El presidente argentino Javier Milei anunció el cierre de Télam, la agencia nacional de noticias, en su discurso sobre el estado de la Nación pronunciado el primero de marzo. “Vamos a cerrar la agencia Télam, que ha sido utilizada durante las últimas décadas como agencia de propaganda kirchnerista”, dijo Milei. Los anteriores mandatarios, Néstor y Cristina Kirchner, sólo estuvieron 16 años en el poder, mientras que la empresa estatal tiene 79 años de existencia.
Dos días después, el interventor del sistema público de medios Diego Chaher ordenó vallar los accesos a las dos sedes de la agencia, instalando allí una guardia policial permanente, para evitar el ingreso del personal a los edificios. Esa misma noche envió un correo electrónico a los trabajadores informándoles que se los “dispensaba” de la obligación de ir a trabajar por una semana, manteniendo el cobro de salarios. También se anuló el acceso a los servicios informativos para suscriptores de la agencia y a la página web de acceso público. La situación no ha cambiado y no hay información oficial sobre el futuro de la empresa. Con la ausencia de Télam desaparece el único órgano de producción de contenidos informativos que se despliega en todo el territorio nacional y que, por esta razón, permite que información desconcentrada y que incluya intereses y voces de grupos marginados en la información comercial tanto como temas que no aparecen en las agendas de los grandes grupos mediáticos..
Desde que el gobierno cerró las oficinas y canceló toda actividad, los trabajadores de Télam decidieron acampar frente a las oficinas que tiene en la ciudad de Buenos Aires. Allí se turnan día y noche, controlando que no se retiren equipos ni se destruyan instalaciones. Nicolás Luna, delegado de los trabajadores de Télam, señaló que Milei había declarado a Télam su enemigo tras el fracaso de la Ley Ómnibus. “Esta es una decisión que no solo sufrimos nosotros, porque pasa en todo el Estado, donde están despidiendo a decenas de miles de trabajadores”, dijo Luna.
Implicaciones de la concentración de medios para la democracia
Según Martín García, ex presidente de la agencia entre 2010 y 2012, Télam difundía noticias y opiniones de expertos de todas las provincias en múltiples formatos a los medios de comunicación nacionales e internacionales. García dijo, "Télam es el único medio que cubre todo el país con periodistas que ven, se informan y analizan lo que ocurre en cada lugar”. Télam producía y distribuía información de alcance nacional de manera federal e igualitaria. A la misma accedían tanto grandes medios comerciales de alcance nacional como pequeños medios de provincias, comunitarios y de universidades. Hasta su cierre, 2.800 radios de pequeñas localidades accedían cada hora al panorama de noticias nacional producido por Télam, el que podían utilizar gratuitamente.
En los dos meses que lleva la paralización de Télam, crecieron los rumores sobre cierre o privatizaciones de otros medios públicos, como la Televisión Pública Argentina, la Radio Nacional, los canales educativos Encuentro y Paka Paka más el canal deportivo DeporTv, todos pertenecientes a la sociedad del estado Contenidos Públicos.
“Sin los medios públicos no hay comunicación democrática ni plural. En Argentina vamos hacia una concentración mediática sin precedentes", dijo Rosaura Audi, ex subsecretaria de Medios Públicos. La discusión sobre los medios en Argentina tiene muchos años, pero en los últimos quince se hizo manifiesto el peligro de la concentración, ya que se permite al mismo grupo ser propietario de los medios de transporte de la información, del servicio de conectividad hogareño de internet y tv por cable, de la telefonía móvil y a la vez productor de los contenidos, ya sea televisión, radio y medios gráficos. Las legislaciones modernas impiden la propiedad cruzada de estos servicios. Ante esto los medios públicos contrapesan el poder de los grandes grupos económicos de medios. Esa concentración afecta a la pluralidad de los contenidos y a la diversidad de las noticias que circulan sobre Argentina en el resto del mundo. La creciente concentración de los medios en Argentina, mayoritariamente alineados con las ideas de derecha, constituye un límite a la democratización de la sociedad, que necesita una multiplicidad de puntos de vista y pluralidad de voces.
“Desde que asumió este gobierno sabíamos que iba a venir por todo lo público, y en particular, por los medios públicos”, dice Agustín Lecchi, secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA) y trabajador de la televisión pública. Milei viene amenazando a los medios públicos desde su campaña, “pero eso no significa que lo que dice que va a llevar adelante, lo pueda llevar adelante”, dijo Lecchi. Si bien hay una importante historia de frustrados intentos de cerrar los medios públicos, especialmente durante dictaduras, un decreto de Milei habilita la intervención de los medios públicos sin nombrar el directorio colegiado que corresponde por ley. Con esta medida abre la puerta a modificar sus objetivos, disponer de su patrimonio material e inmaterial, vender total o parcialmente las empresas o disponer su cierre definitivo. Antes del decreto esas operaciones requerían la aprobación del Congreso Nacional.
Un “vaciamiento de la pantalla”
Télam es la mayor agencia de noticias estatal de América Latina, cuenta con 803 clientes en Argentina y 45 en el exterior, con suscripciones en sus cinco unidades de servicios: textos, fotografía, video, audio e infografía. Según el informe elaborado por los trabajadores, tras la suspensión, la agencia producía al mes unos 12.000 cables; 6.000 fotos; 800 boletines; 70 infografías; 150 audios y 400 vídeos. Mensualmente, más de 63.000 usuarios interactuaron con los servicios por suscripción, mientras que casi 9 millones de personas visitaron el sitio web.
Dado que los servicios de Télam están suspendidos, medios de todo el país se vieron afectados por la falta de sus contenidos. Irina Sternik, periodista especializada en tecnología y medios, tomó testimonios de colegas en todo el país para su newsletter Lado B news y detalló las respuestas que recibió: “los testimonios son impactantes. Además de la información de último momento, se perdió la pluralidad y el material de archivo disponible para la consulta”. Como periodista de la Televisión Pública Argentina, Sternik dijo la relación con su propio trabajo “suelo navegar el portal de Télam y noto la diferencia de calidad entre las coberturas de la agencia y los otros medios, que en general copian sus cables. Son notas chequeadas, ampliadas, con perspectiva y llenas de datos”. (Desde la primera conversación que tuvimos sobre el tema hasta el presente, la intervención de la televisora pública no renovó el contrato de Sternik).
La paralización de Télam es un indicio del avance sobre los distintos medios públicos. En la televisora nacional se canceló toda la producción, a excepción de 2 programas de noticias durante los días de semana. En el resto de los horarios y durante los días sábado y domingo emiten programas grabados y películas viejas. Actualmente, a partir de la medianoche y hasta la madrugada, el canal emite de manera permanente una imagen fija tomada desde una cámara pública que enfoca el obelisco de Buenos Aires. Esto nunca ocurrió en la historia de la señal televisiva. “Estamos en un achique brutal que nos afecta económicamente, pero sobre todo es un vaciamiento de la pantalla”, dijo Lecchi. Este vaciamiento de pantalla recorta el derecho a la información de gran parte de los argentinos que tienen a esta televisora como su medio más accesible, a la vez que facilita la consolidación de un modelo hegemónico de producción de contenidos favorables a las ideas de las derechas que apoyan al presidente Milei.
El derecho a la información en peligro
La reducción de trabajadores y programación también es parte de las decisiones de la dirección de Radio Nacional Argentina, a cargo de Héctor Cavallero, un retirado productor de espectáculos que no tiene ninguna experiencia previa en la radiofonía. “Desde que asumió este gobierno hubo una drástica reducción de personal, la mayoría de ellos trabajadores de las provincias”, relató Fernando Piana, periodista y delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado en la radio.
“En diciembre despidieron a 160 trabajadores que en promedio cobraban menos de 100 dólares mensuales y en las últimas semanas fueron 90 las personas que se quedaron sin trabajo. Representan casi el 20 por ciento del total de los trabajadores”, agregó Piana. Radio Nacional Argentina tiene emisoras en cerca de 50 localidades del país, incluido el territorio antártico. La actual gestión decidió que todas ellas dejarán de emitir programas de producción propia en los principales horarios, debiendo difundir los contenidos producidos en Buenos Aires. La producción de cada localidad queda relegada a horarios no centrales y a una programación dedicada a los formatos que busquen el entretenimiento del público o la información local de una agenda sin contradicción con lo producido por la dirección central, cuya línea es no contradecir ni criticar las propuestas del gobierno nacional.
A pesar de que ninguna autoridad de los medios públicos se refiere a restricciones en los contenidos, existen temas silenciados y presiones sobre los periodistas. La decisión de cancelar los informativos de fines de semana en la televisora pública se tomó precisamente en la víspera del 24 de marzo, día en el que se recuerda el comienzo de la dictadura más sangrienta de la historia argentina. Por primera vez en 40 años, no se transmitió el acto central del que participaron cientos de miles de personas. En el mismo sentido la Televisión Pública fue el único canal nacional que no transmitió la movilización en defensa de la educación pública realizada el 23 de abril, que solo en la ciudad de Buenos Aires convocó a más de medio millón de personas y al menos otro tanto en una veintena de localidades en todo el país.
En el caso de Radio Nacional se hizo llegar un mensaje a los directores de todas las localidades a propósito del cierre de Télam. El texto, que circuló por mensajes informales, decía: “Importante. Desde la Secretaría de Medios nos piden no usar las emisoras y/o las redes de las mismas para solidarizarse con Télam. Sólo usar la info oficial”. Tanto en uno como en otro medio, los trabajadores coinciden que la presión ejercida abrió la puerta a la autocensura.
A esta situación se suman los rumores de posibles negocios a partir de la venta de bienes inmuebles. Aun cuando las especulaciones al respecto no son pocas ya que existen propiedades muy codiciadas por su valor inmobiliario (la sede de la Televisión Pública, el terreno donde se ubica la planta transmisora de Radio Nacional Buenos Aires, la sede de la misma radio en la turística ciudad de San Martín de los Andes o de la ciudad de Esquel) por el momento no puede realizarse ninguna de esas operaciones sin la autorización del Congreso o sin haber modificado la propiedad de los medios.
Estos medios no solamente se dedican a producir contenidos. Todos ellos tienen equipos dedicados a recuperar y catalogar materiales históricos de gran valor documental para investigadores, trabajadores de prensa y el público en general. Tanto para la televisión pública como Radio Nacional en el año 2013 se creó el Archivo de Radio y Televisión Pública (RTA) con el “objetivo principal el ordenamiento, preservación, digitalización y puesta en estado público del material audiovisual y sonoro”. Este trabajo fue discontinuado durante la gestión del ex presidente conservador Mauricio Macri (2015-2019) y corre la misma suerte en este período.
Télam, por su parte, administra, organiza y comparte un archivo de cables de noticias y un invalorable repositorio de fotografías, como las únicas tomadas durante la guerra por las Islas Malvinas por fotógrafos argentinos. En 2015 comenzó un proceso de recuperación, restauración, digitalización y catalogación de fotografías y negativos existentes desde 1972. Ese trabajo llevaba a diciembre de 2023 cerca de 3,5 millones de imágenes digitalizadas. El proceso fue llevado adelante por trabajadores de la agencia.
Según Martín García Télam, el sistema de medios públicos “es la memoria organizada del país”. Hoy este material es inaccesible y, por lo tanto, esa memoria colectiva corre el riesgo de ser borrada para siempre.
Daniel Cholakian es sociólogo y periodista especializado en América Latina.