Dando a luz al futuro: Las parteras logran un gran avance en México

Las parteras tradicionales lograron el derecho a expedir certificados de nacimiento, un paso clave para subsanar las deficiencias de salud materna en comunidades indígenas. Pero su lucha por la protección y la autonomía continúa.

July 22, 2024

Reunión de representantes del Movimiento Nich Ixim de Parteras de Chiapas. (Foto cortesía de Ofelia Pérez Ruiz)

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Sebastiana Vásquez, partera e intérprete de idiomas en Chiapas, México, recibió hace unos años una llamada durante la noche para que acudiera al hospital. Los médicos necesitaban que tradujera a una mujer indígena que iba a tener un parto sin vida y que era necesario practicarle una cesárea. Cuando Vásquez llegó, pidió examinar ella misma a la paciente. "De repente escucho el corazón un bebé en un lado y luego escucho otro corazón hacia abajo”, recuerda Vásquez. "Vi la cabeza del bebé totalmente coronada y dije: ‘¿Por qué van a hacer una cesárea?’" Tras el nacimiento del primer bebé, el médico residente argumentó que el segundo no podía nacer. Pero Vásquez insistió al residente a que la ayudara a recolocar al gemelo. "Se salen los dos bebés vivos", dice, explicando que no sólo no era necesaria la intervención quirúrgica, sino que había pocas razones para esperar un mortinato. "Por eso ahora les digo a los médicos: 'No puedes decirme algo que no sé. Usted estudió en la escuela, pero mis manos han trabajado durante muchos años'".

Como intérprete y partera, Vásquez ocupa una posición en la intersección de la medicina occidental y la tradicional. Su historia muestra cómo las habilidades de las parteras tradicionales pueden ser activos críticos para los retos de salud materna y neonatal a los que se enfrentan hoy en día las mujeres mexicanas y el sistema de salud del país.

Justo antes de que la primera mujer presidenta de México asuma el cargo -Claudia Sheinbaum fue elegida en junio con el 60% de los votos-, el Congreso del país aprobó en marzo de este año una reforma que reconoce a unas 15.400 parteras tradicionales en ejercicio como proveedoras de atención sanitaria. Las parteras tradicionales se basan en conocimientos ancestrales sobre hierbas medicinales, masajes, ungüentos y curaciones para atender partos a domicilio. La reforma autoriza a las parteras a expedir certificados de nacimiento para los casi 90.000 nacimientos que atienden cada año, algo especialmente importante en las zonas indígenas, donde las parteras tradicionales atienden ocho de cada 10 partos.

El acceso a los certificados de nacimiento protege el derecho a la identidad de estos recién nacidos, del que se derivan todos los demás servicios y derechos constitucionales. La reforma también protege la libertad de la mujer a decidir cómo y dónde dar a luz, incluido su derecho a acceder a la medicina tradicional. La reforma supone una victoria decisiva para el movimiento de parteras tradicionales, ya que reconoce que las parteras obtienen la autoridad de sus comunidades y no del gobierno, lo que supone un cambio con respecto a los esfuerzos realizados durante mucho tiempo por el gobierno mexicano para situar la partería bajo el control del sector sanitario. Aunque el número de parteras ha ido disminuyendo en las últimas décadas, ellas se han organizado para exigir el reconocimiento de su labor y el derecho a poder trabajar separadamente, pero en colaboración con otros profesionales de la sanidad pública.

Colmar las lagunas de un sistema sanitario fracturado

El reciente logro se produce en un momento en que las tasas de cesáreas están aumentando en todo el mundo, y son especialmente elevadas en América Latina y el Caribe. México, que alcanzó el 54 por ciento en 2023, tiene una de las tasas más altas del mundo, muy por encima de la tasa recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se sitúa entre el 10 por ciento y el 15 por ciento. La saturación de los hospitales mexicanos ha llevado al personal médico a recurrir a las cesáreas para acelerar los partos. Según los informes, hasta el 24 por ciento de las cesáreas practicadas en 2023 no fueron autorizadas por las mujeres a las que se practicaron. Expertos en salud pública y defensores de la partería indígena y tradicional califican los altos índices de cesáreas como evidencia de cirugías innecesarias e invasivas, y señalan que la violencia obstétrica ocurre con mucha mayor frecuencia en entornos hospitalarios en comparación con los domiciliarios.

El intento del presidente Andrés Manuel López Obrador de consolidar el fragmentado sistema sanitario mexicano ha dejado a grandes sectores de la población sin acceso a la atención sanitaria y ha creado lagunas en la financiación de la salud reproductiva. En 2020, López Obrador sustituyó el Seguro Popular, que cubría a millones de personas sin seguridad social, por un nuevo sistema sanitario supuestamente universal, pero el despliegue del programa fracasó debido a directrices poco claras, ineficiencias burocráticas y la aparición de Covid-19. La transición dejó a las poblaciones más vulnerables -incluido el 38,7 porcentaje de las mujeres en 2022- sin acceso a servicios sanitarios, aproximadamente el mismo porcentaje de mujeres que vivían en la pobreza ese año. En mayo de 2023, la administración abandonó su plan inicial y aprovechó la infraestructura establecida del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para crear el IMSS Bienestar, centrado en las zonas rurales y desatendidas. La transición ha estado plagada de problemas y aún está surtiendo efecto. Como consecuencia de la desinversión y los retrasos administrativos, los hospitales denunciaron escasez de personal, material médico e intérpretes de lengua indígena para los partos durante el sexenio presidencial.

Mientras tanto, la práctica ancestral de la partería a domicilio proporciona numerosos beneficios para la salud de las mujeres y los recién nacidos. Los estudios muestran correlaciones entre la partería tradicional y la reducción de intervenciones innecesarias durante el parto, cesáreas, partos prematuros, depresión posparto, anemia y mayores tasas de lactancia materna. La partería colma las lagunas en la desigual cobertura de la salud materna, además de facilitar la transmisión de la herencia indígena.

Dadas las carencias en materia de salud materna dentro del sector sanitario formal, ¿la reforma que reconoce a las parteras tradicionales supondrá realmente un mayor reconocimiento de los proveedores de atención sanitaria fuera de los entornos clínicos? La presidenta electa Sheinbaum se ha comprometido a proteger los derechos de los indígenas, pero aún está por verse si su programa sanitario tendrá en cuenta los beneficios de la partería tradicional. Para los activistas, el reconocimiento legal abre vías para corregir la discriminación sistémica y promover una inversión sostenida en la práctica ancestral.

Mujeres indígenas y parteras realizan una ceremonia de Tlalmanalli en la Ciudad de México en 2021. (ONU Mujeres / Dzilam Méndez / Flickr / CC BY-NC-ND 2.0)

La lucha contra el etnocidio del patrimonio indígena

Una vibrante red de parteras de todo México se movilizan para promover y defender la partería tradicional. El Movimiento de Parteras de Chiapas Nich Ixm (nich ixim significa flor de maíz), nacido en 2017, ha crecido hasta incluir a más de 600 parteras de más de 30 municipios indígenas y mestizos. Nich Ixim comenzó a alinearse con movimientos de todo el país para crear una agenda nacional de incidencia. Ofelia Pérez Ruiz, partera de tercera generación y portavoz del Movimiento, describe la violencia, la discriminación y el racismo que impulsaron a las parteras a unirse. "Cuando hay algún traslado [a un hospital] por alguna complicación con la mujer o el recién nacido, a veces no lo quieren recibir o atender en los hospitales", afirma. Disponer de una plataforma para compartir sus experiencias como mujeres indígenas discriminadas por ejercer su oficio ha fomentado un sentimiento de unidad dentro del movimiento.

Según varias fuentes, las parteras sufren amenazas periódicas por parte del personal de los hospitales por ejercer fuera del sector sanitario oficial. Si hay una complicación, muchas parteras temen ir a la cárcel o que les pongan una multa, que haya una gran investigación explica Pérez Ruiz. Una encuesta realizada a 67 parteras de 22 estados reveló que ocho de cada 10 describían su trabajo como peligroso. La percepción de peligro no sólo hace que algunas parteras dejen de atender partos, sino que disuade a las generaciones más jóvenes de incorporarse a la práctica. Esto provoca graves carencias en la atención reproductiva de mujeres y comunidades que desconfían de la medicina occidental o no tienen acceso fiable a centros médicos.Además de la represión estatal, las parteras soportan condiciones laborales adversas. Un estudio de 257 parteras mexicanas reveló que muchas parteras dejaban de atender partos debido a problemas de salud que iban desde la hipertensión a la pérdida de visión. Al carecer de acceso a sus propios cuidados, otras murieron por complicaciones derivadas de la diabetes y el Covid-19. Su dudoso estatus legal ha hecho que las parteras trabajen sin salarios oficiales. Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud sugieren que los trabajadores sanitarios comunitarios que desempeñan funciones de salud materna realizan servicios sanitarios no remunerados por valor de 17 billones de dólares al año.

Vásquez explica que una familia suele compensar a las parteras con frijoles, maíz o entre 100 y 500 pesos por atender un parto. "Que el Gobierno apoye a las parteras por una razón: porque dedican su vida a la comunidad", explica. "El apoyo es importante porque a veces hay pobreza. Por ejemplo, me ha tocado atender a mujeres, solteras o madres solteras, sin camas, [que duermen en] el suelo. ¿Qué le vas a cobrar a esa familia?”

Sus defensores sostienen que la importante contribución de las parteras tradicionales a la salud pública merece una compensación y apoyo estatal. Sin ella, la práctica lucha por sobrevivir.

La discriminación por parte del sector sanitario además de la falta de derechos laborales, asistencia sanitaria y una compensación adecuada amenazan el futuro de la partería tradicional. La antropóloga Fanny Escobar Melo, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, califica la marginación de la partería como una forma de "etnocidio" del patrimonio indígena.

Mujeres indígenas y parteras realizan una ceremonia de Tlalmanalli en la Ciudad de México en 2021. (ONU Mujeres / Dzilam Méndez / Flickr / CC BY-NC-ND 2.0)

Retos futuros para el movimiento

Si bien las parteras han logrado que la nueva Ley General de Salud las reconozca como parte del sistema de salud, ellas aún se resisten a la regulación estatal por parte de la Secretaría de Salud. En 2022, antes de que la reforma pasara por el Congreso, la Secretaría de Salud anunció un borrador de propuesta para regular la partería, y el movimiento nacional de parteras se organizó en oposición. Pérez Ruiz explica: "Tienen que ver la manera de cómo separa, pero también cómo se puede vincular para que también este haya una mutua comunicación cuando hay alguna complicación con las mujeres o con el recién nacido.” Y continúa: “Son esos tipos de relación que nosotras buscamos, no es para que nos meten ahí en el mismo sistema.” Hasta ahora la Secretaría de Salud no ha emitido ninguna norma reglamentaria, pero la propuesta demuestra que los términos de un reconocimiento legal por separado siguen siendo una lucha constante.

Más allá del reconocimiento jurídico autónomo, el movimiento también pretende corregir la discriminación generalizada que sufren las parteras sobre el terreno. Los autores de un informe sobre la situación actual de la partería indígena en México piden "un diálogo urgente con las autoridades federales del IMSS-Bienestar para revertir la campaña de desprestigio, deslegitimación y prohibición al ejercicio de la partería tradicional e indígena". El informe también señala la necesidad de una transformación cultural dentro de los hospitales a través de una iniciativa para "sensibilizar a directores y personal hospitalario… para lograr un trato respetuoso y colaborativo con las parteras." Una política de salud materna eficaz subraya la importancia de la capacidad de las comadronas tradicionales para derivar pacientes y compartir conocimientos con las instituciones sanitarias. Los defensores de la partería reclaman formaciones de "interculturalidad" que no adopten un enfoque hegemónico de la biomedicina, sino que inviten al intercambio bilateral de conocimientos.

Las parteras se muestran en gran medida dispuestas a establecer relaciones de colaboración con el sector sanitario. "Prevenir la mortalidad materna e infantil…es nuestra visión colectiva", dice Pérez Ruiz. "Por eso creemos que este cambio es muy importante y creemos que sí se va a poder lograr, no siempre y cuando también se prestan a escucharnos". Su visión requiere un cambio de paradigma, de la subordinación al respeto digno de la experiencia de las parteras en todos los niveles del sector sanitario.

Invertir en el futuro de la partería

Garantizar la práctica segura y digna de la partería significará invertir en las propias parteras. La Agenda para la Defensa y Promoción de la Partería Tradicional pide "Un estímulo económico sin condicionamientos, para las parteras tradicionales que así lo consideren conveniente, por la atención a la salud que como parteras tradicionales hemos dado y continuamos dando a las comunidades, incluso cubriendo labores que corresponderían a las instituciones de salud.” Los ejemplos existentes de compensación estatal han estado generalmente condicionados a la co-atención con un profesional clínico o a referencias del sector sanitario formal. El movimiento insta a México a dar un paso adelante como líder mundial para ofrecer compensación a las parteras tradicionales sin regulación estatal.

¿Romperá la administración de Sheinbaum con el pasado para proteger el futuro de la partería tradicional y comunitaria? Independientemente de la actuación del gobierno, las parteras están decididas a que su práctica siga viva. "Estamos empezando a formar nuevas parteras”, dice Vásquez. A través de su organización Sakil Nichim Antsetik (mujeres de las flores blancas), imparte la sabiduría de sus manos a la siguiente generación. A medida que el movimiento crece, su defensa da a luz nuevas posibilidades de justicia en materia de salud materna.


Becki Marcus se dedica a los movimientos populares por la justicia climática y la equidad de salud. Residente en Ciudad de México, produce una serie web global sobre democracia directa y escribe como periodista independiente.

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