeres indígenas. Y que en la paridad no todas las mujeres son feministas, las mujeres de derecha son tan conservadoras que lejos de buscar los cambios sociales lo obstaculizan.
ACV: Tal como dice Elisa creo que el paso por la Convención amplió los repertorios de acción política que habíamos venido desarrollando desde el movimiento feminista. El movimiento tiene un amplio abanico de formas y lenguajes políticos, muy diversos, y hay varias compañeras que llevaban bastantes años desarrollando también una política de incidencia, legislativa o normativa. En ese sentido, la labor que nos tocó hacer se nutrió de esas experiencias previas y tuvimos también que desarrollar el ejercicio de mantenernos conectadas con los ejercicios vivos de deliberación política que estábamos desarrollando como movimiento.
Esto fue especialmente relevante para la construcción de las normas de derechos sexuales y reproductivos, impulsadas por la Asamblea Permanente para la Legalización del Aborto; la norma de derecho a una vida libre de violencia de género, impulsada por una amplia articulación de organizaciones feministas entre las que estaban la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres; y la norma de derecho a la vivienda, donde las mujeres pobladoras y comités feministas por la vivienda tuvieron un rol fundamental.
Este enorme esfuerzo de traducir movimiento social y reivindicación en norma constitucional constituyó, creo, la apertura de nuevo campo de intervención política feminista, que estuvo a su vez determinado por la necesidad de que esta construcción fuese desarrollada por feministas de diversos sectores políticos y por una política de alianzas, como la que describió Elisa, que lo hiciera posible.
RGR: ¿Cómo han influido los procesos de convenciones constitucionales regionales que centran el plurinacionalismo en la CC chilena y en el texto de la nueva constitución?
EL: Se comparte agenda internacional con los pueblos indígenas del mundo. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos indígenas, el Convenio 169 de la OIT, Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, fueron considerados antecedentes en materia de derechos indígenas, como ocurre en otros países del continente, los derechos de los pueblos indígenas suelen ser los mismos el todos los estados.
Pero más allá del continente incluyeron otras importantes experiencias de plurinacionalidad como lo son las autonomías de Europa (España) la diversidad cultural y lingüísticas. Igual es oportuno diferenciar el caso constitucional chileno como único, porque incorpora la paridad, que no ha sido incluida en ninguna experiencia constitucional en el mundo, además asume la crisis climática para atender los problemas derivados de esta situación.
ACV: Desde el feminismo examinamos los avances en materia de género en otras constituciones y también las alertas levantas por feministas de otros países sobre formas en que los estados habían eludido su compromiso, por ejemplo, con la paridad, a fin de contar con esa experiencia al momento de la redacción de las normas que consagran la democracia paritaria
RGR: ¿Cuáles cree que fueron las mayores ganancias y/o oportunidades fallidas durante el CC?
EL: Instalar la plurinacionalidad en conjunto con los derechos sociales y los derechos de la naturaleza. El estado de Chile lleva más de 140 años sin resolver el conflicto creado al pueblo mapuche y a los pueblos indígenas, sin reconocerlos ni respetar sus derechos de naciones preexistentes. La tesis que orientó al estado ha sido un estado, una nación, una lengua y una cultura; ello causó profundo daño a los pueblos por la misma negación; el despojo territorial, cultural y lingüístico condujo a la inexistencia de los pueblos, o al apartheid donde sólo tienen derechos los colonos y los que se asumen sus herederos y no los pueblos originarios, porque sus derechos no existen. Esta anomalía del Estado quedaría superada al aprobarse la nueva constitución.
Como estrategia fallida puede ser la débil alianza política con el feminismo en la Convención y que no se tradujo en sororidad frente a los ataques racistas de la derecha, hombres y mujeres, a mujeres indígenas, las mujeres no indígenas callaron, los colectivos políticos de las izquierdas también, y por supuesto las derechas, nadie repudió los ataques públicos de la derecha frente a las mujeres indígenas, se naturalizó el maltrato verbal. Hubo ausencia de un discurso femenino de cuidado, de sororidad hacia el maltrato a las mujeres, y esto también afectó a las mujeres que defendían el agua y a las más humildes. La derecha mostró su aporofobia.
ACV: En materia de derechos fundamentales, la propuesta constitucional es un salto en dignidad para toda la población, especialmente para los grupos históricamente excluidos; echa por tierra el plan laboral de José Piñera (ministro del trabajo de Pinochet) y empodera fuertemente a las trabajadoras y trabajadores para poder conquistar derechos y condiciones dignas de vida. Consagra derechos sociales, condiciones materiales que hacen posible el ejercicio de la libertad, que hasta hoy son un negocio en nuestro país: quienes tienen dinero, viven bien y acceden a lo necesario; quienes no lo tienen, mueren esperando una atención médica, se endeudan para estudiar y no tienen posibilidad de contar con una vivienda donde desarrollar la vida.
Eso cambia profundamente en la nueva Constitución, que pasa del actual Estado Subsidiario a un Estado Social y Democrático de Derecho. Esta es una constitución que consagra como normas fundamentales garantías que reconocen el carácter patriarcal de nuestra sociedad y buscan superarlo, tanto desde la superación de la división sexual del trabajo, el reconocimiento y redistribución social de los trabajos de cuidados, como desde la erradicación de la violencia de género y los patrones socioculturales que la posibilitan, hasta los derechos sexuales y reproductivos que constituyen un avance enorme en términos de autonomía personal de las mujeres y las diversidades y disidencias sexuales y de género.
En términos de oportunidades fallidas, comparto y recojo lo que dice Elisa. Creo que, también, haber llegado a la Convención con un programa económico más claro desde los movimientos sociales hubiese sido un aporte para robustecer esa dimensión. No para amarrar un modelo ni nada similar, sino para garantizar dispositivos normativos robustos para confrontar la enorme concentración de la riqueza que hoy existe en nuestro país. Finalmente, la que creo es una de las mayores oportunidades fallidas de la Convención es no contar con un capítulo dedicado a la representación política, siendo que la crisis de representación es una de las cuestiones más profundas que atravesamos.
RGR: ¿Qué sigue? ¿Cuáles cree que son los próximos pasos más importantes para aprovechar las ganancias sociales, si se apruebe esta nueva constitución?
EL: La implementación de los derechos garantizados en la constitución en materia social, medioambiental e indígena. La agenda indígena debe ser una prioridad, una urgencia dado al tiempo que lleva sin que los temas de derechos humanos sean tratados de fondo por las políticas del Estado, no son décadas, son siglos de exclusión.
Implementar escuelas de formación antirracistas y de profundización del pensamiento de las mujeres indígenas y de despatriarcalización.
Fortalecer la formación política de las mujeres en materia de descolonización, despatriarcalización, igualdad sustantiva, defensa de la naturaleza. Recuperar las tierras, los conocimientos, lenguas indígenas.
Fortalecer las redes internacionales del feminismo en defensa de la naturaleza y los derechos de paridad transversal en los pueblos.
ACV: Veo pasos similares a los que señala Elisa. En general, creo que la tarea es seguir desarrollando el proceso constituyente que va a continuar abierto luego del 4 de septiembre. Creo que eso significa avanzar en organización social y política feminista, en sostener y proyectar el proceso de articulación alcanzado, lo cual es también una tarea formativa y autoformativa. Construir, desde el movimiento social, las iniciativas legislativas y derogatorias de ley que concreten los anhelos consagrados en el texto constitucional. Y finalmente seguir delineando los contornos del proyecto que pueda interpretar la necesidad de los sectores sociales populares, en toda su diversidad, como vía de salida de la crisis en la que nos encontramos. Hoy están las condiciones internacionales para ir avanzando compartidamente, junto a otros pueblos de la región, en esa dirección.
Romina Green Rioja es profesora asistente de historia latinoamericana en Washington and Lee University. Actualmente está finalizando el manuscrito de su libro To Govern is to Educate: Modeling Racial Education in Modern Chile (1879-1920).