Este artículo fue publicado originalmente en el ejemplar de primeravera 2022 del NACLA Report, nuestra revista trimestral.
El poder popular, entendido como un proceso a través del cual las organizaciones y movimientos sociales deciden de manera autónoma sobre los asuntos públicos, fue promovido por el presidente Hugo Chávez mediante los consejos comunales, las comunas y otras organizaciones sociales. Su objetivo fue recrear el tejido social necesario para avanzar su proyecto revolucionario de la inclusión y de la democracia participativa. A lo largo de más de veinte años, éste ha pasado por diferentes etapas que van desde su promoción presidencial, conformación, desarrollo y auge, hasta su desdibujamiento, desmovilización y posible desaparición.
Sin embargo, aún persisten grupos minoritarios que son críticos del gobierno de Nicolás Maduro e intentan concretar la utopía comunal; se trata de algunos movimientos sociales que resistieron su incorporación al tejido social institucional y de miembros de los consejos y comunas que se resisten a las prácticas burocratizantes y cooptadoras. Estos se han agrupados en redes, heterogéneas ideológicamente, para defender la autonomía y siguen proclamando los ideales Chavistas de la inclusión y la democracia participativa; ideales que, según ellos señalan, fueron distorsionados con la llegada al poder del presidente Maduro en 2013. Pero, incluso, estos escasos resquicios están siendo asediados por el partido del gobierno PSUV que requiere simpatizantes-partidarios así como por el propio gobierno que persigue y criminaliza toda crítica.
La profunda crisis política, económica y social que vive el país ha imposibilitado la continuidad de la estructura organizativa comunitaria que estaba basada en la transferencia de recursos económicos. También ha llevado a los sectores populares a centrarse en la sobrevivencia, y al gobierno a instrumentalizar las redes comunitarias existentes como mecanismos de bio-control a través de los programas de alimentación como las Bolsas CLAP y los bonos de sobrevivencia. Como resultado, el protagonismo del pueblo, encarnado en los movimientos comunitarios, se ve cada vez más distante frente a un poder popular debilitado, bio-cooptado, burocratizado, y en la mayoría de los casos, desmovilizado y perseguido. ¿Podrá el poder popular sobrevivir en estas difíciles condiciones?
Para explorar esta pregunta, hablé con Ulises Castro, sociólogo, educador y comunicador popular. En los últimos veintitrés años y desde muy joven, ha sido y sigue siendo miembro, coordinador, vocero y activista del movimiento popular así como también militante político comprometido con el chavismo. Fue fundador y coordinador de la Escuela Bolivariana del Poder Popular que ha promovido la creación de más de 300 consejos comunales. Fue Coordinador de los Círculos Bolivarianos, antecedente del Poder Popular visionado por el Presidente Chávez como el soporte civil de la revolución cívico-militar bolivariana. Tomando en cuenta esa rica, amplia y única trayectoria, en esta entrevista nos hace un balance de los últimos veintitrés años sobre la evolución del Poder Popular que se pretendió incrustar en el movimiento comunitario de base popular, enfatizando sus fortalezas y debilidades. Nuestra conversación, que se realizó por correo, ha sido editada por su extension y claridad.
María Pilar García-Guadilla: Dada su amplia experiencia como activista del movimiento popular y militante político ¿podría explicarnos cómo ha sido la génesis, desarrollo y evolución del Poder Popular, que se ha convertido en el leitmotiv del Socialismo del Siglo XXI desde que Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela? ¿Cómo pudiera definirse en la praxis?
Ulises Castro: En Venezuela, el Poder Popular tiene sus antecedentes en el quiebre y fracaso del pacto de Punto Fijo, concretamente, en el denominado Caracazo, las fuertes protestas del 27 de febrero de 1989 que se desataron contra las medidas de ajuste macroeconómico impuestas por el Fondo Monetario Internacional. El Poder Popular cobró relevancia como una expresión de la fuerza liberadora del pueblo pues dichas protestas se asociaron al concepto de multitud desarrollado por Antonio Negri; fueron la contraparte a la grave crisis de representación de los partidos políticos y al cierre de los mecanismos institucionales para canalizar el descontento. Ese despliegue de rebelión desatada por el pueblo es el elemento central para comprender la génesis del Poder popular.
Estas protestas callejeras, junto con el protagonismo del movimiento estudiantil, fueron una expresión importante de la lucha desde lo popular que logró convertir el descontento largamente acumulado, en victoria electoral en diciembre de 1998, cuando se eligió al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías como presidente de Venezuela. Con Chávez se comienzan a aportar contenidos sustantivos a la definición procesual de poder popular. Desde mi experiencia en la militancia política y comunal, creo que este concepto empíricamente puede ser entendido como el ejercicio de la fuerza organizada y movilizada del pueblo, el despliegue de la diversidad de saberes y prácticas de múltiples identidades colectivas que construyen un nuevo tejido social de resistencia, las luchas reivindicativas y liberadoras con alta capacidad política crítica y autónoma para la construcción, conducción y transformación de su propia realidad y destino.
Se trata de un concepto abierto a la resignificación histórica en estos veintidós años por lo que el Poder Popular es aún una promesa en construcción y desarrollo.
MPGG: ¿Cómo ha sido esa resignificación histórica del Poder Popular? ¿Existen diferentes expresiones según el momento histórico? ¿Cuáles han sido sus principales aciertos, obstáculos y debilidades en cada etapa?
UC: Se pueden delimitar cinco momentos históricos del Poder Popular a lo largo de los últimos veintitrés años: arranque; ampliación; auge; crisis, resistencia y declive; y derrumbe, anulación y reinvención.
El arranque comienza con la elección de Hugo Chávez como presidente en 1998 y va hasta el año 2003. En este periodo, se impulsó la democracia participativa y la corresponsabilidad ciudadana popular en el ejercicio de la soberanía popular a través de una nueva Constitución que fue apropiada por el imaginario colectivo y constituyó la base para la construcción de un nuevo tejido social democrático.
A lo largo del periodo, la fuerza del pueblo pobre y excluido se expresó en la organización y resolución de demandas urgentes, en la exigencia de inclusión y, posteriormente, en el ejercicio de los derechos. Para ello, se crearon nuevas organizaciones sociales que inicialmente constituyeron una base importante de legitimidad y de apoyo político del gobierno. Entre estas organizaciones se encuentran las mesas técnicas de agua, las mesas de energía que se ocupan del alumbrado de las comunidades, los comités de tierra urbanos y rurales, las cooperativas productivas, de servicio y los Círculos Bolivarianos (CB), que fueron espacios de aprendizaje organizativo democráticos con funciones muy diversas desde la elaboración de censos y diagnósticos con la participación de la comunidad hasta la ejecución de obras de infraestructuras locales.
Este arranque contribuyó a tensionar a la vieja cultura política, aunque la gestión pública siguió dominada por las viejas formas, bajo la concepción elitista de que el pueblo pobre es “inculto”. Por otro lado, la militarización de la gestión pública, familiarizada con estructuras despóticas de orden y mando vertical y con prácticas autoritarias de la cultura tradicional de la gestión pública, contradijo el impulso democrático de este periodo. Además, la promoción y conducción de la organización de base comunitaria desde el gobierno, particularmente el control y la dirección política de los Círculos Bolivarianos (CB) por el presidente de la Republica, liquidó esta propuesta popular ya que su dependencia, tutela y manipulación desde la presidencia hizo que los CB devinieran en una relación clientelar y populista. Bajo mi coordinación de los CB que duró solo cinco meses, una de las líneas de trabajo más importantes fue el ejercicio de la contraloría social; le presentamos al presidente un informe de corrupción con denuncias graves y fundamentadas sobre la naciente política alimentaria de 2003 y 2004, pero nunca se procesaron. Contrariamente, se dio una especie de conspiración en el palacio de Miraflores contra los CB que terminó dividiéndolos, aplastándolos y bloqueando la corriente crítica.
Entre los aspectos positivos de la etapa de arranque debe mencionarse el proceso de aprendizaje organizativo que posteriormente influyó en el logro de la eficiencia y eficacia que tuvieron inicialmente las Misiones Sociales que se crearon en el segundo periodo que podemos llamar, de ampliación del Poder Popular. Entre 2003-2006 se pretendió dar un mayor alcance político al concepto del Poder Popular, profundizando la participación y el protagonismo del pueblo en la formulación, diseño, ejecución, seguimiento, control y evaluación de las políticas públicas a través de las Misiones como la de salud o Misión Barrio Adentro y la de alfabetización o Misión Robinson, entre otras. En estas Misiones, se vislumbraba al pueblo como poder constituyente o principal actor. Sin embargo, el potencial de las mismas para construir la democracia directa fue destruido por su institucionalización burocrática que terminó liquidando la iniciativa de la participación popular. Esta institucionalización también acabó con la eficiencia y eficacia de las misiones favoreciendo la reproducción del burocratismo y la corrupción.
En el tercer periodo, de auge del Poder Popular que va de 2006 a 2012, se ampliaron las formas organizativas creándose masivamente consejos comunales y comunas que fueron promocionadas por el entonces presidente Hugo Chávez, bajo la promesa del gobierno popular y del ejercicio directo de la soberanía. También se estimularon movimientos sociales circunscritos a sectores de la población y demandas particulares: movimientos de mujeres, colectivos de agricultores, trabajadores, personas con discapacidad, profesionales, motorizados, estudiantes, adultos mayores, pensionados, indígenas, artistas intelectuales, jóvenes y clase media entre otros. A mediados del año 2007 estaban conformados más de veintidós mil consejos comunales de los cuales, casi la mitad se encontraban ejecutando algún proyecto.
Los consejos comunales han resultado en experiencias fragmentarias incapaces de constituirse en una fuerza para la construcción de nuevas relaciones sociales y nuevas formas políticas de gobierno; menos aun, nuevas experiencias económicas productivas. Solo en el caso de las comunas, podría apostarse a la construcción de redes del Poder Comunal más amplias; sin embargo, en la práctica, la mayoría de ellas no han logrado superar el localismo de los consejos comunales. Por otro lado, el gobierno que es el principal promotor de éstas, ha bloqueado paradójicamente, cualquier posibilidad de construcción de una red del Poder Popular en las comunas.
Al igual que en los consejos comunales, no hay mucho espacio para el optimismo cuando hablamos del alcance e impacto de las comunas. Quizás si la estructura institucional de la políticas públicas hubiera respondido a la corresponsabilidad y al respeto a la autonomía de lo popular, se hubieran transferido efectivamente las competencias y los recursos del Estado hacia éstas, tal como lo señala la constitución, y se hubiera orientado la inversión en los proyectos estratégicos bajo una visión de la planificación comunal, habría mayor espacio para el optimismo. Dadas estas limitaciones, hemos desarrollado varias experiencias que apuntan a construir estas redes del Poder Popular desde la corriente crítica de la Red Nacional de Comuneros, pero desafortunadamente, han sido bloqueadas y torpedeadas por la burocracia institucional.
Estas organizaciones sociales se desarrollan bajo dos concepciones. La primera es la bancaria, revindicativista y localista, que es la más frecuente, donde las organizaciones sociales creadas, como los consejos comunales, se perciben como simples receptoras de recursos para la ejecución de proyectos. La segunda concepción fue asociar los consejos comunales y comunas con nuevas relaciones sociales y nuevas formas políticas para la democracia directa. Lamentablemente los discursos de Chávez sobre la democracia y el Poder Popular de ese periodo resultan contradictorios. Mas aun, las comunas venezolanas han sido bombardeadas, torpedeadas, frenadas, obstaculizadas, distorsionadas por el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), bajo su concepción de partido único de la revolución. Los consejos comunales han sido sustituidos por una estructura despótica impuesta por el PSUV como son las UBCH (Unidades de Batalla Bolívar-Chávez) y los CLAP (Comités locales de alimentación y producción). Los jefes de calle son designados por el partido y solo ellos deciden sobre la distribución de la política alimentaria para tratar de amarrar las lealtades al partido.
El periodo de crisis, resistencia y declive del poder popular (2013-2017) se caracteriza por la llegada de Nicolás Maduro al poder, una vez que falleció el presidente Chávez. Al igual que el periodo actual, éste está impactado por una profunda crisis económica, política y social que se manifiesta en la imposibilidad de ejercer los derechos básicos y fundamentales así como avanzar la propuesta del poder popular.
Coincide con la baja del precio del petróleo, el aumento de la pobreza, el fracaso del gobierno para enfrentar la grave crisis económica y las salidas violentas de la oposición no democrática. También con el aumento de la partidización del Estado y de la sociedad, el autoritarismo del gobierno y la irresuelta polarización en permanente tensión y conflicto. Dentro de este cuarto periodo, algunos sectores logran resistir frente a la crisis, pero los sectores mayoritarios son anulados dándose el declive del poder popular.
Frente a incapacidad del gobierno para enfrentar la crisis, La Red Nacional de Comuneros, conformada por voceros de mas de 300 comunas del país y de la que formo parte, contribuimos en ese momento con más de 5000 proyectos productivos procedentes de 400 comunas donde priorizamos la producción agroalimentaria y la distribución de alimentos. Desde este espacio y apoyados en el censo familiar de las comunas, orientamos la distribución de alimentos casa por casa. Desafortunadamente, no obtuvimos respuestas de apoyo por parte del gobierno a nuestras propuestas productivas.
A partir de 2018 y hasta nuestros días, se puede hablar de tres posibles escenarios para el poder popular. En el primero, el poder popular podría ser aplastado y derrumbarse como resultado de la despolitización, desilusión colectiva, desesperanza, descontento, refugio individual, incertidumbre, miedo y critica pasiva. En el segundo escenario, el poder popular podría ser anulado, pervertido, distorsionado, manipulado, confundido si se generaliza la obediencia pasiva al partido del gobierno y a las instituciones y si se desarrolla una lealtad clientelar. Un tercer escenario, que es al que apostamos, sería que el poder popular se reinventa en resistencia y lucha, privando la crítica activa y radical, la reivindicación de su autonomía y del derecho a disentir. Para ello deben construirse alternativas de lucha y movilización política así como nuevas alianzas sociales y políticas despolarizadas.
MPGG: Dentro del contexto actual de la grave crisis humanitaria, la continuidad e incluso, acentuación del modelo de desarrollo rentista extractivista, la emigración de casi seis millones de venezolanos (muchos de ellos pertenecientes a los sectores populares), la criminalización de la disidencia y el autoritarismo creciente, ¿cuál de los últimos tres escenarios que ha señalado cree que tiene mayor potencial de concretarse? ¿Cuáles serían las condiciones para una posible reinvención y avance del poder popular?
UC: Si bien se están desarrollando los tres escenarios de forma simultánea, el que prive uno u otro dependerá de la resolución de la crisis y sobre todo del cambio de la hegemonía política en el país. Acabamos de concluir unas elecciones locales y regionales en noviembre de 2021 donde se observa una nueva recomposición de las fuerzas política que apunta a un cambio de la hegemonía política en unas elecciones presidenciales futuras. Solo un cambio de esa estructura y hegemonía política hará que se desarrolle un escenario diferente para las organizaciones populares y que éstas puedan reinventarse de manera autónoma diversa y plural. Hay que destacar que la tendencia del poder popular a reinventarse es minoritaria en contraste con los otros dos escenarios de derrumbe y anulación, los cuales, bajo la actual hegemonía, son mayoritarios
Por otro lado, en las recientes elecciones regionales y locales, la corriente crítica de la Red Nacional de Comuneros (RNC) donde convergen consejos comunales y comunas de forma autónoma, asumió una nueva identidad colectiva denominada Red Autónoma de Comuneros de modo de participar en el terreno electoral. Entendimos que hay que activar todos los mecanismos democráticos para salir de la crisis y que el sufragio, más allá de las críticas a la democracia representativa, sigue siendo un instrumento por excelencia de ejercicio de la soberanía para decidir y cambiar la hegemonía política. Por ello, este grupo de la Red Autónoma de Comuneros, junto a otras organizaciones de izquierda, contribuimos a la construcción de Alternativa Popular Revolucionaria (APR). Desde esta plataforma más amplia estamos construyendo la unidad de diversos sectores que van desde la izquierda revolucionaria y la izquierda democrática hasta sectores de la oposición que no pertenecen a la elite de la oposición violenta y corrupta ni al gobierno. Todos son actores que rechazan las salidas violentas, están fuera del chantaje perverso de la politización y reconocen la constitución.
En esta dirección, hemos conformado el Voluntariado en Defensa de la Democracia junto con una pluralidad diversa de organizaciones, para la promoción y defensa del voto, trabajar por un sistema electoral cada vez más equilibrado y por unas elecciones libres transparentes y democráticas que sirva de plataforma unitaria para luchar por la reinstitucionalización democrática y por restituir las libertades y los derechos democráticos que le son violados y pisoteamos al pueblo venezolanos. Después de las elecciones locales y regionales del 21 de diciembre, nuestro compromiso es dual: contribuir con una agenda de diálogo social para salir de la crisis y con una agenda de lucha por los derechos democráticos a una vida digna y plena.
María Pilar García-Guadilla es profesora Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Estudia movimientos sociales y democracia desde abajo. Activista feminista y ambiental. Autora con Ana L. Mallen de Venezuela’s Polarized Politics: The Paradox of Direct Democracy under Chávez.
Ulises Castro es sociólogo, educador y comunicador popular, además de comunero. Fue Coordinador de los Círculos Bolivarianos y actualmente es Vocero de la Red Autónoma de Comuneros y Comuneras, y miembro de la dirección política nacional de la coalición Alternativa Popular Revolucionaria.